La vela despega

náutica

¿Es un barco, es un avión, es una nave de Superman? Es un velero y lo mejor es que no defrauda a quienes lo prueban. Los catamaranes voladores GC32 se incorporaron a la Copa del Rey Mapfre en esta 35.ª edición y confirmaron que se abre una nueva época en este deporte, la de los veleros con foils que son capaces de despegar del agua y ofrecer un emocionante vuelo rasante.

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El Norauto vuela sobre el mar gracias a su orza curvada y su timón en una de las pruebas celebradas en la bahía de Palma. FOTO: nico martínez

La Copa del Rey Mapfre ha querido introducir en su 35.ª edición el nuevo espectáculo de la vela, el de los catamaranes que vuelan y ofrecen tanto a los tripulantes como a los espectadores un show atractivo y emocionante. La bahía de Palma fue el escenario, la primera semana de agosto, del estreno en España de los GC32, y el hecho de formar parte de la inmensa flota de más de 120 barcos que acuden a la Copa del Rey ayudó a reforzar el prestigio del Real Club Náutico de Palma como organizador de la gran competición internacional del Mediterráneo y el futuro de la clase, que disfrutó así de un escaparate excepcional para su promoción.

Los GC32 llevan cinco tripulantes y, cuando las condiciones lo permiten, un invitado, que vive en primera línea regatas emocionantes

El deporte de la vela está ahora mismo en el comienzo de una nueva era, la de los barcos que despegan del agua y alcanzan velocidades fulgurantes. Los catamaranes voladores ya protagonizaron la última edición de la Copa del América, en la bahía de San Francisco, en el 2013, y crearon las condiciones para este nuevo tiempo. Entonces se trató de veleros gigantescos de 72 pies (22 metros de longitud) que depararon un gran espectáculo, aunque con costes casi inasumibles incluso para una parte de las grandes fortunas que sueñan con ganar el trofeo más prestigioso del mundo. La tecnología que abrió aquella puerta ha llegado a otros modelos de veleros, incluso a algunos monocascos.

La clave del vuelo sobre el mar son los foils, esas orzas y timones con formas cuidadosamente estudiadas para hacer que los barcos tiendan a despegar del agua. Se trata de orzas curvadas y timones con forma de T invertida que actúan como alas submarinas cuando el barco empieza a tomar velocidad y lo sacan del mar para, una vez liberado del rozamiento del casco, acabar protagonizando un velocísimo vuelo rasante. Naturalmente, los timoneles han de ser muy expertos, al igual que los demás miembros de la tripulación, para conseguir que el barco vuele cuanto antes y alcance las máximas velocidades y para reducir el posible riesgo de accidentes.

En el caso de los GC32, de algo menos de 10 metros de longitud, hay cinco tripulantes a bordo y además, cuando las condiciones de viento y mar son adecuadas, incluyen a un invitado, que vive así, en primera línea, la emoción de regatas apasionantes. Obviamente, el invitado no puede colaborar en las maniobras y, de hecho, no puede moverse de un espacio delimitado a estribor y a proa del mástil, en la red que une los dos cascos del catamarán. Pero las sensaciones son impagables: este cronista puede dar fe de que volar sobre el mar a gran velocidad y sin sentir los impactos que produciría, por ejemplo, navegar a ese ritmo en una lancha resulta adictivo. Cuando el velero despega, todo fluye de una manera que de inmediato parece sencillamente normal. Por el contrario, cuando los dos cascos vuelven a amerizar para maniobrar y cambiar de rumbo es cuando el barco parece que se mueva lento y raro, tal es la naturalidad que provoca el vuelo rasante.

Pedro Campos, a la rueda del ‘Movistar’, marcó un hito al ganar por novena vez como patrón el prestigioso trofeo de vela que organiza el Real Club Náutico de Palma

El formato de la competición también facilita el dinamismo: las pruebas no duran más de unos veinte minutos y se pueden celebrar hasta seis en una jornada, de manera que tanto competidores como espectadores, y no digamos los invitados a bordo, disfrutan de un día muy divertido.

El programa de regatas de GC32 en Palma finalizó con la victoria del francés Norauto de Franck Cammas, que aquí llevaba como timonel al neozelandés Adam Minoprio. Es un equipo que prepara así su participación en la próxima edición de la Copa del América y su nivel es máximo.

También tuvo gran protagonismo el Malizia del monegasco Pierre Casiraghi, el hijo menor de la princesa Carolina de Mónaco, quien, dado su atractivo para los medios de comunicación, ayuda a dar a conocer a un público general estos nuevos veleros de competición. Y, en cualquier caso, Casiraghi tampoco defrauda en el mar: el Malizia acabó cuarto entre los diez contendientes. El japonés Mamma Aiuto, por su parte, llevaba como tripulantes a los dos españoles que toman parte en GC32, Javi Plaza y Manu Weiler, y acabó sexto.

