Menuda adivina

En el momento en el que escribo esto, la última noticia es que Pilar Abel, la vidente que dice ser hija de Salvador Dalí, ha anunciado que recurrirá las pruebas de ADN que hicieron en junio para dictaminar si lo que afirma es verdad o no. Finalmente, las pruebas muestran que no hay relación sanguínea entre la mujer y el pintor. Tras recibir el dictamen del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, la Fundación Gala-Salvador Dalí emitió un comunicado en el que dice: “Los resultados obtenidos permiten excluir a Salvador Dalí como padre biológico de María Pilar Abel Martínez”.

A la pitonisa le sabe mal que se dude de la palabra de su mamá, “una persona mayor”

Que el veredicto de los forenses sería el que ha sido se sabía desde el principio. En el 2005, Abel presentó una querella contra Javier Cercas tras haberse inventado que en Soldados de Salamina aparecía ella como personaje calumniado y reclamó 725.000 euros. La Audiencia le dijo que ni hablar del peluquín. Años después, la policía la detuvo como sospechosa de un delito de estafa contra una señora, clienta suya, que buscó en la pitonisa solución a unos problemas personales. Abel consiguió los datos de esa señora y empezó a cargarle facturas telefónicas, hasta que esta se percató. Después, lo de Dalí, un empeño en el que lleva desde hace diez años. Visto que el dictamen del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses ha frustrado también estas fantasías, yo aconsejaría a la pitonisa que buscase a otro pintor, si tanto le gusta la pintura. Pablo Picasso, por ejemplo, a quien –a diferencia de Dalí– sí le gustaban las mujeres, y mucho. Quizá no consiga parte de la herencia del malagueño, pero un Citroën C4 Picasso seguro que se lo regalan, por dicharachera.Pero la vidente no ceja en su intento y anuncia que seguirá “luchando”. No se fía de “la cadena de custodia” del pelo, las uñas, los dientes y los huesos extraídos del cadáver y por eso aportará otro forense. Dice que la magistrada que ordenó la exhumación “debía tener una base más fuerte” para ordenar que se realizasen las pruebas. Añade que ni se les ocurra reclamarle el coste de la exhumación porque es insolvente. La guinda final es que lamenta que con los resultados “se pone en duda la palabra de una persona mayor”. Se refiere a su madre, que según explicó en junio no está ya mentalmente en condiciones de declarar ni de corroborar que los delirios de Abel son ciertos. “Lo siento más por ella que por mí”. He ahí una hija considerada.

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