Un tesoro entre las arenas de las Rocosas

Naturaleza

En Colorado (Estados Unido) se puede encontrar un paraje de dunas rodeado de altas montañas que en invierno cubre la nieve. En este entorno está el valle de San Luis, de gran riqueza por la diversidad de especies animales que acoge durante las diferentes estaciones del año.

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En los otoños, al atardecer, miles de grullas de Canadá buscan las lagunas del valle de San Luis para pasar la noche; permanecen varias semanas hasta que marchan a México

Las vistas que se tienen desde lo alto de una pequeña colina dejan sin respiración. Se ve un paisaje extremo y extenso: praderas de aspecto desértico interminables salpicadas de pequeñas lagunas. Al fondo, aparecen unas dunas, las más altas de América del Norte. Estas dunas dan nombre al Great Sand Dunes National Park (parque nacional de las Grandes Dunas de Arena), en Colorado (Estados Unidos). Con 250 metros de altura, fueron formadas hace casi medio millón de años y se encuentran rodeadas de las montañas Rocosas, con picos que superan los 4.500 metros de altura. Así es el enorme valle de San Luis, a más de 2.000 metros de altitud.

En la entrada del parque nacional, cuando se gana altura por las laderas de las montañas, la vida animal se hace evidente. Con prismáticos pueden verse uapitís, ciervos mulos y ciervos de cola negra corriendo cerca de las dunas o en los bosques próximos. También es común ver coyotes y liebres. E igualmente, viven allí otros animales más difíciles de observar, pero que otorgan al lugar un elevado nivel de biodiversidad, como osos negros, pumas y linces, que se esconden en los bosques más remotos y en las laderas.

Entre las aves destacan los halcones peregrinos, las águilas calvas, las águilas doradas y las perdices nivales. Los cuervos están en todos los rincones, y en verano también vienen colibríes.

Desde un alto y con la ayuda de una buena óptica, es posible ver el famoso río Grande, curso fluvial que atraviesa todo el valle y al que conocidos westerns hacen referencia. En esta zona, este río es modesto y de poco caudal, porque es justo en las cabeceras del valle donde nace. Y es precisamente el río Grande el que ha generado la arena de las dunas: los sedimentos, transformados en arena, han sido arrastrados a lo largo de los siglos por el viento, aquí frecuente y bastante fuerte, hasta la parte oeste del valle.

La llegada de los primeros pobladores humanos se remonta a 11.000 años atrás, cuando miembros de las tribus apache jicarilla, pueblo, navajo, comanche, kiowa, arapahoe y cheyenne venían durante los veranos a cazar ciervos, berrendos y bisontes que campaban libres por estas llanuras. Después, llegaron los utes procedentes de las montañas Rocosas y del actual estado de Utah.

Los utes llamaron a este lugar Tavi-we-a-gat, que significa “gran valle”. Pero los utes, al igual que los bisontes, fueron eliminados del valle. A partir de 1840 fue colonizado por gente procedente de Nuevo México (de ahí los muchos nombres en español). Y es que antes de que Colorado se convirtiera en el 38.º estado de la confederación norteamericana, en 1876, fue territorio mexicano y, previamente a la independencia del virreinato de la Nueva España (1821), había formado parte de la Corona española.

Entre las dunas se observan algunos riachuelos, hijos de las fuentes del río Grande. En invierno, esta agua suele quedarse congelada por las bajas temperaturas que se alcanzan en la zona. Porque el clima aquí es muy extremo: hay veranos cálidos e inviernos extraordinariamente fríos, con temperaturas que pueden bajar de los 30ºC bajo cero. Durante los meses invernales, la nieve es habitual en el valle y en las cimas de la sierra de Sangre de Cristo, pero, a veces, también está sobre las dunas. El blanco de la nieve contrasta con los marrones de la arena (a veces negruzca como consecuencia de las altas concentraciones de hierro), convirtiéndola en algo exótico.

Las montañas de Sangre de Cristo son otro de los puntos más reconocibles del valle. Esta cordillera tiene paredes abruptas, y su nombre hace referencia a los tonos encendidos que adquiere durante la salida y la puesta de sol. Su nombre denota la fuerte influencia de los colonizadores españoles y mexicanos.

En otoño, antes de que el manto del invierno lo cubra todo, el valle vive un verdadero espectáculo natural. Miles de grullas canadienses llenan el cielo con unas formaciones características en forma de V. Estas aves van de Canadá hacia México, donde pasarán el invierno. Hacen una parada y permanecen durante varias semanas en las numerosas lagunas del valle, que conforman preciados refugios de fauna salvaje. Junto a las grullas, se encuentran hasta 200 especies de aves, entre las que destacan los gansos de Canadá, los patos rabudes, los zampullines, los somormujos, las fochas, las avocetas, los chorlitejos, los pelícanos blancos y numerosas especies de garzas.

Al atardecer, las montañas de la sierra de Sangre de Cristo se vuelven rojas. La característica figura de las grullas se recorta sobre un cielo que también adquiere tonos encarnados y púrpuras. Y las grullas que se acercan a las lagunas para dormir son respondidas con fuertes graznidos por las aves que ya reposan dentro del agua.

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Las dunas con los últimos rayos de sol frente a las montañas de la sierra Sangre de Cristo

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Un ciervo mulo en una zona de arbustos del parque nacional de las Grandes Dunas

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Grullas canadienses al anochecer en el refugio de la vida salvaje de Monte Vista

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En verano, en las zonas llanas y semidesérticas del valle, a veces se forman remolinos de viento e incluso pequeños tornados

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Los uapitís, los ciervos más grandes de América, se encuentran con frecuencia en este valle

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Un grupo de uapitís camina entre las dunas nevadas; en invierno nieva con frecuencia y las temperaturas bajan de los –30°C

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