Lelos bajo el sol

El día en que escribo este artículo, la ola de calor abrasa casi toda España. En diversos centros de enseñanza públicos se suceden los casos de lipotimias y malestar. Hay criaturas trasladadas a hospitales y, en un instituto de Valdemoro, buena parte del alumnado tuvo que ser evacuado a un tanatorio próximo que disponía de aire acondicionado, para aliviar un poco los estragos que el terrible sol estaba causando.

parece que a la clase política y al constructor no les preocupa el excesivo calor

Noticias así son buena prueba de lo mal que se ha construido y se ha hecho el urbanismo en España durante muchísimos años, llenando el país de plazas duras en las que hasta los mosquitos se achicharran, levantando edificios públicos en secarrales en los que nadie se preocupa por plantar ni un simple arbusto y, sobre todo, edificando con materiales y sistemas constructivos absolutamente inadecuados para climas como el nuestro. Más allá del carísimo aire acondicionado –fatal para ciertos organismos y perjudicial para el medio ambiente–, hay maneras de construir y adecuar los edificios que rebajan en varios grados la temperatura interior. Lo sabían bien nuestros antepasados, a quienes, por supuesto, constructores, arquitectos y clase política han contemplado siempre con un inmenso desprecio.

Pero lo que ocurre en esos centros de enseñanza se ve agravado además por la desidia hacia la educación, y hacia la educación pública en particular, que nuestros gobernantes demuestran una y otra vez. El PP es especialista en ese asunto. Tanto, que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, médico por más señas, tuvo la indecencia de aconsejar a los críos que se hagan abanicos de papel que, según él, no sólo evitan los desmayos sino que son “una terapia ocupacional muy importante para los niños”.

Hay que tener cara dura, la verdad. Pero lo más probable es que el tal doctor Jesús Sánchez Martos siga trabajando en su despacho con aire acondicionado (si me equivoco, pido disculpas) mientras alumnos y profesores que dependen del Gobierno del que él forma parte se achicharran en esas aulas cuyas condiciones no parecen preocuparle. Claro que, si no les preocupa la formación de las niñas y niños que serán el futuro de España ni tampoco las condiciones de trabajo de sus profesores, ¿por qué habría de preocuparles el excesivo calor? En fin, nada nuevo bajo este sol de justicia que, por lo que se ve, nos vuelve a los ciudadanos españoles lelos y sumisos.

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