El planeta de los ultrarricos

Selección 2016

El 1% más rico de la población mundial se aleja del 99% restante. Suma más riqueza que la mitad de habitantes del planeta. Es un colectivo que vive, de hecho, en otro mundo, casi inconcebible para la mayoría. Aunque incluso en ese paraíso de los muy ricos hay categorías: algunos de ellos se consideran, casi, clase media, en comparación con los más selectos integrantes del club.

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Asistentes a la competición hípica de Ascot, en Inglaterra. FOTO: GETTY

A mediados de los 2000, Robert Frank, entonces editor de la columna The Wealth Report de The Wall Street Journal, se imaginó un país llamado Richistán para ilustrar hasta qué punto los ricos del mundo eran ya nativos de otra patria, un territorio diferente y alejado de los demás. “Los ricos han formado su propio país: el 1% mas rico de Estados Unidos gana más que la renta nacional de Francia o Italia”, comentó Frank, describiendo un país de yates amarrados en marinas privadas, aviones Net Jets (compartidos entre varios multimillonarios), mayordomos de la nueva ola, y personal arborists, el término que los richistaníes preferían usar para referirse a sus jardineros hispanos. Los ricos ganaban cada vez más mientras la renta de la gran masa de gente corriente se estancaba.

Richistán –en el libro de Franks– era una secesión de EE.UU. donde los ricos se sentían especialmente necesitados de refugiarse en otro país, como había advertido Scott Fitzgerald, el autor de El Gran Gatsby, en la primera era de la plutocracia estadounidense. “Los ricos son diferentes de ti y de mí”, comentó Fitzgerald a Ernest Hemingway, quien respondió con sorna: “Efectivamente. Tienen más dinero”.

Las 20 personas más ricas de EE.UU. tienen un patrimonio superior a 152 millones de sus compatriotas, la mitad de la población

Al inicio del nuevo siglo, había multimillonarios como Peter Thiel, fundador de Pay Pal, que se tomaba muy en serio la idea de crear una nueva patria por motivos de diferencia de clase. Thiel financió, a través del think tank Seasteading Institute en San Francisco, crear unas islas de richistaníes. Serían nuevas ciudades flotantes en el Pacífico, donde los millonarios vivirían sin pagar impuestos, sin verse molestados por el ­Estado federal y con excelentes puertos para amarrar el yate.

RIQUEZA GLOBALIZADA

Diez años después de la publicación del libro, Richistán se ha globalizado, desacoplado ya no sólo de Estados Unidos sino del mundo entero. Ya no es otro país sino otro planeta en una galaxia lejana, alcanzable –en las fantasías de los ricos– mediante un cohete espacial de los empresarios multimillonarios Elon Musk y Richard Branson. El número de millonarios, a escala mundial, ha subido casi el 150% desde principios del siglo, hasta 36 millones, según el nuevo informe sobre la riqueza de Credit Suisse First Boston (Global Wealth Report, 2015). Los millonarios chinos ya son 1,3 millones, diez veces más que en el 2000. Los indios se han multiplicado por cinco. China ya tiene casi 10.000 individuos ultrarricos (ultra high new worth individuals UHNWI, en inglés), personas cuyo patrimonio rebasa los 50 millones de dólares. En general, el 1% más rico de la población mundial tiene ya más patrimonio que el 50% más pobre. Todos se van alejando del resto en su viaje hacia la estratosfera de la riqueza.

Quienes tengan invitación podrán visitar el país de los ricos a finales de este mes en la cumbre anual del Foro Económico Mundial, en la pequeña estación de esquí suiza de Davos. El encuentro de la élite es más cosmopolita que nunca desde la crisis. Habrá participantes de 100 nacionalidades distintas (aunque todos hablan inglés con acento americano y llevan chaquetas de The North Face). La mitad de los 2.000 participantes proviene de Europa o EE.UU., pero India aporta ya el 5%, y China, el 3%. Dentro del centro de convenciones Congress, rodeado de miles de policías armados con francotiradores del ejército en el tejado, se producirá la pasarela de Davos Men: consejeros delegados de multinacionales, banqueros de inversión o gestores de fondos especulativos, muchos de ellos integrantes del ranking de milmillonarios (individuos con un patrimonio mayor de 1.000 millones de dólares) de la revista Forbes. Otros serán los economistas de prestigio, los emprendedores sociales, consultores, relaciones públicas, contables, chefs creativos, periodistas de élite, cuyas rentas dependen de la plutocracia financiera. Todos rendirán homenaje al eslogan de Davos: “Committed to improving the world” (Comprometidos en mejorar el mundo). Y este año se ­espera que el tema más candente sea el filantrocapitalismo, tras el anuncio de Mark Zuckerberg de donar 45.000 millones de dólares a causas humanitarias sin excluir que, a la vez, logre alguna rentabilidad financiera.

