Comer solo mola

Volvamos con las nuevas tendencias de restaurantes. Hoy analizaremos uno que se llama Eenmaal, que, según explican, en neerlandés significa “un soltero” (uy, perdón: “un single”). Hace un par de años abrió su primer local en Ámsterdam. Se trata de lo que llaman un pop-up restaurant; es decir: abre durante días para luego cerrar y, al cabo de un tiempo, volver a abrir también durante días. Tras el éxito de ese primer local han decidido abrir otros en Europa, empezando por Londres, que es lo obligado en estos casos. Tras su inauguración en enero ahora consideran la posibilidad de que no cierre nunca.

Pero la gran característica de los Eenmaal no es esa, sino que se trata de restaurantes donde comes solo. No puedes ir acompañado. Todas las mesas son para una única persona. Los ha fundado Marina van Groor, que, evidentemente, ni es cocinera ni nada que se le parezca (como sucede en tantos otros restaurantes, últimamente), en colaboración con dos agencias de diseño grafico. Hasta ahí, perfecto. El problema llega cuando empiezan las admoniciones. Van Groor explica a Bu­si­ness­week que su objetivo es “demostrar que comer solo puede ser buena cosa”. Ese catecumenado se completa con consideraciones como que, hasta ahora, comer solo en un restaurante puede ser a veces triste y embarazoso, porque envidias a las parejas de otras mesas.

¿DESDE CUÁNDO COMER SOLO EN UN RESTAURANTE ES EMBARAZOSO?

A ver. ¿Desde cuándo comer solo en un restaurante donde en otras mesas hay parejas, tríos o cuartetos es embarazoso? Precisamente esa es una de las maravillas de la vida cotidiana. Ya soy suficientemente mayorcito para no tener que comer acompañado de nadie. Entiendo que cuando era un bebé tuviese que hacerlo ayudado por mi madre o mi padre. Pero desde que aprendí a manejar los cubiertos preferí que no me importunasen. Por eso me encanta comer solo e intento evitar siempre que puedo las comidas con otras personas, que en general anhelan darte conversación cuando lo que tú quieres es, simplemente, comer. Y lo de que cuando comes solo envidias a las parejas de otras mesas es para descuajaringarse. Precisamente una de las gracias de comer en un restaurante al que la gente va como quiere –sola o en rebaño– es que, mientras comes la mar de tranquilo, puedes fijarte en esas parejas que comen juntas, pero sin mirarse a la cara en toda la comida (atentos cada uno a su móvil) y recriminándose algo en cuanto levantan la vista de sus telefonitos.

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