Las pintoras prehistóricas

Quizá lo hayan oído o leído en las noticias: hace algunas semanas se anunció el descubrimiento de unos grabados rupestres en la cueva de Atxurra, en Bizkaia, donde se han encontrado catorce paneles con setenta figuras de caballos y bisontes que datan de hace unos 14.000 años. Al conocer esa noticia, muchos de ustedes habrán pensado de inmediato en hombres, varones que, además de cazar, guerrear e imponer su dominio, poseían el talento suficiente como para crear arte, el arte primigenio de la especie humana.

Se desmiente así la imagen de hembras amamantadoras y pasivas que siempre nos han dado de ellas

De manera prácticamente automática, la mayor parte de las personas tendemos a dar por supuesto que casi todas las cosas valiosas hechas por la humanidad han sido protagonizadas por los hombres. Algunos recientes hallazgos desmienten sin embargo este prejuicio respecto al arte prehistórico: en las últimas décadas se han desarrollado diversos sistemas de medición de las manos impresas en las paredes de roca que aquellos seres dejaron a menudo, junto a sus animales. El método más riguroso ha sido creado por dos científicos del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, el organismo paralelo a nuestro CSIC: Jean-Michel Chazine y Arnaud Noury pusieron en marcha en el 2005 un sistema informático, el Kalimain, que mide el índice de Manning, la ratio 2D:4D descubierta a su vez por el profesor de Biología de la Evolución John T. Manning, que estableció en el 2002 una proporción fija y universal en la relación entre el dedo índice y el anular diferente en las manos de las mujeres y en las de los hombres.

El Kalimain ha medido ya las manos de diversas cuevas y paredes de roca de distintos continentes y épocas prehistóricas, y ha confirmado los datos aportados también por otros sistemas de medición desarrollados en los últimos años: sólo una mitad de esas manos son de hombres. La otra mitad pertenece a mujeres, la parte femenina de aquellas tribus de antepasados nuestros. Obviamente, si plasmaron sus manos, no hay ninguna razón para pensar que no participasen en la elaboración del resto de las figuras, desmintiendo así la imagen de hembras amamantadoras y pasivas que siempre nos han dado de ellas. Los pintores de la prehistoria fueron, pues, pintores y pintoras. Es como si ese artefacto cultural llamado historia comenzase a ser desmontado por su propia base.

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