Última gira del hombre show

Música

David Jones murió en enero del 2016, pero su encarnación, David Bowie, sigue viva. Para quienes añoran a uno de lo mitos de la modernidad musical, la gran exposición sobre él que recorre el mundo se instala este mes en Barcelona.

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Bowie era un adicto al trabajo, le gustaba controlar hasta el menor detalle de sus discos y conciertos y guardaba todo, hasta paquetes de cigarrillos de algún país que había visitado o una de las primeras copias del disco Velvet Underground & Nico, de 1967, el de la famosa portada de la banana de Andy Warhol, que su mánager trajo de EE.UU. y le regaló. La manera de ser del artista británico, el hecho de ser uno de los músicos más plásticos de las últimas décadas, su versatilidad, que también le llevó al cine, y su larga y exitosa carrera son algunos de los elementos que explican que se haya podido hacer una exposición tan ambiciosa como David Bowie Is, que ahora llega a Barcelona, tras recorrer medio mundo durante cuatro años. La han visto ya cerca de dos millones de personas.

Así lo explica Geoffrey Marsh, uno de los comisarios de la muestra, como director del departamento de teatro y otras disciplinas artísticas del museo Victoria & Albert (V&A Museum) de Londres. Este museo británico, el más importante de arte y diseño, inauguró la muestra de Bowie en marzo del 2013, cuando él aún vivía, de ahí el nombre de David Bowie es. El año pasado, mientras la muestra recorría el mundo, el músico fallecía en su casa de Nueva York a los 69 años. La exposición se convirtió entonces en un perfecto tributo –en ese momento se exhibía en Groningen, en los Países Bajos, y tuvo que ser abierta incluso fuera de su horario habitual porque la gente quería rendir homenaje al músico–. Pero los comisarios de la muestra decidieron mantenerla tal cual, sin introducir alteraciones ni cambiar siquiera el nombre. A Marsh no le gusta verla como homenaje, “porque la idea es que Bowie sigue con nosotros a través de su música”.

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Original manuscrito por Bowie de la letra de Ziggy Stardust, todo en la exposición

Así que podría decirse que la exposición viene a ser la última gira de Bowie. Sólo en Londres, la muestra fue visitada por más de 300.000 personas. Es la más exitosa de largo de las organizadas por el V&A desde su apertura en 1852. Se ha visto hasta ahora en diez ciudades (Londres, Toronto, São Paulo, Berlín, Chicago, París, Melbourne, Groningen, Bolonia y Tokio) y a partir del día 25 estará abierta en el Museu del Disseny de Barcelona. La compra online de entradas ofrece la posibilidad de visitarla al menos hasta fines de julio.

Marsh cuenta que la idea de la exposición surgió a finales del 2010. Para un museo como el V&A, Bowie es “el mejor ejemplo” de creación británica, un icono del rock que, a la vez, mezcló la creación musical con la moda –tras una encuesta en el 2013, la revista BBC History le nombró el inglés mejor vestido–, su manera de actuar sobre el escenario, su preocupación por el diseño, la puesta en escena con influencias teatrales, del mimo..., las apariciones en el cine.

En el contacto con el entorno de Bowie, este puso a disposición toda su colección. La idea de una gran exposición tomó forma cuando un equipo del V&A fue a ver ese material. “Cuando fuimos a Nueva York nos quedamos sorprendidos por la cantidad de cosas que guardaba, su colección era algo inusual y había cosas fantásticas”, explica Marsh. La selección fue larga. “La verdad es que podrían hacerse muchas exposiciones sobre Bowie, exclusivamente sobre música, sobre moda y diseño...”, dice el experto británico.

La gran retrospectiva intenta aunar los diferentes aspectos. Incluye más de 300 objetos, desde estilismos (incluidas las famosas botas de plataforma roja de la gira de Aladdin Sane) hasta portadas de discos; pruebas de carátulas del LP The Next Day (2013), muchas fotos originales, dibujos, partituras, repertorios y letras de canciones manuscritas –para mitómanos: la de Ziggy Stardust–, los bocetos de diseño del escenario para la gira de Diamond Dogs (1974) o una guitarra acústica que usó en sus primeros años, en la época de Space Oddity (en cambio, parece que el músico denegó la cesión para la muestra de un saxo que le había regalado su padre cuando tenía 13 años).

