Viajes con poca huella ecológica

Abunda la oferta de establecimientos turísticos que se definen ecológicos, sostenibles o concienciados, pero a veces sucede que quienes consumen estas etiquetas no tienen muy claro lo que significan. Como decía con ironía Petra Kelly, fundadora del Partido de los Verdes alemán, “todo el mundo quiere volver a la naturaleza, si no tiene que andar”. Justamente, para despertar conciencias y aclarar conceptos, las Naciones Unidas han designado el 2017 el año internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo. La idea es fomentar los destinos que cuidan el bajo impacto en el medio ambiente y la cultura local. Y animar a los turistas para que lleguen, pero dentro de un orden.

Cabo Verde

A pesar del nombre, Cabo Verde no es un vergel, sino un pedazo de Sáhara desprendido de la costa de Senegal. La isla de Sal fue la primera en ser explorada y la última en habitarse, debido a la falta de agua. Por eso en Cabo Verde ponen gran atención en la conservación de los recursos, hasta el punto de que el Banco Mundial ya distinguió este país isleño en el 2013 por sus esfuerzos en favor del turismo sostenible. Boavista (en la foto de la página anterior) es la isla donde mejor se aprecia la oferta ecoturística, siempre contando con el atractivo de sus largas playas de arena blanca. Otros atractivos de Cabo Verde son los parques nacionales de Monte Gordo y de la Sierra de la Malagueta, donde los volcanes extintos se alternan con llanuras que se extienden en el fondo de los valles, ideales para quien disfruta del trekking por lugares que recuerdan las fotografías de Marte. Un clima tropical con calor y vientos constantes a lo largo del año atrae a los amantes del windsurf.

Un consejo: uno de los alojamientos más especiales de Cabo Verde es el ecolodge Spinguera, situado en la costa de Boavista y con las olas lamiéndole los pies. Sus edificios se integran en el paisaje, como debe ser en un establecimiento construido en las inmediaciones de un parque natural. En otras épocas fue una pequeña aldea de pescadores. www.spinguera.com. 

 

Tanzania

Países africanos como Tanzania aún conservan grandes espacios vírgenes, pese a la presión turística, en especial cuando el viajero se aleja un poco de las rutas más habituales. Por ejemplo, en las aguas rojas del lago Natrón (en la foto), que debe este color a las algas y microorganismos que habitan en él. Las aguas están tan cargadas de carbonato sódico que pocos animales, los flamencos, entre ellos, pueden vivir aquí. El mismo componente actúa como conservante de los que mueren a su vera, creando imágenes fantasmagóricas. Los antiguos egipcios ya usaban carbonato sódico en sus momificaciones. Una vez en Tanzania también hay que visitar, cuando menos, el parque nacional de Serengueti.

Un consejo: el atractivo de la cultura masái se ha convertido, en muchos casos, en simples espectáculos para turistas. Para vivir una experiencia real de convivencia respetuosa, mejor confiar en agencias que incorporan estos valores en sus catálogos, como Tuareg. www.tuaregviatges.es

 

Nueva Zelanda

El tópico dice que en Nueva Zelanda hay nueve ovejas por cada habitante, lo cual quiere decir que los ungulados disponen de abundantes pastos porque el país está muy deshabitado. La única presencia de algo parecido a una zona industrial se encuentra en la isla Norte, y aun así no impresiona. En la Sur, muchas cañadas transitan por la fina línea de costa que queda entre los Alpes Neozelandeses y el mar de Tasmania, al oeste. Es lo que los kiwis (los locales) conocen como The Coast, dando a entender que no hay otra igual. Allí se encuentran senderos para montañistas como el Routeburn, uno de los más cortos y espectaculares, o las formaciones rocosas Pankake Rocks (en la imagen), que reciben su nombre por su forma aplastada. En realidad, todo el país es una sucesión interminable de parques y zonas protegidas.

Un consejo: una forma de disfrutar del paisaje sin estrés es cruzar la isla Sur a bordo del tren panorámico TranzAlpine, que va de la ciudad victoriana de Christchurch hasta Greymouth y viceversa. Son 224 km de precipicios y glaciares. www.kiwirailscenic.co.nz

 

Panamá: islas de San Blas

Panamá es conocido por el famoso canal que une océanos, pero todavía hay quien no lo asocia con un vergel tropical. El país está desarrollando una importante política de reforestación entre sus agricultores, para que se conciencien sobre la necesidad de crear ecosistemas sostenibles. Además, diversas comunidades, como los kuna, han abrazado la causa del turismo concienciado porque encaja muy bien con sus valores tradicionales. El mejor ejemplo es el archipiélago de San Blas, donde hay más de 350 islas para explorar, pero sólo 10 están habitadas y ofrecen alojamiento en chozas de madera y palma trenzada, muy simples. Las inmersiones con bombonas de oxígeno están prohibidas, pero nada impide disfrutar de sus fondos coralinos mediante el snorkel. San Blas se encuentra cerca del Darién colombiano, región conflictiva durante años, lo que, de forma indirecta, ha contribuido a preservar el entorno.

