El mejor alimento para el bebé

Medicina

Evita alergias e infecciones; previene la obesidad infantil y los problemas cardiovasculares; e incluso hay indicios de que favorece el desarrollo de las capacidades cognitivas del niño. La lactancia materna, coinciden los expertos, es el mejor regalo que una madre puede hacerle a su hijo. Pero no es el único.

Horizontal

Eva no podía creer que aquello le estuviera pasando a ella. Desde antes de quedarse embarazada, tenía claro que quería dar el pecho a su hijo. No comprendía que hubiera mujeres que optaran de buenas a primeras por el biberón. “¿Qué puede haber mejor que la leche materna, que la crea tu organismo para tu hijo? Es lo natural, lo que ha hecho siempre la humanidad por instinto, lo que hacen todos los animales”, argumentaba. Sin embargo, sus problemas comenzaron al tercer día de dar a luz por cesárea a Biel. Tenía los pezones planos y el pequeño no conseguía engancharse bien. “Veía las estrellas cada vez que me ponía al niño en el pecho. No se cogía bien porque yo no sabía colocarlo y yo no quería cogerlo porque me dolía el pecho”, recuerda.

Y así un mes, hasta que al ver que Biel no aumentaba de peso, acudió a un grupo de apoyo a la lactancia y se puso en contacto con una consultora en lactancia materna, que la tranquilizó. Como Eva, muchas mujeres experimentan alguna dificultad para amamantar a sus bebés. Para algunas resulta una experiencia dolorosa, les salen grietas en los pezones que llegan incluso a sangrar, tienen mastitis, obstrucciones. Otras sienten que no tienen suficiente leche y optan por el biberón.

Bibi decidió que prefería ahorrarse todos esos malos tragos. “Tenemos un montón de amigas que están desquiciadas –cuenta su pareja, Edu– porque dar el pecho es ser esclava del bebé y comporta a menudo mil problemas…” Y explica que, aunque la decisión la tomó ella, a él le pareció bien, “porque así puedo también compartir la lactancia de mi hijo; para el padre es más integrador”. Eso sí, afirma que han tenido que hacer frente a alguna mirada y comentario de desaprobación.

Muchos problemas de lactancia tienen su origen en la desinformación. “En esta sociedad nos preparamos para casi todo, menos para ser padres. La mayoría de las mujeres que están pariendo ahora fueron alimentadas con biberón, porque entonces los médicos decían que era mejor la leche de fórmula que la materna; así que ahora ellas no pueden acudir a sus madres para que las aconsejen”, se lamenta Fátima Crispi, médico experta en medicina materno fetal de BCNatal (Hospital Clínic-Hospital Sant Joan de Déu) de Barcelona.

Anna Maria Morales, consultora en lactancia y doula, asegura que exceptuando a algunas mujeres que padecen algún problema hormonal u otras que carecen de suficiente glándula mamaria, algo excepcional, el resto, todas pueden dar el pecho. “Lo que a ocurre es que a menudo no reciben suficiente información ni apoyo y no se respetan los procesos naturales”, señala.

Las primeras horas de vida del recién nacido son cruciales para que se pongan en marcha los instintos que garantizarán una buena lactancia, señala Morales, al frente del centro de salud familiar Marenostrum de Barcelona. El pequeño viene programado para saber mamar y si se coloca nada más nacer sobre el abdomen de la madre, ambos desnudos –lo que se conoce como piel con piel–, en poco tiempo regula por sí mismo la temperatura corporal, reconoce mediante el olfato a su madre y alcanza el pezón para realizar la primera toma y luego caer en un sueño profundo. “El bebé guía y la madre ayuda. Es un instinto natural, por lo que es esencial no perturbar ese primer momento”, aconseja.

Las 48 horas siguientes al parto son esenciales. Hasta ese momento, la madre tiene calostro, un tipo de leche muy densa, rica en grasas, proteínas y anticuerpos que actúa como una especie de vacuna, protegiendo al bebé de infecciones y activando su sistema inmune. Aunque al principio pueda parecer que es poca cantidad, es suficiente para un estómago de recién nacido, del tamaño de una moneda de euro.

“Es un momento horrible. Las hormonas bajan, sale la paliza del parto, sube la leche, te duele el pecho, tienes fiebre, estás cansada, ves que el niño ha perdido peso… y encima, que si visitas… No te dejan dar de mamar tranquila. Aumenta tu estrés y el del niño. Se dan todos los ingredientes para que la cosa vaya mal”, agrega Morales.

