Heliotropo

Un día cualquiera, a finales de los años sesenta del pasado siglo, una joven silba, mientras espera en una parada de autobús, unas notas del Tannhaüser. Cerca de donde ella está, otra joven, desconocida, la oye y se acerca a ella silbando una segunda voz. Fue el inicio no sólo de una gran amistad, sino de uno de los grandes grupos (si se puede llamar grupo sólo a dos) del pop español. La primera de aquellas jóvenes, la wagneriana cabría decir, se llamaba Carmen Santonja. La que se acercó silbando, Gloria van Aerseen. Al revés nunca habría tenido lugar esa escena. De haber sido Gloria van Aerseen la que silbaba, Carmen Santonja probablemente no se habría acercado a ella, tal era su timidez. Gloria acaba de morir, Carmen lo hizo hace catorce años.

Todas las canciones del primer disco de vainica doble son un portento de finura

Aquel fue el germen de Vainica Doble (para entonces, Gloria tenía más de treinta años y cuatro hijos), y unos años después, 1974, llegó su primer disco, producido por el poeta José Manuel Caballero Bonald y con Pepe Nieto como arreglista, Heliotropo. No había ni un solo músico de la movida madrileña, desde Carlos Berlanga al Zurdo o Kikí de Aquí, que no tuviera a las Vainica en la mayor consideración por aquel primero y hasta entonces único disco. Todas sus canciones, escritas en estado de gracia, son un portento de finura, suma de letras insólitas, melodías bellísimas y una voz, la de Gloria, que su biógrafo Marcos Blanco Gendre llamó con toda exactitud “mercurial”: “Nadie ha cantado como ella lo hizo. Jamás”. Al conocer la noticia de su muerte, buscamos Heliotropo para despedirnos de ella, de ellas, oyendo algunas de sus canciones, a solas, como cosa nuestra íntima. Y no en un CD sino en el viejo vinilo, por estar más cerca. Y allí, de su puño y letra, nos tropezamos sendas dedicatorias, una de Gloria y otra de Carmen. Nos dio un vuelco el corazón. ¿Cómo es posible que hubiéramos olvidado algo así? Deben de ser de 1980: “Para Andrés, Miriam y lo que venga”, se lee en la de Carmen. Ha empezado a dar vueltas el disco. Se oyen las Coplas de un iconoclasta enamorado, una de las declaraciones de amor más apasionada y fascinante jamás escrita (YouTube). Hay algo en la música que hechiza, nada iguala su capacidad de evocación de un tiempo pasado. Nos decimos: 1974, Franco vivía aún, y España era bastante siniestra, pero allí estaba Vainica Doble, construyendo la parte más luminosa y risueña de nuestros recuerdos.

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