Vietnam, 40 años después de la guerra

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La guerra de Vietnam queda ya lejana, cuarenta años después de su final, cuando las tropas del Norte entraron en Saigón y unificaron el país. Hoy Vietnam vive concentrado en aprovechar su estabilidad para progresar. Pero todavía hay muchas víctimas de ese conflicto e, irónicamente, es una baza turística.

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Veteranos de guerra se hacen fotografías junto a una turista en el Museo Militar de Hanói

Unos jóvenes se sientan en la terraza de un bar de una popular zona del barrio antiguo de Hanói. Se fotografían con sus smartphones de última generación mientras beben Bia Hoi, la cerveza más popular de Vietnam. Aún no han cumplido los 30 años, por lo que nacieron en un país en paz. Ellos, los jóvenes, suponen el 50% de una población de 93 millones de habitantes. La guerra no condiciona sus vidas, es un recuerdo pasado, una parte lejana de la historia de un país que lucha por mantener un equilibrio entre la tradición heredada y una modernidad que avanza desigual por la senda del capitalismo.

Tres millones de personas resultaron contaminadas por productos químicos usados en la guerra; muchos viven con secuelas y sus hijos nacieron con malformaciones

Vietnam ha sabido reinventarse en estas últimas décadas hasta conseguir ser un país con cierta estabilidad, tanto desde el punto de vista social como económico, lo que significa que se ha convertido en un blanco de inversiones en el territorio asiático desde que en 1993 Bill Clinton, entonces presidente de Estados Unidos, levantó el embargo comercial que se mantenía desde el fin de la guerra. El año pasado, el intercambio comercial entre los dos países ascendía a 30.000 millones de dólares. Grandes empresas del sector textil y del calzado como The North Face, Salomon, Adidas o Inditex tienen toda o parte de su produc­ción en Vietnam. De ser un país dependiente de la importación de arroz de China, ha pasado a convertir­se en uno de los mayores exportadores de este produc­to en Asia. Todo esto ha ayudado a que el país actualmente llegue a un crecimiento estimado del 5,4% del PIB y una tasa de paro del 4,5%, aproximadamente.

Con este telón de fondo, se cumplen 40 años del fin de la guerra entre el norte y el sur –EE.UU., que apoyaba a este último, se retiró en 1973–, y 40 años de la unificación de un país que estuvo inmerso en una guerra desde principios del siglo pasado por culpa de las ambiciones colonialistas francesas y que fue dividido en dos en 1954 por el miedo estadounidense al avance comunista. Han pasado cuatro décadas, pero todavía –aunque la juventud viva en un nuevo mundo– las huellas están presentes. Aún quedan víctimas de aquel conflicto; siguen naciendo niños con deficiencias psíquicas y físicas como consecuencia de las dioxinas y del agente naranja; existen toneladas de explosivos sin detonar que siembran los campos de Vietnam y Laos y provocan miles de muertes y mutilaciones… Es una historia cerrada en falso, porque la guerra se sigue cobrando víctimas, de una u otra forma, cada día.

Víctimas del Agente Naranja

Uno de los mayores objetivos del ejército norteamericano durante la guerra fue la ruta Ho Chi Minh, que recorría Laos y Camboya y por la cual Vietnam del Norte enviaba tropas y munición a los combatientes del Vietcong que luchaban en las regiones de Vietnam del Sur. Los estadounidenses decidieron acabar con la masa selvática que ocultaba dicha ruta empleando herbicidas. Estos defoliantes resultaban tremendamente dañinos para la población al contener dioxinas altamente tóxicas. Durante 10 años, entre 1961 y 1971, en la llamada operación Ranch Hand, se arrojaron 80 millones de litros de herbicidas sobre aproximadamente el 17% del territorio vietnamita. El 61% de este químico estaba formado por dioxinas. Tres millones de hectáreas de bosque fueron destruidas.

Alrededor de 4.800.000 personas fueron expuestas al agente naranja; de ellas, tres millones fueron contaminadas por estos productos químicos. Una gran parte de esta población murió por diversos tipos de cáncer causados por las dioxinas; otra sobrevivió, pero sufre muchas secuelas; y miles de niños han nacido después con malformaciones físicas y graves deficiencias psíquicas.

Para afrontar este problema, en el 2004 se fundó en Vietnam la Asociación de Víctimas del Agente Naranja, con dos objetivos principales: movilizar recursos para la ayuda a las víctimas y luchar jurídicamente para buscar indemnizaciones. La organización presentó una reclamación en la Corte Suprema de Estados Unidos contra las 37 empresas norteamericanas que proporcionaron las sustancias químicas. Entre ellas figuran Monsanto o Dow Chemical. Según relatan miembros de la asociación, las empresas obraron conscientemente en la fabricación y procesado de los herbicidas. La dioxina es un componente que se produce durante la fabricación. Si la producción del herbicida se hubiera alargado, las dioxinas hubieran sido eliminadas, pero las empresas acortaban el tiempo de producción para obtener más beneficios económicos.

Entre el 2004 y el 2009, la asociación presentó varios recursos contra las empresas y fueron ­rechazados, también su posterior apelación. Como último recurso, acudió a la Corte Federal, que también rechazó la querella, pues consideró que los herbicidas no tienen productos contaminantes y que, en caso de tenerlos, no fueron fabricados con la intención de destruir la salud de las personas. La asociación ha presentado además una demanda contra Estados Unidos por crímenes de guerra y por el uso de armas químicas.

