Bye, Bye, Jackie

Ha muerto Jackie Collins, la prolífica contadora de historias de seducción, codicia, drogas y sexo en las entrañas de Beverly Hills. Las extravagancias, el glamur y los pecados de sus personajes ricos y famosos la convirtieron en un icono de la ficción popular.

Desde su primer y escandaloso best seller, cultivó una estética de estrella de Hollywood adicta a cirugías, cardados, escotes irreverentes y pedruscos de ocho quilates en el anular. Con todo, siempre se declaró abiertamente feminista y, como protagonistas de sus tórridas novelas, eligió a mujeres fuertes, determinadas y sin complejos.

Le llenaba de orgullo hacer entrar en las librerías a gente que, quizá sin ella, nunca lo habría hecho

Escribía a mano, con nulas aspiraciones estilísticas y escasa atención al rigor de cualquier tipo, pasándose por el arco de triunfo las demoledoras críticas literarias que recibió. ¿Cómo voy a tener yo aspiraciones de alta literatura, si ni siquiera terminé la secundaria?, dijo con humor más de una vez. Sumando ediciones, despachó por el mundo unos 500 millones de ejemplares de 32 títulos que coparon siempre las listas de libros más vendidos en The New York Times.

Tal como solía confesar en sus entrevistas, le llenaba de orgullo hacer entrar en las librerías a gente que, quizá sin ella, nunca lo habría hecho. Y con sus ventas millonarias probablemente engrasó durante décadas la maquinaria editorial, contribuyendo a que otros tipos de literatura más minoritaria vieran la luz.

Seis años estuvo luchando, tras su maquillaje excesivo y sus lentejuelas, contra un devastador cáncer de mama. A lo largo de este tiempo, no esquivó compromisos profesionales, no dejó de atender a lectores, prensa y amigos, y no paró de escribir.

Poca broma, Jackie Collins. Descanse en paz

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