“Vamos a una sociedad que no somos capaces ni de imaginar”

Manuel Pimentel

1. ¿Cuál será la tasa de paro estructural que tendrá España?

No existe un concepto estructural de paro, algo así como una maldición bíblica a la que estemos sometidos. Dependerá de cómo lo hagamos nosotros y nuestro entorno. Si no evolucionamos hacia las nuevas formas de empleo, al desempleo le costará bajar del 15%, lo que en un entorno europeo es una barbaridad.

2. ¿Reventarán las máquinas el mercado de trabajo?

Nos adentramos en una nueva sociedad que todavía no somos capaces ni de imaginar. En principio, la sociedad tecnológica destruirá unos empleos y creará otros. El balance es la clave y no tiene por qué ser negativo. A aquellas empresas, sociedades y países que sepan adaptarse con inteligencia les irá muy bien, y a las que sigan mirando al pasado, les irá mal. Como siempre ocurrió con los grandes cambios.

3. ¿Morirá la figura del asalariado?

Es cierto que van a aparecer nuevos tipos de empleo, vinculado a proyectos, a resultados y movilidad, pero las empresas también precisan un núcleo estable, productivo, motivado y de confianza para generar valor. Por eso, el trabajador por cuenta ajena en la empresa continuará existiendo, aunque bien es verdad que no será la única fórmula ni tendrá el práctico monopolio actual.

4. ¿Qué recomendaría a un joven de 18 años?

Estudiar lo que le guste, trabajar duro, ser consciente de la importancia de la innovación y la creatividad e intentar ser excelente en el camino que inicie.

5. ¿Cuántas horas trabajaremos en el futuro?

Dependerá el tipo de trabajo, pero ya llevamos muchas décadas trabajando sobre las ocho horas y no creo que de media tengamos grandes cambios a medio plazo.

►La receta contra el paro

• Continuar las reformas laborales que nos acerquen a la media europea en cuanto flexibilidad y productividad.

• Apuesta decidida por la economía digital y por la adecuada formación y educación.

• Seguridad jurídica tanto en materia civil, como mercantil y laboral, en la actualidad sometidas a bruscos cambios y arbitrariedades.

• Una fiscalidad razonable, que en tipos se asemeje a la media europea. No tiene sentido, por ejemplo, que tengamos los costes de cotizaciones sociales más altos de Europa.

• Agilidad y razonabilidad en las decisiones públicas, ahora por completo paralizadas.

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