Para tener una idea de qué clase de país o planeta es cuando uno visita el nuevo Richistán global, sólo hace falta hojear el suplemento How to Spend It (cómo gastarlo) de consumo de lujo del diario internacional de élite, el Financial Times, con sus páginas de papel satinado y fotos seductoras de mujeres adornadas con diamantes. Ahí está el anuncio a dos páginas de las joyas Bulgari con foto de Carla Bruni, cuyo patrimonio asciende a 15 millones de dólares. Enfrente, otro anuncio de los gemelos de lujo Longmire –a 3.000 o 4.000 euros el par– que podría llevar el marido de Bruni, Nicolas Sarkozy (con un patrimonio de cuatro millones de dólares). Hay artículos sobre los Aston Martin –como el que conducía Sean Connery en Goldfinger, que se vende ya por cuatro millones de euros–, y los McLaren fórmula 1, como el que Rowan Atkinson, Mister Bean, acaba de vender por 12 millones de euros. Otro reportaje muestra la gama retro de mesitas con ruedas para cócteles que se han convertido en objetos deseados de coleccionistas. Una de ellas, de estilo art decó, pertenece a una directiva del Banco de Reconstrucción Europea, cuyo presupuesto –dicho sea de paso– procede del contribuyente europeo. “Hace cinco años un drinks trolley como el mío valía 500 libras; ahora vas a pagar 3.000”, asegura. Un anuncio de Hideaways Club (club de escondites) ofrece participaciones en cuatro propiedades inmobiliarias en diferentes países, una villa en la Toscana italiana, un chalet en Niseko (Japón), una mansión al lado de la playa en Bali y un penthouse en Broadway, cerca del que acaba de comprar Cristiano Ronaldo por 18 millones de euros en la Trump Tower de la Quinta Avenida. “Puedes tener tus residencias principales en Nueva York, Hong Kong, Moscú o Bombay, da lo mismo, los superricos de hoy son cada vez más su propia nación; el país de Mamón“, resume Chrystia Freeland en su libro Plutócratas.

BRECHA ENTRE MILLONARIOS

Pero la realidad de Richistán es cada vez más la de un país balcanizado, dividido entre ricos, superrricos y ultrarricos. La brecha entre el 1% y el resto se va ensanchando, resucitando una política de clase en Estados Unidos, como resume el eslogan de la campaña Occupy Wall Street en Nueva York: “¡Somos el 99%!”.

Pero el 1% también se polariza entre una ­superélite de UHNWI y el resto, lo que provoca ataques de envidia y lamentos de quienes no pasan de multimillonarios del montón. Es inverosímil, pero los HNWI, –de patrimonio desde uno hasta diez millones de dólares–, ya se sienten discriminados cuando se comparan con los UHNWI –de patrimonio superior a 50 millones de dólares–. Freeland cuenta en Plutócratas una anécdota que resume el extraño dilema de los moderadamente ricos. Cita a una joven escritora invitada a una cena en el suntuoso Upper East Side de Manhattan: “¿Sabes lo que pasa con los 20?”, pregunta una comensal de la élite neoyorquina en referencia a su patrimonio de 20 millones de dólares. “Pues te digo una cosa: ¡Son sólo 10 después de impuestos!”.

Gran parte de los millonarios y los HWNI en EE.UU. no se consideran ricos sino miembros de la clase media, según los sondeos realizados por Robert Frank en su actual trabajo en el canal financiero CNBC. Hasta Hillary Clinton calificó su situación económica de “dead broke” (sin un duro) pese a que los Clinton cuentan con un patrimonio estimado en 25 millones de dólares.

