Catas a ciegas

Según Michelin y los afortunados que lo conocen, Atrio, en el viejo casco histórico de Cáceres, es uno de los grandes restaurantes españoles, pero en opinión de los entendidos, es, además, la bodega mejor surtida de Europa. A Julián Rodríguez, escritor y editor, le encargaron los dueños de ese establecimiento el cuidado tipográfico de su carta de vinos. El resultado es, sin duda, la más espectacular que se haya visto nunca: todo un libro en gran formado de 350 páginas y la historia sucinta, localización, propiedades y listado y precios de los cientos de vinos de todo el mundo que esperan en ese remoto confín del sudoeste español a quien los pida. De Francia o España a Nueva Zelanda y Líbano, los mejores, más conocidos y más caros blancos, tintos, rosados y dulces del planeta, algo, en efecto, colosal. Incluso a quienes tenemos un punto de cuáqueros nos deja con la boca abierta.

¿Puede a nadie sentarle bien un vino de 19.800 euros?

Julián Rodríguez le ha regalado a uno un ejemplar de esa carta (la conservaré como oro en paño: fascina como el catálogo de las naves de La ilíada o los toponímicos de À la recherche...) y una botella de oporto. Creo que dijo que este era modesto en comparación con muchos de los vinos que figuran en ese centón (todos esos château Petrus, Margaux, Lafite o Latour, que parecen estar vendiéndote el castillo y no una de sus botellas, que oscilan entre los 3.000 y 9.000 euros), pero lo cierto es que el suyo resultó exquisito, y no sólo porque vinieran con él la solera de una vieja amistad y los taninos de su bondad e inteligencia; en una cata a ciegas probablemente habría podido codearse con otros de su clase tan o más arrogantes y exclusivos.

Porque vamos a ver: ¿quien dispuesto a pagar 19.800 euros por ese Petrus de 1947 sería capaz de asegurar, en una cata a ciegas, que ese es mejor vino que otro Petrus de 3.000 o un ribera o rioja de 60? Incluso más: ¿puede a nadie sentarle bien un vino de 19.800 euros? Admitamos que algo así puede suceder, pero ¿querríamos ser amigos, sin dejar de ser un poco cuáqueros, de alguien a quien no le tiembla el belfo al beberse 19.800 euros? Va uno pasando, fascinado, las hojas de esta famosa carta de vinos. Cuánta novela y cuánta novelería viene en ella. Pero nos ha dado la idea: sí, debiera someterse todo, literatura, arte, personas, incluso programas políticos, a catas a ciegas... Todo sin etiquetas, pulsando cada uno el fondo de sí mismo y el propio coraje para decir, enteramente libre, llegado el caso: el emperador está desnudo... y además borracho.

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