Templos en reconversión

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Iglesias rebautizadas como clubs, restaurantes en abadías del siglo XVI e incluso circos instalados en pequeñas parroquias. La falta de fe recorre el continente, y eso se traduce en un creciente desuso de los lugares de culto. No hay, ni habrá, dinero para mantenerlos. ¿Qué hacer con los edificios que un día sirvieron para orar a Dios? ¿Qué reconversión es aceptable y qué actividades rozan el sacrilegio para los aún creyentes?

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El primer hotel en una iglesia es el Martins Patershof, en la ciudad de Malinas, Bélgica

Jan coge impulso de nuevo y se eleva por los aires. Se voltea, da un giro mortal y su figura forma una angelical silueta frente a la enorme vidriera que caracteriza la iglesia de Nuestra Señora Reina de la Paz en el barrio de Malem, en Gante (Bélgica). La parroquia, que fue testigo de la boda de sus abuelos y que vio bautizar a sus padres, es desde hace dos años la sede del Circus Planeet. El edificio parroquial estaba muy deteriorado, los fieles ya no acudían a misa, y la Iglesia decidió sacar a subasta pública la propiedad. Estaban abiertos a todo tipo de propuestas, pero el ideal era encontrar un proyecto de reconversión que al menos conservara el espíritu de comunidad y de unión que promueve el catolicismo. Opciones como un centro comercial o un almacén fueron descartadas, y finalmente una organización sin animo de lucro llamó a sus puertas para comprar la iglesia y montar un circo social.

“Para nosotros, la altura que tienen los edificios de las iglesias es ideal para entrenar y montar los espectáculos”, señala Eline Vynche, una de las primeras responsables del proyecto. Eline hoy está revisando los últimos ejercicios para el espectáculo Rampage: “Además del espacio buscamos la integración de las comunidades, queremos ser un punto de unión en el barrio, integrar a los inmigrantes, así que una iglesia es el lugar perfecto”. En Circus Planeet hay clases de acrobacias abiertas a todos los chicos del barrio, y se entregan ayudas a quienes no pueden pagarlo. “Es increíble poder contar con mujeres cubiertas con velo que jamás se habían aventurado a hacer estos ejercicios y ahora disfrutan felices”, añade Eline. Jules está sentado en un banco en la puerta de la iglesia-circo, como él la llama, esperando a que salga su nieto: “Al principio me pareció una aberración que instalaran un circo en la que ha sido mi iglesia toda la vida, pero ahora me doy cuenta de que este lugar vuelve a integrar a la comunidad, algo que se había perdido hace muchos años”

La Iglesia católica alemana ya ha cerrado 515 iglesias en la última década, la de Inglaterra clausura 20 templos al año

Circus Planeet ha resultado una feliz alternativa social para la parroquia de la comunidad de Gante, pero hay muchas otras iglesias en el continente que no han tenido tanta suerte. Algunas terminan convertidas en gimnasios, discotecas, supermercados o incluso en centros comerciales. Mientras que otras, al no encontrar inversión, son demolidas. Ya en el 2013 la Iglesia evangélica alemana, que sufre el mismo mal que la católica, decidió utilizar las herramientas informáticas para poner a la venta los templos que no puede financiar. El arzobispado ha creado una web donde anuncia directamente la venta de cerca de 200 templos y casas parroquiales.

Tan sólo en el Reino Unido hay más de 2.000 iglesias a las que sólo acuden 10 personas cada domingo en las áreas rurales y unas 8.000 que no llegan a los 20 feligreses. Esta tendencia se observa también en el resto de Europa. No es fácil encontrar las cifras totales sobre las iglesias que han sido cerradas, pero los datos obtenidos por países resultan bastante reveladores. La Iglesia católica en Alemania ya ha cerrado 515 iglesias en la última década y se estima que otras 1.000 seguirán el mismo camino. La Iglesia de Inglaterra cierra unos 20 templos al año, y en Dinamarca unos 200 lugares de culto han sido señalados. Holanda presenta datos abrumadores directamente proporcionales al aumento del porcentaje de no creyentes –el 50,1%, el más alto de Europa–. Los líderes católicos holandeses estiman que dos tercios de sus 1.600 iglesias dejarán de funcionar en menos de una década, y se prevé que 700 de los templos de Holanda cierren en cuatro años.