Lo que ocurre en Richistán es que la sensación de riqueza de uno depende de los vecinos. Es “Keep up with the Jones” (sigue a los Jones), aunque los Jones tengan 60 millones, y tu familia, 40. “Los ricos ya tienen su propia brecha de riqueza, conforme sus propios aumentos de la renta se han concentrado en la parte más alta del pirámide de la distribución”, explica Frank en un articulo publicado en The New York Times el pasado octubre. “Los superricos están dejando atrás a los ricos; ya no sólo es cuestión de diferenciar a los haves de los have nots (los que tienen de los que no tienen) sino los haves y los have mores (los que tienen y los que tiene aún más)”, ironiza. Hasta el mercado de aviones privados se está segmentando. Los precios de aviones privados grandes, algunos de ellos jumbo jets, están subiendo debido a la robusta demanda de los ultrarricos, mientras los pequeños, como Learjet, se van abaratando.

Muchos de la lista de los más ricos ya heredaron al menos un millón; uno de cada cinco entran en el ranking por mérito familiar; y este club de “hijos de” se mantendrá

Es decir que aquel eslogan del movimiento de protesta Occupy Wall Street ya no cuenta toda la historia en esta segunda era de la desigualdad, aún más extrema que en los años veinte del pasado siglo, los roaring twenties del Gran Gatsby. Estamos en la sociedad del 0,1%, del 1% y del 99%. El 1% se aleja del 99% y el 0,1% se aleja más rápidamente aún de las fortunas más modestas del nivel inferior del 1%. Según el economista de Berkeley Emanuel Sáez, la familia media del 0,1% gana 200 veces más que la familia media en EE.UU., y la familia media del 1%, 40 veces más.

Los 20 primeros puestos del ranking de la revista Forbes de ultrarricos estadounidenses están ocupados por multimillonarios cuya riqueza en conjunto rebasa los 730.000 millones de dólares (668.000 de euros), una cifra que equivale al patrimonio de 152 millones de estadounidenses. Que no pase inadvertido este dato: las 20 personas más ricas de EE.UU. tienen un patrimonio superior a 152 millones de sus compatriotas. ¿Qué ejemplo puede ser mejor para confirmar la existencia de un país llamado Richistán? “Podrías meter en un solo miniavión privado de esos Gulfstream Jet a las 20 personas que tienen más dinero que la mitad de la población de Estados Unidos”, dice Chuck Collins, autor del informe Billionaire Bonanza del Institute for Policy Studies en Washington.

ÉLITE TRADICIONAL Y TECNOLÓGICA

Aunque se genera mucha riqueza en estos momentos gracias a la burbuja tech en Silicon Valley y la emergencia de una nueva oligarquía de plutócratas tecnológicos, desde Mark Zuckerberg de Facebook hasta Sergey Brin de Google, esos 20 primeros de Forbes USA todavía proceden principalmente de la vieja guardia, encabezados por Bill Gates y Warren Buffet. Cuatro de los más ricos de EE.UU. son de la familia Walton, de la cadena de grandes superficies Wal Mart. Dos son de la empresa Mars, que fabrica chocolatinas. “Esta extraordinaria concentración de la riqueza en manos de un puñado de plutócratas ocurre en Europa también. No tenemos tantos datos sobre Europa, pero todo indica que el ascenso de los más ricos, el 0,1% o el 0,01%, es aún más acentuado que en EE.UU.”, dice en entrevista telefónica Gabriel Zucman, de la London School of Economics y colaborador, igual que Sáez, del economista Thomas Piketty.

Había 1.772 milmillonarios (con patrimonio superior a 1.000 millones de dólares) en el mundo en el 2014. De ellos, 538 eran estadounidenses, 439 europeos, 324 asiáticos y, concretamente, 218 chinos. Casi 60.000 estadounidenses tienen mas de 50 millones de dólares de activos, el 46% del total mundial de UHNWI. Los países europeos más ricos –Reino Unido, Alemania, Francia y Suiza– tienen entre 2.000 y 4.000 ultrarricos cada uno y van perdiendo terreno conforme cae el euro. Es decir que el 55% de la riqueza mundial sigue en los bolsillos de las élites de las potencias colonialistas del siglo XIX y XX. Sin embargo, según el Hurun Rich List, los chinos han rebasado a los estadounidenses en el 2015 al llegar a la cifra de 596 billionaires (milmillonarios) frente a 537 en Estados Unidos.

