Las influencias

Recuerdan la primera vez que de críos escucharon a alguien hablar de un viaje que habían hecho a algún lugar remoto? Si es así, seguro que son capaces de sentir lo mismo que entonces, y pongo la mano en el fuego por que todavía les provoca un cosquilleo en las entrañas. Quizás se imaginaron ahí o vieron lo que esa persona fotografió, posteó, filmó o escribió en la postal o carta que recibieron y que seguro que si rebuscan un poco por casa todavía conservan. A lo mejor recuerdan cuando vieron diapositivas o fotos impresas en papel brillante.

El catálogo del parque Disney me acompañó muchas noches haciendo de sustituto del juguete al que los críos se abrazan para dormir

En mi caso, el recuerdo vino acompañado de un regalo que conservo desde que tenía tres años y que trajo mi padre de un viaje profesional a Los Ángeles en 1978. El catálogo del parque Disney, con la foto del monorraíl en la cubierta, me acompañó durante muchas noches haciendo de sustituto de osos de peluche y cualquier otro juguete al que los críos se abrazan para dormir.

He tenido la gran suerte de seguir la tradición de una familia de viajeros. Mi abuela Alfonsa visitó Japón en 1980, y recuerdo los relatos y las anécdotas que explicaba sobre tecnología punta y tradición milenaria sentada en su sofá chester verde oscuro al calor del brasero. Con mi otra abuela, María Dolores, los viajes han sido diferentes ya que he podido acompañarla en más de una ocasión adquiriendo miradas nuevas y singulares sobre cada ciudad que visitamos. Mi madre no ha pasado más de una semana seguida en Barcelona desde que se jubiló, siempre acompañada de mi padre, que ha sustituido Disney por los paseos en cualquier parque natural que aparezca en Google Maps.

Compartiendo estos recuerdos e inquietudes con amigos, uno se da cuenta de que pocas cosas abren más la mente que un viaje. Puede ser al final de la línea del metro de tu ciudad (el recuerdo de mi primer viaje) o a la otra punta del globo, pero ­siempre, siempre, uno regresa más sabio de lo que se fue. Estos viajes fabrican recuerdos que no se ­olvidan y no se obtienen en un documental o en ninguna red social, por muy inmersiva e interactiva que sea.

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