La mesa

Hoy es Santa Teresa y esta noche se celebra una nueva entrega del premio Planeta. Con sesenta y seis años de trayectoria, en un cruce entre acontecimiento literario y gran espectáculo, entre poderosa estrategia comercial, homenaje a la lectura y festín mediático, el Planeta atesora en su trayectoria un sabroso acopio de novelas, autores y anécdotas. Y como todo aquello que se sucede ininterrumpidamente a lo largo de las décadas, recoge también un vívido testimonio del devenir cultural, social y político de un país.

A las ocho y media en el lobby del hotel, es la consigna que nos dan a los autores. Desde allí –con excepción del año pasado, que nos mudaron por asunto de obras– nos trasladamos al Palau de Congressos en autobuses, un buen momento para saludar a unos y otros y para que empiecen a rodar las primeras quinielas. Suele haber un photocall a la llegada –del que yo me escapo si puedo– e, inmediatamente, entrada directa a un cóctel en el que, copa de cava en mano, los que escribimos libros nos diluimos entre periodistas, famosos, empresarios, socialités variopintas y clase política de todo pelaje. Con organización impecable, el paso a la cena llega poco después: un mar de mesas redondas espera a los más de mil invitados. Al fondo, el escenario en el que subirá el jurado a los postres. Frente a él, en el centro de la sala gigantesca, está la mesa central, la que aglutina a los anfitriones y a las autoridades catalanas y ­estatales.

El premio Planeta es testimonio del devenir cultural, social y político

A lo largo de los años he sido testigo de vuelcos impactantes en su formato y configuración. Para empezar, ya no se sienta en ella el imponente y añorado José Manuel Lara Bosch. Pero no sólo: sin necesidad de que la muerte los arrastre tristemente, han sido muchos otros los rostros que han desaparecido, algunos a causa de los naturales relevos políticos y otros por razones imprevistas y comúnmente ingratas. El controvertido ministro Wert y el alcalde Xavier Trias están entre los primeros, Jordi Pujol y la infanta Cristina, por ejemplo, entran en la segunda categoría.

No tengo la menor idea de cómo se articulará esa mesa esta noche. Ojalá Lara padre y Lara hijo, Ana María Matute, Terenci Moix, Manuel Vázquez Montalbán y otros tantos grandes protagonistas de otros años echen una mano en favor de la concordia desde allá donde estén.

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