Esta edición contó además con otras siete clases, que también depararon sus dosis de batalla y emoción. IRC1 reunió a los purasangre de regatas TP52 con cruceros de gran porte, como el Swan 80 Plis Play. Hasta doce veleros compitieron en esta clase, y el italoargentino Azzurra del armador Alberto Roemmers hizo valer su condición de favorito. Es uno de los TP52 que toman parte en el circuito 52 Super Series, y la veteranía y profesionalidad de su tripulación, con el timonel Guillermo Parada y el táctico Vasco Vascotto al frente, les dio un nuevo título de Copa del Rey.

La clase ORC1 reunió a 38 barcos y las regatas de este grupo, y especialmente las salidas de las pruebas resultaron de lo más atractivo que se pudo ver en los cuatro campos de regatas distribuidos por la bahía de Palma. Ganó el Maserati de Álvaro Irala y Fernando León, que llevaba a bordo a estrellas de este deporte como Luis Martínez Doreste, Guillermo Altadill y Domingo Manrique, y que se impuso a todo un muestrario de veleros de la marca finlandesa Swan, que en los últimos años se han convertido en los grandes protagonistas de las regatas de crucero en todo el mundo. Hasta catorce Swan de los modelos 45 y 42 se inscribieron en esta categoría. Y todavía otros doce Swan 45 se agruparon en una clase propia, compitiendo como monotipos en esta Copa del Rey, con victoria del alemán Earlybird.

ORC1 es también la clase en la que participa el Aifos de la Armada española, un veteranísimo Corel 45 en el que compite como timonel, cuando sus obligaciones se lo permiten, el rey Felipe. Este año, el soberano español sólo pudo tomar parte en las dos regatas del sábado, último día de competición. En la primera tomó contacto con la competición finalizando en el puesto diecisiete entre los 38 rivales, pero en la segunda logró la quinta posición, el mejor resultado del barco en la semana de pruebas, en la que el patrón fue el almirante Jaime Rodríguez Toubes. En la clasificación final, el Aifos fue decimosegundo.

En la clase ORC2 se produjo el hito histórico de la novena victoria de Pedro Campos como patrón en la Copa del Rey. El regatista gallego, uno de los nombres más importantes de la vela española, artífice de la participación de equipos de este país en las más importantes pruebas internacionales, como la Copa del América o la Volvo Ocean Race, además de sus quince títulos en distintos campeonatos del mundo, es ya el auténtico Míster Copa del trofeo más prestigioso que se celebra en España.

También la clase monotipo X-35 tuvo el hecho destacable de coronar por segundo año consecutivo al Red Eléctrica de España de Javier Sanz, el presidente del Real Club Náutico de Palma (RCNP) y del comité organizador de la Copa, un directivo que sabe compaginar su labor como responsable del trofeo con la de regatista que se la juega en el agua. En este sentido resultó igualmente destacable la participación de la presidenta de la Real Federación Española de Vela, Julia Casanueva, en la clase J80 formando equipo con otras cuatro mujeres. Casanueva, que ha intentado poner orden en la convulsa trayectoria de la federación, quiso cumplir así su ilusión de tomar parte como una deportista más en el gran trofeo de la vela española, antes de viajar a Río de Janeiro para acompañar al equipo nacional de vela en los Juegos Olímpicos. En esta clase J80, la de los pequeños y aguerridos monotipos de tan sólo ocho metros de eslora (longitud), la victoria fue, también por segundo año consecutivo, para el Marbella Team de Pepequín Orbaneja.

Finalmente, los enormes Maxi 72 tuvieron una clase propia y pudieron competir entre ellos en tiempo real, aunque sólo reunieron cuatro unidades y eso deslució un tanto sus pruebas, habitualmente muy llamativas porque los veleros, de formas radicalmente competitivas y tripulados por una veintena de regatistas de alto nivel, ofrecen prestaciones asombrosas y casi hacen pequeña la bahía de Palma, uno de los paraísos de la vela en el Mediterráneo. El vencedor en esta clase fue el Bella Mente de Hap Fauth, del New York Yacht Club.

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El Maserati, vencedor en ORC1, con Luis Martínez Doreste al timón y Guillermo Altadill y Domingo Manrique entre los tripulantes. FOTO: maría muiña

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El Red Eléctrica de España de Javier Sanz, patroneado por Alberto Viejo, ganó por segunda vez la clase monotipo X-35. FOTO: tomás moya

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Pedro Campos, a la rueda del Movistar, en el que también navegó Iker Martínez, ganó por novena vez la Copa del Rey. FOTO: nico martínez

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La clase monotipo J80 tuvo como vencedor, por segundo año consecutivo, al Les Roches Marbella Team. FOTO: nico martínez

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El rey Felipe VI pudo participar en las dos regatas disputadas el último día de competición al timón del Aifos de la Armada española. FOTO: nico martínez

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