Abrir paquetes. Si se tuviera que sintetizar el principal cometido de los youtubers infantiles, esta sería la descripción más adecuada. En la jerga de la plataforma de vídeos más potente del mundo este gesto se conoce como unboxing (o abrir regalos en cámara) y es a lo que los niños youtubers de estos y otros lares parecen dedicar gran parte de su tiempo. Cajas que contienen juguetes, por supuesto, que suelen ser de colores brillantes, casi tanto como los suelos de las casas donde viven estas criaturas y sirven de escenario a sus vídeos. Tras abrir las cajas, estos youtubers precoces recitan las marcas de los juguetes que contienen. Algunos muestran el producto a cámara, detrás de la cual están sus padres, encargados de publicar el material para alimentar a los cientos de miles –incluso millones– de seguidores de sus hijos.
“Cubren la función que hacían antes los anuncios de televisión, que es publicitar un producto”, opina de estos canales Bep Moll, experto en marketing digital
Los niños y las niñas más famosos de YouTube también conducen vehículos en miniatura: quads o 4x4 eléctricos, cuya función primordial parece ser la de aplastar juguetes. Hay una cierta pulsión destructiva en este mundo: se destrozan juguetes, se salta encima del capó del carísimo coche en miniatura o se lo embadurna de pintura para “divertirse”. Hay también poca conciencia ecológica, mucho plástico y mucho gasto: en el canal de MikelTube (3,2 millones de suscriptores), hay un vídeo en el que el padre, siempre disfrazado de gorila, compra de forma compulsiva dos docenas de inflables gigantescos para llenar la piscina de la familia y darles así “una sorpresa” a sus dos hijos.
Arantxa, la protagonista de Los Juguetes de Arantxa (casi 3 millones de suscriptores), parece pasar su infancia entre casitas de plástico y una sucesión de muñecas que le suministra su madre, se diría que a diario. Arantxa vive en Alicante y es amiga de Martina, una de las más veteranas de este ámbito. Su canal, La diversión de Martina, existe desde mayo del 2015 y sus vídeos superan los 700 millones de visualizaciones. Es también una autora infantil de éxito, con más de 200.000 libros vendidos de su serie con el mismo nombre.
Martina, algo mayor que Mikel y Arantxa, ya compra sola, pero también llegan a su casa paquetes para desenvolver: algunos se los envía Arantxa, desde Alicante. Como en una reacción en cadena, un vídeo de YouTube de Martina conduce a un vídeo de Arantxa desde el cual, a su vez, el espectador es transportado al canal Nancy, donde están Manuela y Cayetana: dos rubias hermanas que, como Arantxa, han incorporado a su vocabulario términos como “logotipo” con absoluta naturalidad.
Si tenemos en cuenta que el 70% de las criaturas entre los 2 y 11 años consumen vídeos de YouTube a diario, se entiende que el fenómeno de los niños youtuber esté en un momento álgido. “Sí, la gente ve cada vez menos la televisión y más YouTube: especialmente, el público joven. En parte, porque han nacido viendo este soporte”, explica Bep Moll, estratega en marketing digital. En un entorno así es lógico que aparezcan youtubers infantiles. Niños y niñas que, como explica este experto: “Cubren la función que hacían antes los anuncios de televisión, que es publicitar un producto, ya sea un juguete o un alimento”. “La diferencia –continúa Moll– es que aquí se trata de una prescripción muy directa, porque el niño que lo mira es fan del youtuber. Y si este consume un producto determinado, la posibilidad que su comunidad también lo consuma es muy elevada”.
“Mira lo que tengo, que me da la felicidad”, es el mensaje consumista que la psicóloga Agnès Brossa ve en los vídeos de promoción de juguetes
El fenómeno, como tantos, se origina en Estados Unidos, donde nació YouTube hace 14 años. Y es un niño americano de 7 años, Ryan, el que encabeza la lista de la revista Forbes de los youtubers –adultos incluidos– mejor pagados del 2018. El año pasado, Ryan ganó 22 millones de dólares. En parte, gracias a contratos con empresas como Walmart para comercializar juguetes y ropa con su nombre.
