18 horas

Si les soy sincero, no sé muy bien qué hora es ahora mismo. El capitán acaba de avisar que en 40 minutos aterrizaremos en Nueva York y que la hora local son las 8. Pero ¿son las 8 o las 20 horas? ¿De qué día; del mismo en el que he salido de Tokio? ¿O son las 8 de mañana? ¿O de ayer?

Les escribo en rumbo de Tokio a Nueva York haciendo una escala de dos horas en Londres ya que la parte del viaje en Estados Unidos apareció después que la japonesa y no pude ir hacia la derecha de Japón, sino que he tenido que ir ganando horas en el sentido del movimiento del planeta (lo supongo, porque ahora mismo estoy intentando saber en qué dirección nos movemos haciendo rotar una naranja en mi mano derecha para diversión/mirada sospechosa del compañero de fila).

No sé muy bien si deberé ir a la cama al llegar al hotel o tendré todo el día por delante luchando contra el cansancio. Supongo que será directo a dormir ya que parece que está anocheciendo, aunque con los colorcillos con los que tintan las ventanas de los Boeing 787 uno nunca lo sabe a ciencia cierta.

Lo que sí sé es que el destino es Nueva York, y el motivo, investigar en detalle unos fenómenos que espero poder compartir con ustedes en breve. Equipado con una libreta, cámara, un buen calzado deportivo y un arsenal de excusas para cuando me pregunten qué hago fotografiando lineales de supermercado y cartas de restaurantes, en cuatro días debo peinar los principales barrios de la ciudad.

El tema es que después de dieciocho horas metido en un avión (doce y pico de Japón a Gran Bretaña y otras ocho hasta Nueva York) uno llega realmente exhausto. Ni las melatoninas ni los licores ni eso de “en cuanto subas el avión ponte en horario de donde sea que vayas” (como vemos, no sé ni qué hora es ahora en Nueva York) funcionan.

En estos casos agradecerías que los hoteles (lo siento, no se puede hacer check-in hasta las 15 horas) no trasladaran sus procesos internos a unos clientes exhaustos que lo único que quieren es una cama donde descansar y aclimatarse a la ciudad que nunca duerme.

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