Royal Academy, el club de los artistas

arte

La Royal Academy de Londres, institución independiente formada y regida por los pintores y arquitectos más consagrados de la historia –desde Turner y Constable hasta Hockney y Foster–, celebra 250 años con una remodelación que la catapulta como referente de creatividad y atrevimiento.

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La exposición de verano, con obras de artistas consagrados y amateurs, es cita artística ineludible en Londres. (Foto: David Parry)

Tornillos, cables y sierras. Aspiradoras, andamios y poleas. Listones claveteados del siglo XVIII, ornamentos del XIX, ventanas del XX, lámparas del XXI. Las placas de mármol que han sobrado quedan en un rincón. Obras a contrarreloj. Ni cesan de noche, ni en fin de semana. A pesar del polvo y el desorden y el ruido coreografiado; a pesar de que apenas hay acabados y de que está literalmente intubado, el palacete parece regresar a la vida con destellos. En el número 6 de Burlington Gardens, aurícula derecha del corazón de Londres, unos cuantos obreros (y también obreras) están dando las últimas pinceladas a la ampliación de la Royal Academy of Arts (RA), una de las sociedades más antiguas, duraderas y sorprendentes del mundo.

Con su reforma, la RA entra en la carrera de los museos de Londres que, como el Victoria & Albert, las dos Tate o la Hayward Gallery, se han renovado para captar a más público

Antigua porque fue fundada hace exactamente 250 años; duradera porque desde 1768 ha sobrevivido a guerras, bombardeos, cambios de moda radicales… y sorprendente porque no sólo está integrada por algunos de los mejores artistas y arquitectos que existen en el mundo, sino que son ellos los que la dirigen desde el primer día. En sus orígenes fueron Joshua Reynolds, Angelica Kauffman, William Blake, Turner y Constable y hoy en día son David Hockney, Paula Rego, Norman Foster, Cornelia Parker o Anish Kapoor, y eso sin olvidar a académicos honorarios como Jeff Koons, Cindy Sherman, Ai Weiwei, Olafur Eliasson, George Baselitz o Jasper Johns, que sigue siendo una leyenda (viva) a sus 88 años.

Magazine ha recorrido los despachos, las salas privadas y las aulas donde se respira una excitación mayúscula a pocos días de la inauguración de una reforma que firma sir David Chipperfield. El arquitecto ha logrado unir los dos edificios de la entidad (el de Burlington Gardens y la Burlington House) con un pasillo que empieza subterráneo y acaba elevado.

Por la escalinata de la parte de las obras, la de Burlington Gardens, baja Toby Diamond, botas gruesas, casco blanco, chaleco reflectante y una camiseta con la lengua fuera de los Rolling Stones. Es uno de los muchos obreros que están ayudando a ultimar las obras. Por la otra entrada, la de Piccadilly, aparece un señor alto y muy delgado, ágil y juvenil, muy mal vestido, pantalones blancos que le quedan cortos, camiseta vieja a juego. Como Toby Diamond, también usa martillo y escarpa para su trabajo. Es Antony Gormley, o para ser exactos, sir Antony Gorm­ley, una de las estrellas indiscutibles de la Royal Academy y uno de los escultores más conocidos del mundo, que anda enfrascado en una exposición que prepara en la Galería Ufizzi de Florencia y en el proyecto de los 250 años. “Este es un momento maravilloso para la RA porque (con la expansión) se refuerza su centralidad, su identidad y porque está vertebrando nuestro mundo visual actual”, afirma citando a tres académicos recientes: el pintor Wolfgang Tillmans, el escultor Yinka Shonibare y el arquitecto ghanés David Adjaye, que ya es sir con apenas 50 años.

El primer presidente de la RA fue Joshua Reynolds. El actual es el pintor Cristopher Le Brun, que ahora mismo intenta sin éxito comerse una ensalada con salmón ahumado que aguarda en la mesa de su despacho. En realidad son los compromisos, las llamadas y las reuniones los que se lo comen a él.

¿Qué es lo que lleva un artista a ser, además, gestor que busca subvenciones, visita obras…? “Es complicado (ríe Le Brun, imitando el famoso latiguillo de Facebook). Mi trabajo de presidente me ocupa de lunes a miércoles, y el resto de la semana soy el pintor. Pero en los últimos meses no he podido cumplirlo porque la intensidad es extraordinaria”. Le Brun lleva puesta la insignia de la institución, una medalla colgada a la solapa de la americana. Le toca acudir a una sesión fotográfica. Tal vez cuando salga del despacho los personajes que aparecen en los cuadros colgados, uno de Henry Moore (el pintor del XIX, no el escultor del XX), otro de Walter Sickert y uno más de Richard Eurich, se lancen hambrientos sobre la ­ensalada.

