El espectador comprometido (y 2)

Nos habíamos quedado en que la gauche caviar y la izquierda revolucionaria se pusieron de acuerdo en atacar a Aron por querer este acabar con los privilegios de sus colegas, los profesores agregados universitarios, quienes montaron Mayo del 68 precisamente para conservarlos.

¿Y qué fue Mayo del 68? “Una semana de algaradas estudiantiles. Y luego, dos semanas de huelgas generales hasta que paralizaron la vida económica del país. Y después, una semana de crisis política, en la que llegó a creerse que el régimen podría desmoronarse por las acometidas de Cohn-Bendit. Ese día, en esa última semana, me hice gaullista. Al oír al general De Gaulle en la radio, el día 30 de mayo, supe que aquello se había acabado, y grité por una vez en mi vida: ‘¡Viva De Gaulle!’.

CON MAYO DEL 68 CASI EMBARCARON A FRANCIA EN UNA GUERRA CIVIL POR LA FRIVOLIDAD

Me parecía indigno que una pandilla de niñatos fuese a acabar con el gobierno, con el régimen y con la Francia política (...) Que estuvieran a punto de destruir la vieja universidad sin construir otra nueva, destruyendo de paso una economía que tanto había costado crear. Fue ridículo que las huelgas de la primera semana se trataran en Consejo de Ministros. La delicuescencia del Estado me impresionó (...) y aquel carnaval me irritaba: todos empezaron a tutearse”.

¿Cómo, de la noche la mañana, se llegó a aquella chirigota? Aron recuerda un artículo de Viansson-Ponté en Le Monde que se hizo famoso en esos días: “Francia se aburre”. O sea, por frivolidad. Estuvieron a punto de embarcar a Francia en una guerra civil por frivolidad. Le dieron, no obstante, apariencia de seriedad, y troquelaron la segunda gran parida: “La imaginación al poder”. Nada más peligroso que la imaginación. La imaginación es, como se sabe, el sueño de la razón, y Teresa de Jesús habló de ella como “de la loca de la casa”. La imaginación, como astuta ficción, ha llevado hoy a unos cuantos a Bruselas, a otros a la cárcel, a tres mil empresas fuera de Catalunya, y ha fracturado a toda una sociedad adulta, porque el sueño de la razón engendra monstruos. El centenario de la revolución de octubre de 1917 pasó inadvertido. No había nada que celebrar. Con el cincuentenario de Mayo del 68, debiera suceder igual, por aquello que brilla aún por encima de cualquier pintada parisina de entonces: “Los experimentos, con gaseosa”. Esto lo dijo un catalán, como es de sobra sabido.

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