“La mayoría de las mujeres que paren ahora fueron alimentadas con biberón, porque entonces se decía que era mejor; sus madres no pueden aconsejarlas”, dice una médico

Arlet es un ejemplo del caso contrario. Al poco de nacer, ya succionaba el pezón de su madre. “Estaba agotaba por el esfuerzo del parto, que en mi caso fue natural, pero hicimos el piel con piel y un ratito después empezó a mamar. Al salir del hospital ya había ganado peso”, cuenta Neus, de 30 años, que afirma que una de las cosas que decidió cuando supo que estaba embarazada es que no dejaría que nada le generara frustración. “Durante la gestación, te enfrentas a una serie de incertidumbres. Piensas qué te gustaría hacer, cómo te gustaría que fuera, pero que acabe sucediendo no depende sólo de ti. Y para mí era importante estar abierta a lo que pudiera ocurrir, no obsesionarme, por ejemplo, con dar el pecho. Si podía bien, si no, no pasa nada. Con una actitud más abierta se puede conseguir más cosas”, considera.

Los beneficios de la leche materna son numerosos. Para Crispi, de BCNatal, “es uno de los mejores regalos que una mujer le puede hacer a su hijo”. Existe abundante evidencia científica que demuestra que mamar disminuye el riesgo de obesidad de los niños, la incidencia de asma y estimula el desarrollo cerebral. Investigadores de la Universidad de Brown (EE.UU.) realizaron resonancias magnéticas del cerebro mientras dormían a 133 pequeños de entre 10 meses y cuatro años. Comprobaron que aquellos que habían sido amamantados sólo con leche materna al menos tres meses tenían un mayor desarrollo en zonas del cerebro relacionadas con el lenguaje, la función emocional y la cognición.

Dar el pecho ayuda a establecer el vínculo emocional entre madre e hijo. Y ayuda a la mujer a recuperarse antes del parto, a que el útero se contraiga de nuevo y a perder los kilos ganados, pues generar leche cada día supone invertir unas 500 calorías. También se segrega oxitocina, un neurotransmisor que hace que la mujer esté en una especie de nube, algo muy beneficioso para lidiar con el estrés de los primeros meses del recién nacido. Por si fuera poco, se ha visto que la lactancia materna protege contra el cáncer de mama y de ovarios. Un estudio demostró en el 2010 que las mujeres que tenían casos de cáncer de mama en la familia, disminuían casi en un 60% su riesgo de padecer la enfermedad si daban de mamar a sus hijos.

¿Y si una madre no quiere dar el pecho? “En ocasiones a las clases preparto vienen parejas que desde el primer momento dicen que darán biberón al bebé. Les pregunto si tienen la información para saber si están decidiendo bien. La mayoría de las veces esa información está basada en mitos”, cuenta Anna Maria Morales. Si se opta por la lactancia artificial, hay que intentar, aconsejan los expertos, que se parezca lo máximo posible a la materna: coger al niño en brazos piel con piel; darle volúmenes pequeños, adecuados a su estómago.

Tan importante como la leche materna para la salud del bebé es la dieta de su madre durante el embarazo y la lactancia. “Lo ideal sería que la pareja que quiere tener un hijo viniera a la consulta antes, así podríamos realizar unos análisis, comprobar su salud y aconsejarles”, explica Crispi. De los alimentos que ingiere la madre, el feto extrae los nutrientes con los que construirá su organismo, que debe durarle toda la vida. “Todos deberíamos comer bien, estemos o no esperando un bebé. Pero es especialmente importante en el embarazo, porque la dieta no sólo nos afecta a nosotros, también al hijo”, señala la médico.

Tan importante como la leche materna para la salud del bebé es la dieta que siga su madre durante el embarazo y la lactancia

Los expertos en medicina materno fetal recomiendan seguir una dieta rica y equilibrada, con productos frescos, abundancia de frutas y verduras, cereales, y una buena ingesta de proteínas, sobre todo de pescado. Ingerir al menos dos porciones de pescado y marisco a la semana es esencial para el correcto desarrollo del bebé y mejora su capacidad intelectual, demostró un estudio realizado por la Universidad de Granada y publicado en el American Journal of Clinical Nutrition: se vio que niños cuyas madres consumían más pescado durante el embarazo obtenían mejores resultados en pruebas de inteligencia verbal, habilidades de motricidad fina y conducta social.