En Dinamarca, Reino Unido y Holanda, con un considerable número de protestantes y no creyentes en sus filas, es donde las reconversiones de las iglesias no resultan tan dolorosas. En otros países como Bélgica o España, que aún conservan más de un 50% de creyentes (68,5% en España) –pese a que sólo un porcentaje muy bajo acuda regularmente a los servicios religiosos–, el nivel de atadura emocional a los edificios eclesiásticos supone un gran problema a la hora de buscarles un proyecto de transformación.

Para facilitar la gestión de las reconversiones, el Gobierno de Flandes (Bélgica) ha creado un proyecto innovador (Herbestemmingkerken.be) que trata de ayudar a dar salida al creciente numero de propiedades de la iglesia que están en venta. Tan sólo en Flandes, de las 1.800 iglesias actuales, 250 tienen que buscar con urgencia un plan de reconversión, y esto es sólo el principio. La página ofrece más de 200 posibilidades diferentes, aportando ejemplos de todos los lugares del mundo, e incluso se ofrecen seminarios y ayuda especializada para guiar a los posibles compradores de iglesias. Se ofertan modelos interesantes, desde el punto de vista de un inversor particular para que pueda convertir una capilla un estupendo loft hasta negocios como instalar un rocódromo en una iglesia para aprovechar la altura de sus techos.

Son las ocho de la tarde en Gante, y la música ya se escucha desde la calle en la puerta del Holy Food Market, situado en la que fue la capilla de la abadía de Baudelo del siglo XVI, recientemente reconvertida en un templo gastronómico. Los cirios han dado paso a las ostras con champán, y la gente guapa de la ciudad acude en peregrinación para degustar las “hamburguesas sagradas”. Las viandas se sirven bajo una vidriera donde un ángel ataviado con una gorra extiende sus alas portando una hostia consagrada. Los combinados de la nueva ginebra celestial, hecha en Bélgica, desfilan por la que un día fue la abadía donde un joven Mozart interpretó sus primeros conciertos. Hoy, en el lugar donde se situaba el coro, un dj anima al personal envolviendo con ritmos eléctricos la cocina de 16 culturas diferentes ante la atenta mirada de un vitral donde se trasluce una calavera. “Este lugar estaba abandonado –comenta Marie, una chica de unos 30 años que ha venido con unas amigas a cenar–. Esta es una forma de darle un nuevo uso, y ¡nos encanta!”.

En Bélgica o España, que aún conservan un porcentaje alto de fieles, la atadura a las iglesias es aún muy alta

Para la organización internacional sin ánimo de lucro Future of Religious Heritage (FRH, El Futuro del Patrimonio Religioso), el Holy Food Market es un buen ejemplo de recuperación de un bien histórico. En esta organización participan 37 países e incluye a 137 miembros entre oenegés, organizaciones de caridad, gobiernos, departamentos religiosos y universitarios. Entre todos están tratando de encontrar una solución al problema del abandono del patrimonio religioso y alertan de la gran pérdida que supondría su total destrucción para las comunidades. Con el fin de buscar soluciones, la FRH realizó en el 2014 un estudio a escala europea en el que se destaca que al 79% de los entrevistados no le importaría que las iglesias tuvieran otro uso que no fuera religioso.

Para muchos de los encuestados que son creyentes, lo ideal sería poder conservar un uso comunitario o aprovechar las instalaciones para un beneficio social, como es el caso de Parnasuss en Gante. Entre confesionarios e imágenes de Cristo de la que fue una iglesia franciscana hasta el 2003, ahora circulan bandejas con un suculento menú del día. Donde hace unos años se oficiaba la misa hoy se sientan comensales de todas las clases sociales. Esta iniciativa de la oenegé Atlejee ha convertido el templo en un comedor social, pero no sólo para gente necesitada: “Aquí se cobra diferente a cada persona según sus ingresos. Todos comparten espacio, y así hay integración”, apunta Lodewijk Laa­qui­ri­mos, que forma parte del proyecto.

