¿Hay alguien ahí...?

Me pregunto si habrá alguien dispuesto a leer este artículo. Al pobre le toca ser publicado justo el fin de semana de Nochebuena y Navidad, de manera que es más que probable que la mayor parte de mis lectores habituales estén resacosos, atareados preparando comidas y bandejas de turrones o tal vez con ganas de esfumarse del mundo después de haber soportado alguna penosa reunión familiar.

Ese es sin duda uno de los fantasmas que suelen perseguirnos a los escritores (salvo a los enfermizamente vanidosos): ¿encontraremos lectores para nuestros textos? Escribir es un proceso de una gran intimidad. Trabajamos a solas, en silencio, esforzándonos por hacer infinitas confidencias sobre nuestros intereses, preocupaciones, afanes, gustos e ideas del mundo. Asuntos muy privados que, en principio, nadie tendría por qué compartir con nosotros y que, de hecho, no ­comunicamos a otras personas, sino a un objeto, sea la pantalla del ordenador o una hoja de ­papel.

los nombres que le dieron lo dejaron hecho polvo: eran autores que a él no le interesaban

No nos basta sin embargo con eso. Necesitamos ir más allá. El acto onanista de la escritura satisface sin duda a algunos. Otros muchos buscamos en cambio la comunicación con los demás. Anhelamos que nuestros textos se publiquen, y que miles y miles de seres humanos se reconozcan a sí mismos, de alguna extraña manera, en aquello que nosotros hemos escrito. Buscamos a nuestros lectores, a nuestros “semejantes”, como decía Baudelaire, y la posibilidad de no encontrarlos hace que nuestra voz se entrecorte.

Aunque también nos bloquea la posibilidad de encontrar más de la cuenta, por muy raro que parezca. Un buen amigo mío, igualmente escritor, cometió el error de preguntar durante una firma de libros a qué otros escritores admiraban tres personas que se declaraban lectores rendidos a sus pies. Los nombres que le dieron lo dejaron hecho polvo: eran autores que a él no le interesaban nada, con los que no encontraba ningún punto en común, ni en las formas ni en el contenido. ¿Puede ser tu ­“semejante” aquel lector que se reconoce en tu obra igual que lo hace en la de otro escritor que piensa y escribe de manera opuesta a ti...?

Será, acaso, que somos unos eternos insatisfechos, unos perpetuos quejicas. Pero, en fin, este fin de semana es de celebración. Así que, si alguno de los míos anda por ahí, felices fiestas y, como ya no nos veremos antes del año nuevo, que 2017 esté lleno de esplendor.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...