Playas únicas

especial verano

Playas hay de todo tipo: aisladas y concurridas, con chiringuitos y salvajes... pero sólo hay un puñado que son extraordinarias, bien sea por su ubicación, por la proximidad de atractivos que hacen aún más apetecible su visita o bien por los habitantes que la ocupan.

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Tulum donde comienza el cielo Sólo hay un lugar en el mundo donde es posible sumergirse en un océano y sacar la cabeza para respirar y contemplar a la vez unas imponentes ruinas mayas. Se trata de Tulum, en la península mexicana de Yucatán. A diferencia de Cancún, que queda más al norte, Tulum es un oasis de tranquilidad, situado en la vecindad de Punta Allen, el lugar donde se ubica la reserva de la biosfera de Sian Ka’an, una zona protegida de selva y manglares cuyo nombre significa “donde empieza el cielo”. Entremedio, una serie de hotelitos ecológicos, de aquellos donde la electricidad es una anécdota que funciona sólo un rato por la noche por generador o placa solar, aseguran la desconexión. El consejo: El hotel Calaluna sólo dispone de ocho habitaciones ‘adults only’ construidas con barro al modo tradicional. Ni aire acondicionado ni jacuzzi: sólo una ensenada maravillosa delante de la puerta.

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Bodrum la playa de Cleopatra Hacia el este de la ciudad turca de Bodrum, en la costa Caria, se encuentra la isla de Sedir, la única de todo un dédalo de calas y rocas que cuenta con una franja de arena blanca. Se la conoce como la playa de Cleopatra, ya que se cree que la mítica reina hizo traer arena del desierto para retozar en ella con Marco Antonio. La historia viene reforzada porque en el interior de Sedir abundan las ruinas griegas, persas y fenicias. ¿Qué mejor lugar que esta isla para ejemplificar el punto de encuentro entre la cultura egipcia y la romana, aunque la historia de los amantes terminara en tragedia? El consejo: la mejor manera de disfrutar de la costa turca es, sin duda, a bordo de una de sus goletas de madera de acacia. Se pueden alquilar con o sin tripulación, que se encarga también de preparar suculentos platos.

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Boulders Beach arena y plumas A corta distancia de Ciudad del Cabo, la más dinámica de las ciudades de Sudáfrica, la naturaleza se empeña en recordar que es la reina y señora del lugar (página anterior, foto superior). En el parque nacional Table Mountains se dan dos situaciones particulares: se alza el área residencial de Simon’s Town y los habitantes del lugar son humanos, pero también de pies palmeados. En efecto, la playa de Boulders es el paraíso de los pingüinos. Los primeros fueron avistados en 1982, y ya no se movieron. Los bañistas comparten con ellos las piscinas naturales que forman las rocas de granito de más de 540 millones de años. Al salir del agua, mejor hacerlo por los laterales para evitar pisar nidos. El consejo: Un bed & breakfast decorado con estilo inequívocamente inglés, a pocos pasos de Boulders Beach y con excelentes vistas panorámicas.

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Ushuaia. La playa del fin del mundo Cuando se piensa en un destino de playa, es extraño que acuda a la mente la imagen de Tierra del Fuego, pero en las inmediaciones de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, también tienen donde disfrutar de un buen baño. Se trata de la Playa Larga, situada en el lado argentino del canal Beagle, que ejerce de frontera natural con Chile. Allí se extiende una lengua de arena de dos kilómetros que permite disfrutar también de la compañía de cormoranes e, incluso, la cercanía de algunos lobos marinos, que se mantendrán a prudente distancia. En el horizonte, el faro Les Éclaireurs y la isla de Navarino, donde hay un cementerio de ballenas. A las espaldas, el glaciar Martial. El consejo: Situado al oeste de Ushuaia, con vistas al canal Beagle y muy cerca del parque natural Tierra del Fuego, Los Cauquenes aporta confort y un tentador spa.

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Alter do Chao, la playa intermitente En medio del río Amazonas, tierra adentro y a mitad de camino entre la ciudad de Manaos y el Atlántico, se localiza Alter do Chao. En este lugar perdido del estado brasileño de Pará se da un fenómeno curioso: por allí pasa el río Tapajós, afluente del Amazonas que de julio a septiembre lleva poco caudal y permite la aparición de una barra de arena fina. El clima cálido hace el resto, y por eso este sitio es conocido como el Caribe amazónico. Además, está justo enfrente de la reserva de Tapajós-Arapiuns, ideal para vivir una experiencia de selva pura. El único problema de este paraíso es que hay que vigilar por si hay una raya escondida en los bajíos, pero es fácil verlas gracias a la claridad extrema del agua. El consejo: Cuatro chalés o una casa en la playa son las propuestas de alojamiento de la Pousada Villa Aruma.

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Stiniva, la playa perfecta La ciudad croata de Split, cuyo centro histórico sigue atrapado dentro de los límites de lo que fue el palacio del emperador romano Diocleciano (244-311), desborda una belleza de aires venecianos a la que sólo faltan los canales para completar el cuadro. Pero a falta de vías navegables, Split disfruta de un espléndido puerto desde el que se puede alcanzar sin dificultad la isla de Vis, un paraíso de biodiversidad. En ella se encuentra la que se considera la mejor playa de Europa, una breve franja de tierra escondida entre altas paredes de roca que se llama Stiniva. Para alcanzarla hay que alquilar un taxi-barca en el puerto de Rukavac o afrontar 20 minutos de caminata por un camino de cabras que desciende desde Žužec. Pocas veces el esfuerzo vale tanto la pena. El consejo: un tanto oscura pero con un pescado fresquísimo, la Konova o taberna Varos de Split es el lugar donde disfrutar de una buena cena y de un vino blanco local al final del día.

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Islas del Rosario placeres privados Aunque sea patrimonio Unesco, la caribeña Cartagena de Indias, en la costa norte de Colombia, no es famosa por sus playas, sino por sus casas coloniales y por sus evocaciones de García Márquez. Los habitantes de Bocagrande y otros barrios exclusivos son más de Club Marítimo –situado en la fortaleza española de Pastelillo– e isla privada: a unos 30 km de la costa, el archipiélago del Rosario forma un collar de coral que flota en un mar turquesa. Isla Grande cuenta además con una laguna interior, y San Martín de Pajarales, con un oceanario. En muchas de las 27 restantes se refugiaron esclavos prófugos, que las vendieron más tarde. Basta salir a bailar para que nos invite su feliz propietario actual. El consejo: Instalado en lo alto del baluarte de Santo Domingo, con vistas a la ciudad antigua y al mar, el Café del Mar es el local al atardecer.

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Strómboli baño de fuego El escritor Alejandro Dumas, autor de Los Tres Mosqueteros, dijo que visitar Stromboli era como tener una cita en el infierno. Algo de razón tenía, ya que la población de esta isla del archipiélago italiano de las Eolias se ilumina cada noche con los esputos de fuego que el volcán arroja al cielo, visibles cuando el sol se hunde en el mar. Prácticamente no hay más luces, y las calles permanecen en penumbra por la noche, animadas por el brillo que surge de los restaurantes y bares a los que acuden los bañistas, después de pasar el día en su playa de guijarros negros. Sus pieles enrojecidas compiten con el fulgor de la caldera. El consejo: Para cenar con vistas al volcán, nada como acercarse al restaurante L’Osservatorio. La cocina es correcta, sin más, pero el espectáculo es impagable. Cuenta con transporte gratuito al pueblo.

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