Lo cierto es que, cuando se trata del 1% más rico del mundo entero y no del 1% de un país, el club no es demasiado selecto. Al menos si se contempla desde la perspectiva de los países ricos. Hay cada vez más HNWI y UHNWI en los países en desarrollo, pero la presencia de tantas personas de renta extremadamente baja en Asia, América Latina y África arrastra para abajo el umbral para acceder al 1% global. Si eres europeo o estadounidense no es tan difícil. Muchos lectores –hasta quizás algunos que han participado en alguna manifestación de las de “Somos el 99%”– pueden pensar al ver los siguientes datos: “¡Pero si yo también soy del 1%!”. Y es que 47,7 millones de personas a escala mundial pertenecen al club del 1% más rico del mundo, según Credit Suisse.

Basta con tener activos por valor de 759.900 dólares (695.860 euros) al año. “Puesto que esto incluye la vivienda, que se ha revalorizado tanto en ciudades grandes como Londres, igual hay gente del 1% que no se da cuenta”, dice Michael O’Sullivan, uno de los autores del informe de Credit Suisse. “Tu suegra puede estar en el 1% más rico a escala mundial; no es cosa de plutócratas”, agrega. Si se tienen un par de casas –una en una ciudad revalorizada como Barcelona, otra en una playa en Girona, por ejemplo–, probablemente se llega a esos 700.000 euros (hace tres años, cuando el euro estaba a 1,4 dólares, era más fácil unirse al club del 1%). Los integrantes del 1% mundial comparten más patrimonio que el 50% de la población del planeta, o sea, más que todos los ahorros, viviendas y otros activos de 3.500 millones de personas.

RICOS TRABAJADORES

Freeland y, en menor medida, Frank sostienen en sus libros que los verdaderos plutócratas, ese 0,1% de la población de los países ricos que tiene más que la mitad de sus compatriotas, son, en su mayor parte, “una superélite cuyos integrantes son meritócratas trotamundos con una gran formación académica y que trabajan muchísimo”, según escribió Freeland en la revista The Atlantic. Hasta se atrevió a parafrasear la etiqueta working poor, que los sociólogos utilizan para referirse a los 20 millones de trabajadores en EE.UU. (y cada vez más en Europa) que no salen de la pobreza ni trabajando 40 horas a la semana. Los Davos Men –según Freeland– son los working rich (ricos trabajadores). El 60% de los estadounidenses más ricos son ejecutivos o profesionales que viven del trabajo remunerado, frente al 20% registrado en 1916.

Esta idea de una “nueva meritocracia” ya era bastante discutible hace 10 años. Y un informe de la campaña sindical United for a Fair Economy (Born on third base, 2012) indicaba que el 17% del ranking Forbes del 2011 tenían otros familiares en la lista. El 40% de los ricos del ranking había heredado más de un millón de euros de sus progenitores. Y uno de cada cinco había heredado suficiente riqueza para incorporarse directamente al ranking sin haber trabajado. Pero conforme pasan los años, la tesis de la meritocracia y los self-made men (hombres hechos a sí mismos) es cada vez mas cuestionable, como demuestra Thomas Piketty en El capital en el siglo XXI. A medida que se va concentrando la riqueza en las manos del 0,1%, o del 1%, los hijos de esta élite nacen con privilegios inimaginables. En EE.UU., la consultora Accenture calcula que 30 billones (con b) de dólares serán heredados por los hijos de la élite en las próximas décadas.

También en China, donde el líder del Partido Comunista Deng Xiao Ping invitó hace un cuarto de siglo a los chinos a hacerse ricos para crear una sociedad más meritocrática y dinámica, “la política de un solo hijo está creando una generación de herederos superricos que deben sus fortunas a los padres”, señala O’Sullivan, de Credit Suisse. Piketty advierte del regreso del capitalismo patrimonial del siglo XIX cuya injusticia fue denunciada en la literatura de Balzac y Jane Austen.

