Lindo firmamento

Una empresa propone poner carteles publicitarios en el cielo. Se llama Start Rocket. Se trata de aprovechar los muchísimos nanosatélites CubeSat que hay en el espacio y agrupar en una especie de constelación los necesarios para formar letras, palabras, logotipos... Así, al caer la noche, podríamos estar en la terraza, mirando al cielo, y en vez de contemplar la Osa Mayor, veríamos, no sé, la rana de los cereales Kellogg’s, por ejemplo. Los amantes de las puestas de sol podrían ver como, a medida que el cielo oscurece, donde antes lucía el astro rey aparece ahora el cargante Rodolfo de los langostinos Pescanova.

¿cómo no se le había ocurrido nunca a nadie poner anuncios en el cielo?

Que nadie crea que se trata de una majarada que no se llevará a cabo. La audiencia potencial de esos anuncios sería de siete mil millones de personas, todos los bípedos que vivimos en la Tierra. Generalmente son universidades las que ponen en órbita esos nanosatélites, para sus investigaciones, con lo que es evidente que unos ingresos adicionales por publicidad serían siempre bienvenidos. Para que se vea que es bondadosa y no sólo le interesa la pasta, la empresa que promociona este nuevo uso dice que también sería útil en situaciones de emergencia. De modo que, en la autopista, en vez de paneles avisándote de que diez kilómetros más adelante ha habido un accidente y que debes situarte en el carril izquierdo porque en los de la derecha la circulación está cortada, te lo dirían en el cielo, por lo que a partir de ahora lo ideal será comprarse un coche descapotable, por si el aviso lo ponen muy arriba.

Como era de esperar, ya han salido criticones. Unos dicen que en el espacio cercano a la Tierra ya hay más de 166 millones de trastos en orbita, desde restos de cohetes hasta satélites que ya no sirven, pasando por herramientas perdidas por los astronautas en sus reparaciones. Otros dicen que sólo faltaba eso, con la contaminación lumínica que hay.

Hay gente incapaz de estarse quieta sin tocar las gónadas al prójimo. En Namibia, Max Siedentopf, un tipo que va de artista, ha puesto en medio del desierto seis altavoces conectados a un mp3 –todo con baterías solares– que emite en bucle, por los siglos de los siglos, la canción Africa de la banda americana Toto. Imagínate ir al desierto buscando la soledad y el silencio y encontrarte con altavoces que emiten sin parar una canción. Aunque podría ser peor. Podrían haber puesto, también en bucle, El polvorrón de Leticia Sabater.

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