En el spa

Les escribo estas líneas desde el hotel Standard Spa en Miami, donde he venido un par de días en una especie de descanso dominical entre tres semanas de viajes por todo el globo. Normalmente los meses de septiembre vienen muy cargados de trabajo, pero este año, no sé si por el aparente fin de la crisis o por la incapacidad de organizar bien mi calendario, es especialmente duro. Por eso (y aprovechando que tenía unas reuniones en Miami) decidí darme un homenaje y reservar un par de horas de tratamiento exprés en el spa del Standard. Ubicado en el antiguo hotel Lido, el edificio fue uno de los primeros spas en Estados Unidos, y esta cadena de hoteles, que corren más que las tendencias, lo ha adaptado para el turismo actual que busca espacios singulares con tanta historia como ancho de banda en el wifi.

En este momento acabo de salir del tratamiento en el que me han rebozado con barros y otras sustancias que huelen un poco al jabón para limpiar los suelos. Una vez acabada esta primera parte, en la que se supone que debo absorber minerales, hemos procedido a la parte en la que me han amasado como si fueran a hacer pan con mi cuerpo. Han sido 90 minutos de contorsión y estiramiento con un masajista que se ha empeñado en que respiremos a la vez. Lo que me faltaba: coworking en el masaje.

Pero lo más sorprendente no han sido ni las respiraciones acompasadas ni los malabarismos con la toalla para no dejar mis partes al aire ni la sucesión de aromas que parecían versiones para adultos de las sesiones olfativas con mis clientes de perfumería de lujo. No. Lo más increíble ha sido la selección musical.

Durante los noventa minutos de amasado hemos hecho un recorrido por todas las músicas que uno puede escuchar en un parque temático o en una película de Tom Cruise. ¿Quién decidió que una mezcla de músicas étnicas era buena para relajarse? ¿Quién pensó que era necesario escuchar a los monjes de Silos y a los de Tíbet y a los de India, a los japoneses y a los africanos para conseguir que los amasados pensemos que el tratamiento realmente funciona?

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