Al navegar por los principales canales infantiles se comprueba que, además de abrir paquetes, lanzar juguetes por la casa o, simplemente, arrollarlos con el coche miniatura, los youtubers también practican lo que en marketing se conoce como storytelling (“el arte de contar una historia”) y los retos, omnipresentes en internet. Estos pueden consistir en “explotar una sandía con 300 gomas” (tres millones de visualizaciones) o intentar adivinar los diferentes sabores de una marca de patatas fritas, cuyos envases son diligentemente mostrados a cámara (3,5 millones de visualizaciones). También hay compras por los niños: en un vídeo de LeoTube (el hermano pequeño de Mikel), el storytelling consiste en narrar como el niño, no satisfecho con los tres coches miniatura que ya hay en su garaje, coge el móvil de su padre, accede a la web de una conocida marca, pulsa un botón y, en segundos, le llega a casa el omnipresente todoterreno blanco.
Una las muchas cosas que sorprende del universo infantil de YouTube es la falta de un talento contundente de sus protagonistas. Aunque en algunos medios se los ha comparado “con los niños actores y cantantes del pasado”, en general, estos niños poco tienen que ver con los clásicos niños prodigio del mundo del espectáculo: no bailan claqué ni se lanzan desde trapecios, ni cantan maravillosamente o actúan con una profesionalidad de Oscar. Son precoces, sí, pero su rol es más bien pasivo: en sus vídeos lo que prima son las posesiones, no el talento. A menos que el talento hoy signifique saber abrir cajas frente a una cámara o lanzar la tableta de la hermana a la piscina.
Los menores de 14 años no pueden dar consentimiento legal. “¿Tenemos aquí a unos padres que no sean muy conscientes del riesgo de que sus niñas sean famosas?”, cuestiona Javier Urra ante estos casos
Pero es que, como explican Bastian Manintveld y Fabienne Fourquet, presidente ejecutivo y CEO de 2btube, la principal empresa de canales de vídeo digital en España, “el unboxing es una de las temáticas más populares en YouTube, tanto en canales adultos como infantiles”. “Los youtubers adultos de maquillaje, por ejemplo, dedican gran parte de su contenido a enseñar y probar productos que les envían o que se compran. En consecuencia, los niños youtuber enfocan sus contenidos en lo que les gusta y les piden sus seguidores”, señalan. Ni Manintveld ni Fourquet consideran que en estos canales prime más lo material que el talento: “Por muchas posesiones que tengas, si no cuentas con la creatividad y talento necesario, no triunfarás. Aún así, no es una norma escrita y siempre hay excepciones… Al final, YouTube es una plataforma en la que se suben, cada minuto, 300 horas de vídeo. Hay cabida para todo”.
Desde octubre del 2016, 2btube tiene una división especializada en contenidos infantiles y familiares: 2bkids, que también organiza campamentos de verano para aspirantes a youtubers. De momento, ya cuenta con 15 “talentos infantiles” a los que se les ofrece “un asesoramiento personalizado, enfocado a aumentar su audiencia y a aumentar sus ingresos a través de las acciones con marcas y el incremento en visualizaciones”.
Unos ingresos, afirman los responsables de la firma, que son difíciles de cuantificar: “Es imposible establecer cuánto gana un creador de contenidos al mes. Depende de la inversión publicitaria, del tipo de canal, de la temática de los vídeos, de la fecha, etc. Además del tamaño de su comunidad de fans, la demografía de estos seguidores y el número de visualizaciones”.
“En YouTube”, añade Bep Moll, “el ingreso principal es por la publicidad que generan los vídeos antes y durante la visualización. Y a más reproducciones de ese anuncio, más cobrarás, sí, pero igual con 10 millones de reproducciones haces 100 euros: depende de donde se vea el vídeo, cada país tiene una tarifa”. Los ingresos también van en función del patrocinio de las marcas: “Algunos de los vídeos de estos niños están haciendo más audiencia que un programa televisivo tan visto como el El Hormiguero. Por eso se pueden pedir cifras muy altas”, añade.
Aunque, como señala Moll, triunfar en este campo no es fácil: “Hay miles de familias que lo intenta pero como MikelTube y Los Juguetes de Arantxa los hay contados. La sensación es que coges al niño y lo grabas haciendo el chorra y te forras y… no. Hay más: hay un nivel actoral, se tiene que producir, grabar... No es tan sencillo hacer un vídeo que vean 10 millones de personas. Se da una imagen que es fácil y no es así”, asegura.
