Imserso alternativo

Me declaro fan total de la pareja de franceses que cada tanto aparecen por Girona, se hospedan en un hotel y luego se largan sin pagar. Visten bien, muestran gran educación y tienen más de sesenta años. En el 2015 los detuvo la poli catalana tras haber pasado una temporadita viviendo en distintos hoteles y esfumándose cuando consideraban que la situación ya no daba para más. A finales del año pasado se instalaron en el hotel Palau Girona. Hablaron con el recepcionista y le explicaron que querían invertir en la zona. El recepcionista les dijo que –¡oh, casualidad!– precisamente el amo del hotel quería ponerlo a la venta. Le contestaron que estaban interesados en comprarlo. Lamentablemente, dijo el recepcionista, el dueño estaba esos días de vacaciones.

En vacaciones me instalaré en un hotel y le diré al dueño que quiero comprarlo

–Ningún problema. Le esperaremos aquí.

Cuando a principios de enero el dueño regresó, tuvieron un primer contacto. Al francés, el precio que pedía –cuatro millones de euros– le parecía bien, algo extraño, porque en negociaciones así siempre hay algo de regateo. El hotelero le dijo que necesitaba una semana para ponerlo todo a punto. Ningún problema tampoco. Siguieron en el hotel e incluso hablaron con un jardinero cercano, le explicaron que serían los nuevos dueños y que les preparase un proyecto de remodelación porque no les gustaban los jardines tal como están ahora. La siguiente entrevista con el dueño fue el día 9. Quedaron que al día siguiente se presentarían con el cheque de dos millones correspondiente a la entrada. Pero al día siguiente, nada de cheque. Mosqueado, el hotelero les dijo entonces que debían abonar la cuenta por los veinte días que ya habían estado a pan y cuchillo. El hombre dijo que iba a buscar el dinero. Su mujer se quedó, pero en cuanto pudo se escaqueó y se largaron. Al final la poli los detuvo.

Es un caso clavado al de la pareja de alemanes que en el 2011 y el 2012 vivió catorce meses –¡catorce!– en un hotel de cuatro estrellas de Pals, en el Empordà, con la excusa de que querían comprarlo. Episodios semejantes se dan por todas partes. En León, en el 2010, dos mujeres se alojaron en el hotel Alfonso V, primero, y en el Toral después durante un montón de días, a tutti pleni. El caso más espectacular es el de un americano que se ha pasado más de veinte años viviendo y comiendo en hoteles sin pagar ni un duro. Finalmente se ha entregado a la policía porque “estaba cansado de huir”. De todo se harta uno.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...