Ciento treinta

Si usted lee esto este domingo, sepa que se cumplen 130 años de la aparición de la Coca-Cola. Si lo lee el sábado, el cumpleaños será mañana. Si lo lee el lunes, ayer. Y así. Fue en 1886, el año en el que Stevenson publicó El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde y Nikola Tesla (tan de moda estos últimos tiempos) inventó el alternador. Les ahorraré la historia de cómo se creó la bebida, de la farmacia de Atlanta donde se vendió inicialmente y de lo secretísima que es su fórmula. La primera vez que la probé fue de niño, en un ático de la Gran Via de Barcelona. Mi madre era modista e iba a coser a casas de ricachones. Yo la acompañaba para no quedarme solo en casa. Me sentaba en una silla y me daban un montón de revistas, para que fuese leyendo. Un día, la señora me propuso:

–¿Quieres una Coca-Cola?

Le dije que sí. Me gustó. El sabor, las burbujas... Fue la única que tomé en esa casa porque, a partir de entonces, siempre que me ofrecían una contestaba:

–No, gracias.

En casa no bebíamos coca-cola sino zarzaparrilla 1001, que era más barata

Yo hubiese tomado una cada vez que íbamos pero, tras aquella primera vez, mi madre me advirtió que nunca aceptase una invitación, porque más pronto o más tarde los favores se pagan. A veces veía que llegaba el repartidor del colmado, con una carretilla con cajas de Coca-Cola apiladas. En aquella época eran de madera, amarillas y con el logotipo en rojo.

En casa no la bebíamos. Demasiado cara. A veces, cuando volvíamos de la playa, en la bodega comprábamos zarzaparrilla 1001 (“bebida nacional a base de cola, elaborada y garantizada por Becamsa”). Nada que ver. Era más dulzona, y las burbujas no tenían la gracia de la americana. Pero era barata. La botella “familiar” de un litro costaba 7,50 pesetas.

Luego he tomado Coca-Cola muchas veces. Convenientemente acompañada, en forma de raf o de cubalibre. Las mañanas con resacón, cuanto te has ido a la cama sin el Alka-Seltzer preceptivo, salvan del sopor. Un día descubrí que sirven también para preparar un postre delicioso: el coke float. Coges un vaso, llenas tres cuartas partes con Coca-Cola y entonces, lentamente, pones encima una bola de helado de vainilla. Cuando la bola flota sobre el líquido, sin tocarla añades poco a poco más cola, hasta llenar el vaso. Ni se te ocurra poner primero el helado y luego la cola porque entonces crearás tal cantidad de espuma que será mejor que lo tires todo por el fregadero. Feliz cumpleaños.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...