“Si la pregunta es si te vas a hacer millonario con YouTube, la respuesta es no. Se puede vivir siendo creador de contenidos pero, al igual que otras profesiones creativas –futbolista, músico o actor– no todos lo consiguen”, resumen desde 2btube.
Sin embargo, los youtubers más exitosos y sus familias parecen llevar existencias de abundancia y dispendio despreocupado, que no dudan en mostrar a sus seguidores. Cambian de casa, van a colegios privados, tienen coches de alta gama, pasan vacaciones “divertidísimas” en hoteles con todo incluido, se bañan en piscinas de ganchitos, se van de compras a Nueva York y pasan más tiempo abriendo regalos que jugando con ellos: hay un vídeo (Regalos Navidad de Papa Nöel 2017!) en el que las dos hermanas conocidas como Las Ratitas reciben 40 paquetes. Todos primorosamente envueltos por la misma marca de juguetes. En la jerga publicitaria, esto sería branded content o product placement, que es cuando el anunciante forma parte del contenido apareciendo integrado en el vídeo. Sin embargo, para el papá de Las Ratitas, los 40 regalos son “una auténtica locura, una montaña de papel, un montón de regalos y una Navidad increíble, ¡una pasada!”, describe mirando a cámara, al ritmo de una música frenética y de los gritos de excitación de sus hijas, cuyo canal ya cuenta con 11 millones de seguidores.
Las Ratitas son noticia desde que en febrero la organización Save the Children y el psicólogo Javier Urra, ex defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, solicitaran a la Fiscalía de Menores de Barcelona iniciar una investigación sobre su canal. La petición surgió a raíz de un informe del Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC) sobre la publicidad de juguetes. En éste, y por primera vez, se incluyeron a los youtubers infantiles. El organismo ve “con inquietud” la aparición en este soporte de canales promocionales: “Que tienen audiencias masivas y que reproducen sin rodeos todo tipo de estereotipos”. Se destacaba el caso de Las Ratitas, el de más audiencia, “que protagonizan las hermanas Gisele y Claudia, de 7 y 6 años”. El informe ponía como ejemplo el vídeo Las Ratitas se maquillan y se van a la disco a bailar, con 40 millones de visualizaciones: “Las hermanas muestran preocupación por su aspecto físico y aparecen jugando a arreglarse: se maquillan, se peinan y se enjoyan utilizando los diferentes juguetes presentados, como un tocador o un estuche de maquillaje”. Acaban, obviamente, en la discoteca.
“El CAC dio la voz de alarma y Save the Children y yo mismo decidimos dar aviso a la fiscalía, para que actuará según su criterio: la defensa de la infancia compete al ministerio fiscal”, explica Javier Urra.
Aunque internet pueda parecer un territorio sin legislación clara, Urra destaca que, en este caso, los fundamentos jurídicos se basan en la Ley de Protección del Menor: “Dicta claramente que en España no se puede trabajar con menos de 16 años. Y sí, puede haber un niño que trabaje en el cine o en una obra de teatro, pero la ley dicta que los padres tienen la obligación de ponerle un tutor y de informar al ministerio fiscal: el dinero que ingrese lo recibirá cuando cumpla la mayoría de edad. Lo que esto no puede ser es una forma encubierta de trabajo”.
Otra cuestión importante, añade Urra, es que con menos de 14 años los niños no pueden dar consentimiento legal. “Y aquí tenemos la disyuntiva: ¿Podemos tener a unos padres que no sean muy conscientes del riesgo que supone que sus niñas sean famosas?”, dice. “Sin olvidar otro punto y aparte: ¿Hay ingresos económicos? ¿Hay una publicidad encubierta? ¿Hay una utilización ilegítima de los niños?... Yo no lo sé, y para esto está el ministerio fiscal, pero creo que vale la pena llamar la atención a los padres de que podrían estar cometiendo, queriendo o sin querer, un delito”, apunta Urra.
Entrevistada hace unos meses en un programa de Catalunya Ràdio, la madre de Las Ratitas tachó de “prehistórico” el que la critiquen por exponer a sus hijas en internet. Sin embargo, Save the Children considera fundamental cuestionarse la idoneidad de mostrar así a los menores.
