El Leonardo Da Vinci de la innovación tecnológica

Elon Musk

El empresario, que hizo su primer negocio con 12 años y se convirtió en multimillonario con la creación y posterior venta de PayPal , también se ha asentado en el sector espacial: su empresa SpaceX ha sido la primera firma privada en lanzar un cohete.

Vertical

La vida de Elon Musk (45), director ejecutivo de Tesla, reúne todos los ingredientes para convertirse en un guión de Hollywood. No en vano, hay quien cree que el científico multimillonario al que da vida Robert Downey jr. en la serie Iron Man está inspirado en él. Otros, entre los que se incluyen algunos de sus exempleados, lo tildan de narcisista, arrogante, paranoico y obsesionado con el trabajo. Más o menos las mismas cosas que se decían de Steve Jobs…

Musk nació y creció en la Sudáfrica del apartheid. El mayor de tres hermanos, fue un niño introvertido y precoz que aprendió a programar de forma autodidacta. Con 12 años hizo su primer negocio: creó una versión simplificada del mítico videojuego de arcade Space Invaders y vendió el código a una revista de tecnología por 500 dólares.

El empresario tuvo su ‘annus horribilis’ en el 2008: su empresa espacial registró varios fracasos, la de automoción, pérdidas, y él se divorció

A los 17 años escapó a Canadá para evitar el servicio militar y allí conocería a su primera mujer y madre de sus cinco hijos. En 1992 logró una beca para la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), donde cursó un grado en Física y otro en Economía, antes de marcharse a Stanford para un doctorado en Ciencias Aplicadas. Aquí dejó las clases a los dos días para crear, junto a su hermano, Zip2 Corporation, una empresa de software que proveía de contenido a diarios on line y que acabaría vendiendo a Altavista. Invirtió parte del dinero en crear X.com, un sistema de pagos on line que, tras fusionarse con otra startup similar, se convertiría en PayPal.

Sus ambiciones, sin embargo, iban mucho más allá de los pelotazos tecnológicos. Quería cambiar el mundo. “En mis años de universidad me pregunté cuáles eran las áreas que afectarían al futuro de la humanidad: internet, la transición a una economía sostenible y, en última instancia, la vida multiplanetaria”, dijo en una ocasión.

En el 2002, eBay adquirió PayPal por 1.500 millones de dólares en acciones. Musk era el accionista mayoritario. Reinvirtió sus ganancias en crear SpaceX con el fin de, en sus palabras, “reducir el precio del transporte de personas y mercancías a Marte, manteniendo las garantías de seguridad, de manera que, si alguien quisiera mudarse a otro planeta y crear una nueva civilización, pudiese hacerlo”. Se calcula que el precio de los primeros billetes rondaría los 500.000 dólares. Entre tanto, SpaceX colabora con el sector público: en el 2012 se convirtió en la primera empresa privada en acoplarse con la Estación Espacial Internacional (EEI) y devolver la carga a la Tierra, en una misión conjunta con la NASA.

En el 2003 nació Tesla Motors, empresa que fabrica y comercializa coches eléctricos y que aspira a desterrar para siempre los vehículos de gasolina. Su primer modelo, el deportivo Roadster, utiliza un motor de corriente alterna AC que deriva del diseño original que ideó en 1882 Nikola Tesla –probablemente, el científico más minusvalorado de la historia, inventor de la corriente alterna y del primer sistema de comunicación por radio, mal atribuido popularmente a Marconi–. Tesla también vende componentes de propulsión eléctrica a otros fabricantes de coches, como Mercedes y Toyota.

Pero tras la euforia inicial, llegaron las primeras dificultades. El 2008 fue su annus horribilis. Los repetidos lanzamientos fallidos del Falcon 1 (el cohete fabricado por SpaceX), unidos a las pérdidas reiteradas de Tesla, hicieron necesarias diversas inyecciones de capital procedentes, entre otras fuentes, del propio Musk y del Departamento de Energía de EE.UU., que contribuyó con 465 millones de dólares. Además, Musk se divorció de su mujer de forma poco amistosa.

Con Musk y Tesla al borde de la quiebra, el Falcon 1 se convirtió, en su cuarto intento, en el primer cohete privado de la historia en entrar en órbita. En el 2012, SpaceX firmó un contrato con la NASA y hoy es una empre­sa de 3.000 trabajadores; SolarCity es el mayor proveedor de la industria de la energía solar en EE.UU.; y la red Tesla de estaciones de recarga rápida de sus coches eléctricos se expande ya por buena parte de Europa. Todos estos proyectos, ambiciosos, futuristas y temerarios, han surgido de la mente de una misma persona, una suerte de Leonardo Da Vinci de la era de la innovación tecnológica.

¿Su último reto? Un tren de tintes futuristas que alcanzará más de 1.100 km/h.

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