La RA está dirigida por 80 académicos más Charles Saumarez Smith, el vicepresidente ejecutivo, que es un gestor museístico. ¿Es él quien pone las bases del buen gobierno de la Academy? “Lo cierto es que cuando los artistas fueron a decir a Jorge III que querían tener una academia, les dijo: ‘Debéis tener reglas’ (pensando que serían anárquicos), porque había muchos clubs en aquella época que duraban muy poco”. Saumarez, condecorado por Isabel II, ha trabajado en la Tate o el Victoria & Albert, museos que, como la Hayward Gallery, se han remodelado a fondo en una especie de competición emmarcada en el mundo actual del art-business. “Sí, de algún modo esto es una carrera de caballos. Desde que se establecieron los fondos de la National Lottery se vio que todos estos museos necesitaban renovarse. Los grandes museos del Estado obtuvieron financiación rápidamente...”.

Las obras, dirigidas por sir David Chipperfield, dejan a la vista las míticas aulas de dibujo y pintura donde siguen estudiando gratis 52 alumnos de posgrado

A la Royal Academy le costó un poco más, por ser una entidad privada. Los 12,7 millones de libras (14.5 millones de euros) otorgados sirvieron además como salvoconducto para asegurarse otros apoyos de varios mecenas. “El día clave no fue cuando nos tocó la lotería, sino al presentar el proyecto. La reunión estaba yendo bien, pero no perfecta, y se me ocurrió decir ‘Si mi madre estuviera aquí, nos daría el dinero’. Y todo el mundo se miró, y yo me expliqué. ‘No entendería que tras haberle dado dinero al resto de los museos de Londres, la Royal Academy se quedara fuera, especialmente cuando siempre han debido buscarse la financiación’”.

El dinero ha servido para actualizar las aulas, investigar sobre el pasado de la Burlington House, restaurar un suelo de piedra original que va a ser conservado y proporcionar espacio ­suficiente y digno para mostrar algunas de las piezas de la colección de la Academy que no siempre han podido exponerse en su ­esplendor, a saber, una copia muy antigua y valiosa de la Última Cena de Leonardo Da Vinci, mejor conservada que el original, o el Taddei Tondo, rosetón de mármol esculpido por Miguel Ángel. En su proyecto, David Chipperfield ha recuperado un antiguo anfiteatro que existió hasta inicios del siglo XX, restos del uso universitario original del edificio, y ha realzado la Senate Room, que, con sus ornamentos, será una obra de arte en sí misma… y que podrá admirarse tomando un café y un bollo. Sí, hay que ir acostumbrándose a que los museos del mundo dediquen sus mejores salas a instalar la cafetería, que es donde realmente se gana dinero…

Todo parece encajar muy bien a pocos días de la inauguración, el próximo sábado. Ni siquiera ha habido retrasos monumentales en las obras. El optimismo se desborda: “Vamos a tener un peso fundamental en el liderazgo de las artes”, desea Chris Orr, grabador y tesorero. “La remodelación nos ayudará a mostrar la colección de la RA, piezas que pueden cambiar la vida de los jóvenes visitantes”, vaticina Tess Jaray, pintora británica nacida en Viena. “La reforma permitirá que el público vea por primera vez la sala de moldes y esculturas junto a las aulas de la escuela”, se congratula la pintora e impresora Eileen Cooper. Son días felices; sin embargo, la institución no siempre ha vivido momentos tan efervescentes.

Charles Saumarez Smith recuerda que “en 1968, cuando celebrábamos nuestro 200 aniversario y los cien años de nuestra llegada a la Burlington House, la academia estaba casi muerta. En el periodo de la posguerra, la idea de una escuela que enseñaba a pintar y a dibujar estaba muy pasada de moda. Nos veían como conservadores. Es en los últimos 50 años cuando nos hemos reinventado con exposiciones muy atrevidas”, explica. “Somos un grupo de artistas que vienen de diferentes orígenes, de distintas clases y tradiciones, aquí se juntan la amistad, el apoyo y los desafíos”, remacha Antony Gormley.

