Y la estrella de Belén

El miércoles se cumplirán cien años de un hecho emotivo. En plena Gran Guerra, la Nochebuena de 1914 –la primera de la contienda–, soldados británicos y alemanes del frente occidental (y en menor medida franceses) interrumpieron los ataques para celebrar Navidad y darse una tregua. Sucedió en diversos puntos de la línea de combate. Los alemanes decoraron sus trincheras con motivos navideños y se pusieron a cantar Stille Nacht (Noche de paz), el tremebundo villancico que estas semanas habrán ustedes escuchado en supermercados y grandes almacenes. Lejos de tomárselo como una agresión (que es como yo me lo hubiese tomado), los británicos se ­conmovieron y empezaron a cantar villancicos en inglés. Esa situación –que en pura lógica hubiese debido activar un fuego de artillería cruzado a fin de acabar con todo ese terror sentimental– hizo que soldados de ambos bandos se gritasen saludos navideños unos a otros. Al cabo de nada, algunos salieron de sus trincheras con las manos en alto hasta ­llegar a tierra de nadie. Allí intercambiaron regalos con sus enemigos: comida, cigarrillos, cho­co­late, whisky... Jugaron partidos de fútbol a lo largo del frente y, en algunos, británicos y alemanes se enfrentaron. Robert Graves –escritor inglés residente en Mallorca durante casi cuatro décadas– narró uno de esos encuentros en un relato que publicó en 1962, en el que el resultado final es de 2 a 3 a favor de los teutones. Durante esa noche la artillería calló. Como es lógico, los defensores de los valores guerreros abominaron de esa desmotivación. De Gaulle, a la sazón un jovenzuelo, lamentó que la infantería francesa se apuntase a la tregua. En relación con los soldados alemanes, la opinión de Hitler, por aquel entonces cabo de una división bávara de infantería, fue idéntica.

"Noche de paz, noche de amor..., todo duerme alrededor..., sólo velan en la..." etcétera

Aquel episodio lamentable, una auténtica vergüenza para los amantes de las artes bélicas, se ha convertido, un siglo después, en un anuncio de tele. Mientras aquí la gente se emociona con el lacrimógeno spot de la Lotería de Navidad (que se celebrará este lunes), en Gran Bretaña el anuncio estrella es el de la cadena de súpers Sainsbury’s, que revive aquella tregua de hace cien años y le pone, como colofón final, el regalo de una tableta de chocolate Sainsbury’s por parte de un soldado británico a uno alemán. Los muertos, al hoyo (un hoyo centenario), y los vivos (las empresas), sacando partido de la sensiblería del personal. Feliz Navidad.

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