Comprando mujeres

1. Aparece en los medios la grabación de la reunión de un grupo de guardias civiles espías en el chalé de su jefe, el ahora encarcelado Francisco Granados. Se oye a uno de los agentes afirmar que el entonces viceconsejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Alejandro Halffter, había propuesto celebrar no sé qué con un “volquete de putas” (palabras textuales). 2. Uno de los implicados en el asunto de las tarjetas black de Cajamadrid asegura que les habían dicho que no las utilizasen para pagar servicios sexuales (a pesar de que los gastos de algunos implicados hacen sospechar lo contrario).

3. Entretanto, el exdirector del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn es juzgado en Francia por proxenetismo. 4. Y Berlusconi… bueno, lo de Berlusconi y las mujeres de pago, ya ni se sabe. 5. Etcétera, etcétera, etcétera. Esas noticias, y ciertas confesiones que he recibido, y diversas conversaciones, me llevan a pensar que en el mundo de los hombres poderosos, la prostitución es un apéndice inevitable, igual que las turbas de rameras que seguían a los ejércitos por las tierras de Europa en los siglos pasados. El sexo de pago no es sólo habitual, como antes solíamos creer, entre pobres hombres insatisfechos o asquerosos pervertidos, sino también entre varones ricos y prestigiosos, para los cuales seducir a alguien, aunque sólo sea por una noche, no debería ser algo imposible.

NO LOGRAMOS COMPRENDER ESE GUSTO DE TANTOS HOMBRES POR LOS CUERPOS DE ALQUILER

Las mujeres no logramos comprender ese gusto de tantos hombres –no todos, por supuesto, pero en cualquier caso demasiados– por los cuerpos de alquiler. Y no porque, en contra de lo que afirman los tópicos, no sintamos el deseo con tanta intensidad como ellos, no porque no alcancemos a disfrutar del sexo sin necesidad de que exista amor y romanticismo de por medio, sino porque para nosotras, creo, el encuentro sexual no se define generalmente en términos de poder y dominación, tal y como parecen entenderlo esos usuarios. (Y claro que también hay mujeres que hacen uso de la prostitución, aunque sean infinitamente menos que los hombres.)

Puede parecer una tontería, pero estoy convencida de que mientras ciertos varones celebren sus éxitos con “volquetes de putas” o cierren negocios rodeados de cuerpos femeninos en alquiler que se pagan unos a otros, las mujeres seguiremos teniendo complicado acceder a determinados círculos de poder. Salvo que lo hagamos como ganado a su disposición.

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