Las piezas preferidas de Marsh, que se confiesa, cómo no, fan de Bowie, son el primer disco de Velvet Underground –“muestra que Bowie siempre estuvo muy atento a las novedades a su alrededor”, explica– y los originales trajes que hizo para él el diseñador japonés Kansai Yamamoto para las giras de Ziggy Stardust y Aladdin Sane. El comisario advierte a los fans que no hay objetos personales de Bowie ajenos a su profesión. “No olvidemos que David Bowie es, en realidad, un personaje, no la persona, la exposición es sobre su alter ego, el artista, no sobre su vida privada”, señala.

Aunque la muestra repasa la carrera de Bowie, desde sus comienzos como artista en Londres a mediados de los sesenta hasta sus repetidos éxitos ya con fama interplanetaria, no intenta ser cronológica ni exhaustiva de su amplísimo trabajo, “sino una exploración sobre el proceso creativo, queríamos mostrar cómo creaba, cómo apreciaba el trabajo de otros”, dice Marsh. “Bowie tenía una enorme personalidad; era muy creativo, un genio, hacía cosas que otros no hacían y además conseguía que pareciera lo más fácil, podría haber hecho lo que hubiera querido”, asegura Marsh, quien ve en ello la clave de que fascinara a tanta gente en distintas décadas, una de las coordenadas de su éxito y de la gran influencia que ha tenido en la música moderna.

No consta que Bowie viera la muestra. En esa época hacía ya una vida retirada de los escenarios en Nueva York, aunque siguiera creando, como demuestra que compuso y escribió un musical y lanzó un nuevo disco justo antes de su muerte –algo que también remarca Marsh: “Nunca paró de trabajar, porque creo que era lo que más le gustaba”–. Marsh no llegó a hablar con él. El artista declinó desde el principio involucrarse personalmente en la exposición; dio a los comisarios Marsh y Victoria Broackes libertad para elegir el material que quisieran y para que lo presentaran como les pareciera mejor, aunque el comisario se muestra convencido de que, al gustarle a Bowie controlar su trabajo al detalle, estuvo informado de la preparación y el resultado, a través de los responsables de su archivo.

El comisario considera que la exposición se convierte en fascinante por el hecho de que Bowie tuviera una carrera de más de 50 años y tan variada, con sus conocidos cambios de imagen y sus reinvenciones en cada disco. Por eso, la muestra alude a sus variadas fuentes de inspiración y a los movimientos artísticos que le influenciaron, de la misma manera que a la influencia que tuvo él en la música y otros creadores.

De su ropa, se presentan unos 60 atuendos, algunos de los más espectaculares e icónicos, diseños revolucionarios en su día, como los conjuntos de Yamamoto o los de Freddie Burreti para la gira de Ziggy Stardust o el lustroso abrigo con la bandera del Reino Unido que él mismo planeó junto a Alexander MacQueen y lució en la portada de Earthling (1997).

“No es una exposición habitual de museo”, reconoce el directivo del V&A. Como no podía ser de otra manera, la muestra –organizada en Barcelona por DG Entertainment y Sold Out– incluye muchos elementos de audio (la instalación cuenta con una avanzada tecnología multimedia y se recorre con unos auriculares), así como de imagen. Contiene vídeos, fragmentos de películas, de conciertos o de una entrevista televisiva, así como un mix de sus canciones hecho por quien fue su productor, Tony Visconti. El recorrido promete ser una experiencia inmersiva en David Bowie, una gozada para todos aquellos que siguen escuchando una y otra vez su música o que quieran recordar alguno de sus míticos conciertos. Una última gira de un showman único.

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Body de Kansai Yamamoto para la gira de Aladdin Sane (1973) y traje de Freddie Burretti para el vídeo de Life on Mars? (1972)

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