Jörg Riechers vive en esta regata una paradoja curiosa: tenía un barco que preparó con dedicación para lograr sus objetivos deportivos en la vela oceánica. Pero tuvo que renunciar a ese velero y ahora se encuentra con que lo tiene como rival en la vuelta al mundo: es el que llevan Bernard Stamm y Jean Le Cam, bautizado Cheminées Poujoulat. Lejos de desanimarse, Jörg ha hecho gala de su mejor arma, un optimismo invencible que le ha permitido formar un dúo envidiable con Sébastien Audigane para competir a bordo del Renault Captur.
Seguramente es su buen humor lo que le lleva a decir que ellos son en realidad un equipo débil frente a sus competidores. Pero nadie se engaña. Jörg Riechers nunca regala ni un metro y no lo hace en la Barcelona World Race, donde el espíritu positivo es un valor añadido en la convivencia de dos patrones durante tantas jornadas de navegación.
Jörg Riechers siempre encuentra cómo motivarse y lo hizo de nuevo al tener a la campeona Mireia Belmonte como madrina del velero. “Con todo lo que ella ha ganado en la natación, nosotros estamos obligados a luchar por estar en el podio en esta regata”, dejó claro el día de la presentación. Ese es el desafío.
Sébastien Audigane es, literalmente, un hombre de mar. Desde hace veinte años es un tripulante imprescindible en cualquier proyecto importante en la vela oceánica. Siempre se le define como un timonel excepcional, pero todos sus colegas destacan además y sobre todo sus cualidades humanas, su categoría como compañero siempre dispuesto a aportar lo mejor.
Esta es su segunda Barcelona World Race y significa una motivación especial después de la excelente más de media vuelta al mundo que protagonizó con Kito de Pavant hace cuatro años. Su veteranía es el complemento perfecto para el optimismo incansable de Jörg Riechers.
Sébastien Audigane siempre deja buena huella, y suyas son unas palabras que definen a la perfección, sobre todo para los no iniciados, lo que significa navegar en un Imoca durante las muchas jornadas de una regata de vuelta al mundo: “Viene a ser como conducir un camión sin parabrisas, sin luces y sin frenos en una noche de lluvia por una carretera de montaña, llena de curvas”. Una frase dicha como una broma, pero que resume como ninguna otra las condiciones de trabajo de estos navegantes excepcionales.