Otra solución que proponen desde Bélgica es combinar los usos sin llegar a perder la propiedad, como es el caso de la capilla del colegio de los Hermanos del Sagrado Corazón de Gante. El templo estaba infrautilizado, y los chavales carecían de instalaciones donde poder entrenar. Ahora encestan bajo las vidrieras mientras lo que fue la sacristía funciona como ­vestuario. “Los hermanos y nosotros –señala el director del colegio– estamos muy contentos, ahora tenemos el mejor de los polideportivos y la iglesia está viva”.

A poca distancia del polideportivo iglesia, un dragón con piezas de Ai Wei Wei conquista la que fue la iglesia de la antigua abadía de Bijloke, del siglo XIV, en el museo STAM. “La gran apuesta es conseguir que las iglesias retornen a la comunidad en forma de beneficio social como hemos conseguido aquí”, afirma el responsable de las actividades culturales del museo de la ciudad. El coordinador señala que la interacción de ambos mundos se acerca más al pensamiento de este siglo y, “aunque el número de creyentes descienda, no tenemos por qué perder nuestro patrimonio cultural. Son nuestras raíces”. Desde el STAM se alude a la importancia de ayudar a conservar la identidad, “proyectos como el circo de Malem, que son una muy buena idea para salvar las parroquias”.

Desde todos los países europeos los católicos manifiestan que los lazos que les unen con los edificios religiosos son muy importantes para ellos, “han formado parte de la historia de algunos de nosotros, es cierto, pero a la hora de la verdad sólo nos acordamos de la iglesia cuando la van a destruir o a cambiar de uso y quizás hace 30 años que no entramos en ella”, reconoce Herman Costima, de Malinas, una población situada a poca distancia de Bruselas. La familia Costima vive puerta con puerta con la iglesia del Buen Pastor. Hace unos meses vieron que el edificio estaba en venta por falta de feligreses y pensaron: ¿por qué no? Ahora ea suya. Cerraron la tienda de aparatos de alta fidelidad que tenían en el pueblo y ahora se dedican a alquilar la iglesia para eventos, cumpleaños e incluso bodas. “Al principio a los vecinos les parecía extraño, sentían que perdían su iglesia –dice Herman–. pero la realidad es que mucha gente que no entraba desde hace años ahora celebra aquí sus fiestas familiares”. La familia arregló ella misma la iglesia, Herman y su hijo Arno estuvieron meses colocando el suelo nuevo, las tuberías, la electricidad... “Nos costó 300.000 euros comprar la iglesia y ya vale el doble”, afirma Herman Costima.

Algo más laboriosa fue la reforma de uno de los primeros hoteles del mundo situado en una gran iglesia. El Martin’s Patershof, también en Malinas, impresiona nada más entrar. Sus cinco pisos de altura acogen la reforma de la que fue la Iglesia de Patershof para convertirlo en un hotel de lujo respetando la arquitectura original. Conservar la iglesia era la condición princi­pal, pero hacerlo acogedor era obligatorio para que el negocio fuera un éxito. Cuando se llega a la suite, 518 el huésped no da crédito, justo encima del que fue el altar, bajo la gran bóveda de la iglesia –a más de 25 metros del suelo– media circunferencia de vitrales y arquivoltas conquistan el espacio dejando una gran cama de matrimonio en el centro. Aquí los afortunados que consiguen reserva duermen cerca del ­cielo bajo la cúpula principal con el rosetón de Patershof iluminando el espacio al ­amanecer.

No todas las iglesias son aptas para una reforma de este calibre, y tampoco se encuentran tantos proyectos dispuestos a invertir tanto dinero. Prueba de ello es que a lo largo y ancho de Europa miles de conventos y parroquias están al borde de la ruina. Hay muchos creyentes que afirman preferir verlos destruidos a convertidos en clubs o centros comerciales, como confesaba una vecina del barrio de Bruselas donde está situado el célebre Spirito, uno de los mayores clubs de Europa en una antigua iglesia. Cortinajes de terciopelo cuelgan desde lo alto de la bóveda superior mientras los ferraris y porsches comienzan a aparcar en la puerta. Las luces rojas que se filtran desde el rosetón de la fachada principal iluminan a los nuevos peregrinos que hacen cola a la puerta de la iglesia.