Si los plutócratas de verdad quisieran defender la igualdad de oportunidades y los valores de una supuesta “nueva meritocracia”, no sería difícil resolver este problema de una emergente clase privilegiada que hereda su fortuna en vez de ganarla, dice Collins, autor del informe Billonaire Bonanza. “Aplicas un impuesto sobre el 100% de todas las herencias por encima de unos miles de dólares y se acabó”, dice. Pero, según un sondeo realizado por Robert Frank en su programa de CNBC en mayo pasado, el 59% de los estadounidenses con patrimonio mayor de un millón de dólares piensa dejar toda su fortuna a sus vástagos ya que, cuando se trata del futuro de sus hijos, “no existe la posibilidad de dar demasiado”, según la frase que seleccionaron en la encuesta. Esta aceptación de la legitimidad de una clase privilegiada de niños de papá en el país de la supuesta oportunidad “irá amplificando las diferencias de clase conforme el 10% más rico herede millones de dólares, y el resto, miles o nada”, advierte el sociólogo Joel Kotkin en su libro The New Class Conflict. Mientras el 1% se prepara para dejar billones a sus hijos, “la mayoría de los norteamericanos se han dado cuenta de que la vida va a ser peor para sus descendientes que para ellos”, escribe Kotkin. Richistán va cerrando sus fronteras.

El calendariode los millonarios

Wealth-X y UBS elaboran cada año su billionaires’ social calendar, la agenda de algunos de los actos más selectos del mundo. Estos son algunos para el 2016.

enero

FORO ECONÓMICO MUNDIAL

Davos-Klosters (Suiza)

Del 20 al 23

Es un encuentro de los líderes políticos y económicos para discutir las grandes estrategias mundiales.

febrero

CarnavAl

Venecia (Italia)

Del 23 enero al 9 de febrero

Con varios exclusivos bailes de máscaras, sobre todo el 5 y el 6 de febrero.

SEMANAS DE LA MODA

Nueva York, Londres, Milán y París se suceden desde el 11 de febrero hasta el 9 de marzo para presentar las colecciones de alta costura del próximo otoño-invierno.

marzo

DUBAI WORLD CUP

Dubái (Emiratos Árabes)

Día 26

Es la carrera hípica que da los premios más cuantiosos: en suma, 27 millones de euros.

abril

US MASTERS DE GOLF

Augusta (Georgia, EE.UU.)

Del 7 al 10

Este torneo, el primero de los cuatro grandes del mundo, celebra su 80.ª edición.

mayo

CANNES

Cannes (Francia)

Del 11 al 22

El festival de cine, en la Costa Azul, es el más glamuroso de todos, con muchas fiestas a las que asistir.

GRAN PREMIO DE MÓNACO

Montecarlo

Del 26 al 29

La mítica carrera de F-1, donde los coches compiten en el circuito urbano, el más lento, pero con mejores vistas.

junio

Roland Garros

París (Francia)

Del 16 de mayo al 5 de junio

El torneo de tenis francés es una de las citas más destacadas de este deporte.

ROYAL ASCOT

Ascot (Reino Unido)

Del 14 al 18

La competición hípica donde más cerca estarán muchos de la familia real británica, si es que los sombreros les dejan ver algo.

ART BASEL

Basilea (Suiza)

Del 16 al 19

La feria de arte más famosa, gran cita para coleccionistas.

julio

WIMBLEDON

Londres (Reino Unido)

Del 27 de junio al 10 de julio

El torneo de tenis más antiguo y prestigioso del mundo.

agosto

JJ.OO.

Río de Janeiro (Brasil)

Del 5 al 21

Este año, el deporte mundial tiene una de sus grandes citas: los Juegos de la XXXI Olimpiada.

septiembre

FESTIVAL DE VENECIA

Venecia (Italia)

Del 31 de agosto al 10 de septiembre

El otro mítico festival de cine.

octubre

Feria de Yates

Port Hercules, Mónaco

Del 28 de septiembre al 1 de octubre

Una de las ferias más importantes del sector.

noviembre

MELBOURNE CUP

Melbourne (Australia)

Día 1

Es una de las carreras hípicas más famosas del mundo. Se celebra desde 1861 y es una jornada festiva con muchos actos.

diciembre

BAILE IMPERIAL

Viena (Austria)

Día 31

El baile (con cena incluida si se desea) de Fin de Año en el palacio Imperial es una gala donde es obligado el vestido de noche y el smoking.

FiN DE AÑO EN SAN BARTOLOMÉ

San Bartolomé (territorio francés en el Caribe)

Día 31

Las fiestas en los lujosos resorts de esta isla son otra alternativa para el Fin de Año elegida por millonarios y celebrities.

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