Acaba agosto

Y, como cada año, se repiten artículos que han vivido docenas de reencarnaciones previas. Por ese motivo a algunos columnistas les da reparo volver sobre temas manidos. Es un reparo innecesario, porque esa misma sensación sintieron cada agosto los columnistas de siglos precedentes, hasta los que en la Roma imperial pegaban sus escritos sobre las columnas de los edificios (de ahí el nombre de este género periodístico).

Con espíritu de servicio, les propongo para estos días seis inicios de artículos escritos mil veces pero suficientemente aprovechables. Tomen ustedes uno –el que prefieran– y continúenlo hasta llegar a la cantidad de caracteres deseada.

Les propongo seis inicios de artículos manidos que pueden completar en casa

Inicio 1: “Basta un vistazo alrededor para constatar cómo, tras las vacaciones, siempre hay parejas que deciden separarse. Durante el año se ven poco pero, cuando llega agosto, el gran cercenador, conviven un mes entero, veinticuatro horas al día, y se evidencia que no se soportan...”. Etcétera.

Inicio 2: “Los agoreros que dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor olvidan que, antes, en septiembre se producía un ritual terrible: la cena en casa de algún amigo, ¡rematada con una sesión de diapositivas de sus vacaciones!...”. Etcétera.

Inicio 3: “El alma humana está llena de recovecos paradójicos, y uno de los más espectaculares es el de los que, habiendo deseado tanto que llegasen las vacaciones, en cuanto llegan lo lamentan porque eso significa que empiezan a acabarse...”. Etcétera.

Inicio 4: “Hoy me he encontrado con uno que se quejaba de que se le habían acabado las vacaciones. Le he dicho: ‘Feliz tú, que has tenido. ¿Eres consciente de que muchas personas no saben ni lo que son porque están en el paro?’...”. Etcétera.

Inicio 5: “Cada año, por vacaciones, mi amigo Mateo se lleva un montón de libros para leer. Cada año regresa sin haber leído ninguno y sintiéndose culpable...”. Etcétera.

Inicio 6: “¿Por qué cuando tomamos un avión de Europa a América la duración del vuelo es distinta a cuando lo tomamos de América a Europa?...”. Importante aquí una alusión al jet lag. Y no estaría mal rematar la pieza confesando que, por mucho que te lo expliquen, no entiendes cómo un aparato tan pesado como un avión puede mantenerse en el aire. De hecho sí que lo entiendes pero, como muchos lectores han pensado eso alguna vez, se sienten identificados con la columna y eso les encanta.

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