La antigua iglesia de Santa Bárbara en Llanera (Asturias) se ha convertido en una impresionante pista para patinadores que atrae a aficionados de toda Europa

Entre las centenarias piedras retumban los ritmos del momento de la mano de un dj alojado en lo que fue un púlpito. Decenas de mesas individuales se sitúan a lo largo de las galerías superiores de una iglesia que un día ocuparon más de 400 feligreses, hoy bajo el ábside centenario los cuerpos danzan desenfrenados hasta el amanecer. La gente más joven es la que cree que estos nuevos usos, que nada tienen que ver con lo sagrado, sí que son apropiados “así se vuelven a utilizar espacios que habrían muerto de otra forma”, señala un joven entrevistado en Bruselas.

Hoy en Asturias llueve, pero Daniel vuelve a volar una vez más a lomos de su skate. Su tabla se desliza a toda velocidad y hace un flip, uno de sus trucos favoritos, antes de caer sobre una de las rampas que llenan el espacio de la que fue la iglesia de Santa Bárbara en el pueblo de Llanera. Decenas de patinadores están hoy reunidos –a salvo de la lluvia– bajo las impresionantes bóvedas decoradas por el artista Okura San Miguel. Este templo, abandonado por los feligreses en los sesenta y rescatado por la Church Brigade –uno grupo de skaters asturianos que compraron la iglesia– ahora es lugar de peregrinación para patinadores y curiosos de todo el mundo. La iglesia –rebautizada Templo del Kaos– “ha vuelto a la vida” según muchos de los vecinos y ha recuperado su espíritu de unión comunal. No en vano, el número de católicos en España también ha disminuido. Según indica el último barómetro del CIS, entre el 2007 y el 2017 el porcentaje de españoles que se declaraban católicos ha perdido más de siete puntos. En enero de este año las cifras de creyentes han caído hasta el 68,5%, de los cuales sólo un 40% afirma ir a misa. Esto supone un millón de personas que han dejado de ir a los oficios religiosos asiduamente en diez años.

El cierre de iglesias en Europa refleja el rápido debilitamiento de la fe en el continente, un fenómeno que es doloroso tanto para los fieles como para otras personas que consideran la religión como un factor unificador en una sociedad dispar. Para paliar el efecto, diferentes sectores de la sociedad están buscando la alianza, tratando de no perder el espíritu de comunidad y tampoco el de los bienes monumentales. Para ayudar a ese esfuerzo unificador el Parlamento Europeo, por primera vez, ha reconocido que el patrimonio religioso constituye una parte intangible del patrimonio cultural europeo y que debe conservarse por su valor cultural, independientemente de su origen religioso. Esta es una importante declaración de intenciones en este 2018 que ha sido declarado el Año Europeo del Patrimonio Cultural.

“El patrimonio religioso de Europa está bajo amenaza –señala Olivier de Rohan, presidente de la Future of Religious Heritage–, y los edificios a menudo están mal adaptados a las necesidades de la sociedad moderna”. Rohan insiste en señalar que la innovación será necesaria a escala europe si se quiere llegar a transmitir este notable patrimonio a las futuras generaciones.

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Madrid, Salamanca...

La Capilla de la Bolsa en Madrid, en la foto, un lugar donde el cáliz sagrado ha cedido su lugar a las elegantes copas de vino, reúne a los madrileños que quieren disfrutar de un templo gastronómico amenizados por el piano situado en el que fue el lugar del coro de la antigua capilla. En España hay otros usos que no gustan tanto a los vecinos como la compra de iglesias o monasterios para instalar tiendas como la de Zara en Salamanca, situada en el convento de San Antonio el Real, que data de 1745. Aunque muchos otros destacan el valor de mantener estos edificios a pesar de su nuevo uso.

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¡Canasta! La Sportkapel Sint Paulus, antigua escuela de los Hermanos de la Caridad, en Gante, Bélgica.

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Mercado gastronómico. Los puestos de comida han conquistado la antigua abadía de Baudelo, Gante.

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A ritmo del dj. El coro y el púpito han cambiado de sentido en el Club Spirito de Bruselas, antes una iglesia.

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Triple salto vital. La antigua iglesia de Malem, en Gante se ha convertido en escuela de circo y centro social del barrio.

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ADJUDICADO La casa de subastas Saint John, en Gante, se instaló en una vieja capilla del siglo XVIII

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Reposo monacal. Lo que durante siglos fue el monasterio de Poortackere se ha convertido en un hotel

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