“Somos 80 artistas, cada uno con una opinión, igual las decisiones salen mejor o peor, pero el resultado no es ni un algoritmo ni algo aburrido”, afirma la pintora Rebecca Salter

“Todavía existe esa idea de que somos un club de hombres y de viejos, pero esa imagen está cambiando muy rápido. El aniversario y las reformas harán que el cambio sea mucho más visible, incluso se podrá ver las escuelas”, apunta Rebecca Salter mientras sorbe un café con leche en la sala de los Académicos, un espacio decorado con mucho mimo y donde los artistas suelen reunirse para intercambiar ideas. Salter es académica desde hace cuatro años y desde el 2017 ostenta el cargo de Keeper (conservadora) de la Academy, algo así como la jefa de máquinas de la institución, que cada vez cuenta con más mujeres: “Nuestra presencia es cada vez más visible, pero las cosas no cambian de la noche a la mañana. Con todo, hay muchas mujeres en la RA que no se ven, abogadas, jefas de estrategia, de comunicación”.

Suya es una frase que ha tenido cierto éxito y que dice que la RA “se rige por artistas, no algoritmos”, reivindicado el temple creativo por encima del culto a los nuevos tiempos. “Somos 80 artistas, cada uno con una opinión, igual las decisiones salen mejor o peor, pero seguro que el resultado no es ni un algoritmo ni algo aburrido”, exclama.

“Las decisiones que tomamos son muy intuitivas –añade el presidente Christopher Le Brun, que a estas alturas ya sabe que su ensalada ya ha caducado–. Como cualquiera en su vida, intentamos avanzar sin olvidarnos de nuestro pasado. No tenemos filiación política, aunque quieren que la tengamos. No somos delegados de nada. Somos gente. No una galería, sino una casa, no demasiado grande, un poco desaliñada… pero eso es importante porque la gente joven tampoco se sienta intimidada por el edificio. Somos los artistas para los artistas para la gente”, resume Le Brun. En realidad, eso es lo que fue la Academy en sus orígenes: “La mayoría de sus miembros trabajaban para la aristocracia o la Iglesia, así que exponer supuso mostrar directamente el arte al público. Y eso sigue igual ahora”. El pintor se refiere a la Summer Exhibition, exposición que se ha convertido en la gran cita artístico-estival de Londres. Pese a ello, siempre ha recibido críticas por poco seria. “Y sin embargo es una idea muy bonita –defiende Le Brun– con un punto de humor: al lado de un cuadro de Anselm Kiefer puede haber otro de una abuela anónima. No miramos quién firma sino si los cuadros tienen mérito. Es una mezcla de arte alto y arte bajo, de grandiosidad y modestia”.

Un cuarto de milenio después de su fundación, los académicos de 1768 no sólo se quedarían perplejos de las obras de sus colegas del 2018 sino que se preguntarían por qué Gilbert y George son dos artistas en uno, o quién es ese escultor negro rastafari y en silla de ruedas que se llama Yinka Shonibare. Es difícil saber qué conclusiones sacarían al ver que la femme terrible del arte británico, doña Tracy Emin, se hizo famosa al exponer su cama adornada con compresas usadas y condones… Y es imposible saber si habría ataques cardiacos en masa si descubrieran que esa señora a la que todos llaman Claire y va vestida con colores y prendas estrafalarias en realidad es el ceramista Grayson Perry, teórico del feminismo, ganador del premio Turner y encargado de la Summer Exhibition de este año. ¡Un hombre vestido de mujer! Acabáramos.

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La pintora, una de las dos primeras profesoras en la historia de la Academy junto a Fiona Rae

La pintora Fiona Rae, junto a a Tracy Emin, es una de las dos primeras profesoras en la historia de la Academy

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David Chipperfield

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El escultor Antony Gormley

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El legendario pintor David Hockney

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Otros tiempos. En sus orígenes, la RA era masculina, aunque entre sus miembros iniciales destacaban Angelica Kauffman y Mary Moser. Hoy en día ya hay 33 académicas de 127 miembros, incluyendo a los séniors de más de 75 años. En las foto, el comité de selección de obras de la Summer Exhibition de este año, que preside Grayson Perry, en el centro, travestido de mujer. De izq. a der., Conrad Shawcross, Tom Phillips, Piers Gough, Phyllida Barlow, Cornelia Parker y Chris Orr en la sala de los Académicos.

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