De la guerra de Vietnam abundan los documentos gráficos y además inspiró grandes películas de Hollywood

Desde 1984, los veteranos norteamericanos afectados por las dioxinas han recibido de las empresas más de 180 millones de dólares en ayudas económicas, que siempre han sido concedidas fuera del marco judicial. El Gobierno de Estados Unidos actualmente ofrece ayuda y tratamiento a las zonas afectadas por los agentes químicos. Hasta el 2014, entregó a Vietnam 132 millones de dólares para lavar el terreno.

Quizá el más particular de los centros de ayuda a víctimas de las dioxinas sea Villa Amistad, una pequeña aldea cercana a Hanói donde se alojan y reciben tratamiento, de manera rotatoria, 140 veteranos de guerra afectados por el agente naranja y, de forma constante, unos 50 niños nacidos con graves deficiencias psíquicas o físicas. Este centro fue creado en 1992 por iniciativa de George Mizo, un veterano de guerra estadounidense. Su propuesta rápidamente encontró el apoyo de otros excombatientes y hoy recibe apoyo de países como Alemania, Francia, Japón o Reino Unido. Es un centro autogestionado, con una huerta y una granja. Allí, los niños son tratados por profesionales que reciben la ayuda de voluntariado europeo y norteamericano.

La historia como reclamo turístico

Posiblemente, la guerra de Vietnam haya sido el conflicto bélico más mediático de la historia. Infinidad de documentos gráficos han informado sobre ella, y Hollywood ha dejado auténticas obras de arte. Apocalypse Now, Platoon, El cazador o La chaqueta metálica son sólo algunos notables ejemplos de lo que esta guerra ha supuesto para el negocio cinematográfico. Todo ello ha contribuido a que, en la memoria colectiva, el primer recuerdo sobre Vietnam quede para siempre asociado a esta guerra.

En lo que se denominó Zona Desmilitarizada, la del paralelo 17 por donde se dividió Vietnam en dos, pueden visitarse los lugares donde hubo cruentas batallas

Aunque parezca una paradoja, este recuerdo sigue aportando pingües beneficios. Las agencias de turismo vietnamitas son conscientes de esta realidad y venden todo tipo de visitas que sumergen al visitante en el conflicto bélico. Se puede visitar los túneles de Cu Chi, que fueron utilizados por los soldados norvietnamitas para aproximarse a Saigón, o la elaborada construcción en tres niveles que forma la estructura de los túneles de Vinh Moc. Al precio de un euro por bala, cualquier turista puede hacer ejercicios de tiro al blanco con fusiles americanos o con AK-47, empleados en los enfrentamientos. En lo que se denominó Zona Desmilitarizada, es decir, el área donde se sitúa el paralelo 17, por el que se dividió Vietnam en dos países, pueden visitarse los lugares donde se sucedieron algunos de los episodios más cruentos: la Colina de la Hamburguesa, Khe Shan o Camp Carroll son algunas de las batallas que más muertos se cobraron.

Tanto en Hanói como en Ciudad Ho Chi Minh, la antigua Saigón, varios museos acercan también a la guerra. El Museo Militar en Hanói, el de Recuerdos de la Guerra y el Palacio de la Reunificación en Saigón muestran de forma bastante didáctica, aunque siempre con un toque propagandístico, documentales y fotografías, armamento ligero utilizado por ambos bandos, tanques, aviones y helicópteros.

En Vietnam, los últimos días de este mes de abril llegarán cargados de importantes fastos para celebrar los 40 años de paz; para recordar una guerra cruel que se antoja cada vez más lejana. Seguramente, una gran parte de los vietnamitas participe en desfiles y manifestaciones, mientras que otro gran número de conciudadanos aprovechará esos días de vacaciones para hacer turismo por la bahía de Ha Long.

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Un grupo de jóvenes se reúne a tomar cerveza en una de las calles más animadas del barrio antiguo de Hanói, donde se mezclan jóvenes vietnamitas y turistas

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Dos chicas, vestidas con camisetas con la bandera de Vietnam, se divierten en la playa

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Un grupo de universitarias se hacen autofotos en el día de su graduación

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Varias mujeres, en una fábrica de confección textil, uno de los motores de la economía vietnamita actual

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Familiares de soldados caídos en la guerra contra Estados Unidos suelen acudir al cementerio de Trung Son para presentar sus ofrendas: ahí hay más de 10.000 tumbas, muchas de ellas sin nombre, de soldados norvietnamitas de la división encargada de mantener la ruta Ho Chi Minh

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Veteranos de guerra con secuelas por la contaminación por el agente naranja, un herbicida con que se arrasó la selva durante la guerra, hacen ejercicio en un centro de ayuda creado por un excombatiente estadounidense

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Unos estudiantes –algunos con ropa militar– descansan antes de una representación en el templo de la Literatura en el 60.º aniversario de la batalla de Dien Bien Phu contra las tropas colonialistas francesas

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Un joven visita uno de los cañones ubicados en Fort Cannon. En la parte más alta de la isla, los japoneses instalaron unos cañones en la Segunda Guerra Mundial, usados después por los vietnamitas en la contienda

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