Y no hace falta comer por dos, como se decía hace unos años. Los expertos recomiendan ingerir pequeñas porciones unas cinco veces al día y mantener el peso a raya. Las mujeres con sobrepeso antes de quedarse encintas tienen más probabilidades de padecer problemas, desde diabetes gestacional a hipertensión, complicaciones en la placenta, parto prematuro o que requiere cesárea. Además, los bebés que nacen de madres con sobrepeso tienen más posibilidades de desarrollar defectos de nacimiento, como macrosomía (tamaño fetal superior al normal, por encima de los 4-4,5 kg al nacer), que los predispone a la obesidad y a un riesgo mayor de cardiopatía.

Ahora bien, un bebé que nace con poco peso también padece problemas. “A veces se debe a que la madre no come lo debido, pero otras a que la placenta no está bien y no le pasa alimento suficiente al feto”, explica Crispi. En estos bebés sus células se programan para vivir en un entorno en el que hay poca comida, por lo que intentan almacenar cuanto pueden. “Son los que de mayores dicen que comen poco y engordan mucho”, indica esta médico. No es su único problema de salud. En el hospital Clínic han demostrado que las paredes de las arterias de los niños con un peso por debajo del normal son más gruesas, como si tuvieran una prearteriosclerosis.

Está en marcha un ambicioso proyecto europeo, llamado Nutrimenthe, que arrancó en el 2008 e investiga los efectos a largo plazo sobre el desarrollo cognitivo, emocional y conductual de los niños de determinados nutrientes, como las proteínas, los ácidos grasos omega-3, vitaminas como la B, el ácido fólico, el hierro, el yodo y el calcio. El objetivo es crear una base científica que permita establecer recomendaciones a las mujeres embarazadas.

Hace unos años, una investigación sueca, publicada en el British Medical Journal, constató que las mujeres en cuya alimentación predominaban alimentos como las verduras, el aceite de oliva extra virgen, la fruta, el pescado y los cereales, y que bebían agua en lugar de bebidas azucaradas, tenían menos riesgos de parto prematuro que las que tomaban comida rápida y refrescos. Otra investigación publicada en Nature demostró que la dieta materna condiciona el sistema inmunitario del feto.

La alimentación del padre antes del embarazo también puede repercutir en la salud del hijo. Investigadores de la Universidad de MacGill (Canadá) analizaron la vitamina B9, el ácido fólico, en un estudio con ratones: vieron que si los futuros padres seguían una dieta carente de ácido fólico, los descendientes tenían un 30% más de riesgo de desarrollar problemas de salud.

NUTTRIENTES BASICOS 

La Fundación Fetal Medicine de Barcelona ha editado un libro, 40 recetas para 40 semanas de embarazo, que explica qué nutrientes son básicos y por qué durante el periodo de gestación. Esta información se completa con las recetas de varios chefs con estrella Michelin, como Paco Roncero, Carme Ruscalleda, Elena Arzak o Quique Dacosta. Todos los beneficios generados por la venta de este libro se destinan a programas de investigación y formación.

Ácido fólico. Es un tipo de vitamina B y ayuda a prevenir los defectos del tubo neural y las malformaciones cerebrales y de la médula espinal (como la espina bífida). Lo contienen verduras de hoja verde, cereales y algunos frutos secos. Es difícil tomar la cantidad recomendada sólo con la dieta por lo que se suelen recetar complementos. 

Calcio. Es esencial para formar los huesos del feto. Se recomienda una buena ingesta de leche, queso, yogur, que además aportan riboflavinas y vitamina B12. También aportan calcio las leches de avena y almendra enriquecidas, el tofu, el brócoli, las verduras de hoja verde, el sésamo, las almendras y las sardinas. 

Yodo. Crucial para el desarrollo del sistema nervioso del bebé y de su cerebro. Se encuentra en el marisco, de ahí que se recomiende a las embarazadas al menos dos raciones de marisco a la semana.

Omega-3. Ácido graso con un efecto protector ante las enfermedades cardiovasculares y beneficioso para el desarrollo del sistema nervioso y la visión del bebé. Se encuentra en el pescado azul, como el salmón. También en frutos secos como las nueces y en frutas como el kiwi. “Hay embarazadas que no toman pescado azul por miedo a las concentraciones de mercurio, dañinas para el feto. Pero si toman pescado azul procedente de nuestras costas, pueden comerlo sin miedo”, señala la doctora Fátima Crispi, de BCNatal.

Lípidos. Contenidos en aceites y grasas, contribuyen al desarrollo de los órganos fetales y de la placenta. Especialmente recomendable es el aceite de oliva. Se debe limitar el consumo de grasas de origen animal, de fritos y las grasas de alimentos procesados.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...