“Lo que se ha hecho con este paso es alertar de una posible situación de vulneración del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”, enumera Emilie Rivas, responsable de políticas de infancia de esta organización. “Sin olvidar el principio de interés superior del menor de la Convención de los Derechos del niño”, indica.
La portavoz de Save the Children duda que los involucrados en casos como este sean conscientes de lo que implica esta exposición precoz, que no se da solo en YouTube; hay también un boom de niños instagramers. Por ello, insta a trabajar la educación, la prevención y la corresponsabilidad: “Empezando por la de los padres, que han de respetar el interés superior de sus niños, y la de la sociedad, que tiene que ser crítica cuando los ponemos en peligro. ¡Y sin olvidar a las empresas! Yo creo que aquí hay una responsabilidad compartida de todos los garantes de los derechos de los niños”.
La psicóloga de familia Agnès Brossa tiene muy claro que este fenómeno está fomentado por la industria con un objetivo claro: consumir. “El mensaje es ‘mira todo lo que tengo, que me da la felicidad’. Y si el juguete se rompe… ¡Ya me compraré otro! Creo que se fomenta un tipo de felicidad basada en el consumismo que es perversa”, opina.
Además, recuerda que experiencias como los 40 regalos de Las Ratitas (que no son una excepción) producen “una sobreestimulación tan constante que llegará un momento en el que estos niños nunca tendrán bastante, porque ya nada les estimulará. Entonces, ¿qué necesitarán para obtener la felicidad? ¿Cómo tolerarán la frustración?”.
La falta de empatía es otra característica que la psicóloga detecta en este universo infantil en YouTube: “Reinan el egocentrismo, el narcisismo y el fomento del ‘yo’ sin tener en cuenta al otro. Hay cero empatía. Es desolador”.
Para Brossa, es difícil predecir el futuro de estos youtubers precoces. “Es un fenómeno muy reciente y no tenemos las primeras víctimas, no sabemos como acabará”, dice. Sin embargo, como Urra, que habla de “juguetes rotos”, la psicóloga se refiere a algunos casos conocidos de niños actores que, al crecer “no han tenido éxito como adultos y han sufrido una dificultad emocional grave para tolerar esta falta. Han pasado periodos muy críticos, con una alteración emocional seria. Pienso que podría ir por aquí”.
¿PADRES O MÁNAGERS?
“Para los niños es sólo un hobby. Son siempre los padres o tutores quienes gestionan los canales. Muchas veces, también los comentarios”, explican desde 2btube. Sin unos padres detrás, los niños youtuber no existirían. Progenitores, por cierto, cada vez más reticentes con la prensa. El Magazine contactó con los padres de MikelTube y LeoTube, con los de Martina y Nicolás (Los Mundos de Nico) y con el canal Familukis. El padre de Mikel y Leo agradeció el interés pero, debido a experiencias previas y artículos “sensacionalistas”, declinó participar. Tampoco estaba interesado en comentar nada el padre de Nicolás, que se dedica al marketing digital. Los Familukis y el papá de Martina ni respondieron, pero, en un reportaje en La Vanguardia del 2016, este último explicó que la familia “no busca ni protagonismo ni dinero”, y que todo lo que Martina gana “se ingresa en una cuenta de la nena”. En el mismo artículo, la madre de Arantxa contaba cómo se había hecho autónoma para gestionar el canal de su hija: “Para Arantxa es un juego, para mí es un trabajo. En un mes hemos llegado a ingresar 7.000 euros”.
La idea de que esta actividad es “muy divertida” para sus hijos, es un mantra entre los padres. Como el poco rato que le dedican (“máximo dos horas por semana”, dicen algunos). De todos modos los papás de Las Ratitas –que son también youtubers–, contaron en Catalunya Ràdio que pasan “las 24 horas del día pensando en los contenidos”. “Ellas nos ayudan mucho a tener ideas y a perfeccionar”, dijeron. La madre aseguró no ver “nada de malo” en exponer a sus niñas, aunque ya no muestran donde viven. Tuvieron que cambiarse de casa porque, cada domingo, llegaban a sus puertas los pequeños fans de sus hijas, acompañados de sus padres.