El consejo: el alojamiento en las islas de San Blas puede ser bastante precario, con suelo de arena y un techo a la manera de Robinson. Si se prefiere algo más sólido, Yandup Lodge ofrece una isla privada, rodeada por un arrecife de coral y con una pequeña playa de arena blanca.  www.yandupisland.com

 

Tonga

El paraíso polinesio de Tonga está fuera del tiempo. O los tiene todos, según se mire, puesto que allí se sitúa el meridiano UTC o Tiempo Universal Coordinado, el punto donde se encuentra el principio y el fin de los husos horarios. Quizá por eso sus habitantes se empeñan en ignorar el reloj: los museos y las tiendas pueden abrir un par o tres de horas aleatorias al día, o no abrir. Liberados de la tiranía del cronómetro, Tonga pide disfrutar de este paraíso del Pacífico al ritmo relajado de sus gentes. Mu’a es quizá el lugar que recibe más visitas, puesto que concentra las 28 tumbas reales o langi, así como la gran pirámide de Tele’a. Y el palacio real. El resto es una colección de playas solitarias e inexploradas.

El consejo: Una fale es una cabaña tradicional de Tonga, y alojarse en una de las 13 de que dispone en una isla privada es lo que propone Fafá Island Resort. El lugar cuenta con un laguna interior rodeada de palmeras y se abastece de energía solar. www.fafaislandresort.com

 

Noruega

El país nórdico goza de la fortuna del petróleo, que, gestionado por el Estado, redunda en un bienestar sin parangón. La conciencia ecológica y social, unida a un número contenido de habitantes, hace el resto. Conectados con tierra firme gracias a las rutas marítimas del Expreso del litoral, pueblecitos instalados en islas perdidas en medio del mar del Norte como Havøysund se sirven de un parque eólico como de juguete para abastecerse de energía. Pero para sentir la conexión con la naturaleza en todo su esplendor hay que visitar las Lofoten en verano: en Nusfjord (en la foto), Flakstad, encontramos una bahía bien protegida donde se alzan algunas rorbu o cabañas de pescadores convertidas en hotel. Aquí no hay más lujos que el paisaje de los fiordos.

El consejo: uno de los factores que más encarecen un viaje es el transporte aéreo. Por suerte, la compañía Norwegian está revolucionando el mercado y poniendo los países nórdicos al alcance de más bolsillos. Ahora se lanza también a la conquista de América. www.norwegian.com

 

Bután

En Bután ni se caza ni se pesca, por convicción religiosa, lo que unido a un proteccionismo ancestral frente a las novedades que llegan del exterior, convierte a este pequeño país del Himalaya en un viaje al pasado y un oasis de biodiversidad. Una de sus imágenes más conocidas es la del monasterio Taktsang o Nido del Tigre (en la foto), un templo situado a casi 3.000 metros de altura al que llegó Gurú Rimpoche o segundo Buda por el aire, cabalgando una tigresa. Más allá de la leyenda, el acceso se realiza a caballo en parte para proseguir luego la ascensión a pie, a la sombra del monte Jomolhari, un pico de más de 7.000 metros de altura. El país dispone además de diez reservas naturales donde habitan animales en peligro de extinción, como el tigre de Bengala o el oso negro del Himalaya. Los podemos ver, por ejemplo, en el parque nacional Jigme Singye Wangchuk.

El consejo: para llegar a Bután hay poca oferta de vuelos. Sólo aterriza allí Drukair, la compañía nacional, que sirve destinos como Delhi, Katmandú o Bangkok. Para abaratar el primer tramo del viaje, se puede contar con Turkish Airlines. www.turkishairlines.com

 

Uruguay: cabo Polonio y laguna Garzón

Atrapado entre dos gigantes turísticos como son Brasil y Argentina, Uruguay juega la carta de la discreción y la conciencia. Por ejemplo, el 90% de la electricidad que produce procede de renovables desde el año 2015, y actualmente trabaja en la creación del primer aeropuerto totalmente sostenible del mundo. Uno de los mayores reclamos turísticos es el avistamiento de ballenas en lugares como el cabo Polonio o de lobos marinos en la reserva que queda justo enfrente, en las islas Torres (en la foto). La carretera se acaba 7 km antes de llegar, por lo que no queda más remedio que andar o alquilar los servicios locales de 4x4. Las casas no disponen de electricidad, con la excepción de las que tienen grupo electrógeno: ideal para contemplar las estrellas. Los que prefieran las aves tendrán que ir al sur, a laguna Garzón.

El consejo: Laguna Garzón Lodge se inscribe dentro de la categoría de hoteles ecofriendly, pero lo mejor es su ubicación: está instalado junto a una estrecha lengua de arena que lo separa del mar, y sus habitaciones flotan literalmente en el agua. Unas pasarelas de madera sirven para llegar a la estructura principal de este paraíso. www.lagunagarzon.com.uy