Mi carta a los Reyes

Mis Reyes Magos tan queridos: vosotros que todo lo hacéis posible, por favor, cambiadnos este país. Adelantad todo lo que podáis las elecciones generales y concedednos un gobierno sensato. Haced que lleguen al poder personas inteligentes y sensibles, que hayan leído y reflexionado, que lo transformen todo de arriba abajo y reconstruyan la ruina en la que nos estamos convirtiendo. Nuevos políticos con un proyecto de futuro hacia el que dirigirnos.

Vosotros que todo lo hacéis posible, por favor, cambiadnos este país

Quitadnos de encima a toda la gentuza, obligad a los que han robado de las arcas públicas a que devuelvan el dinero, y meted de una vez por todas en la cabeza de nuestros gobernantes que ese dinero es sagrado, que nace del esfuerzo de cada una de las personas que trabajamos, y que debe ser utilizado en beneficio del pueblo. A propósito de trabajar: convenced a los empresarios, a los ricos y a los poderosos de que empobrecer a millones de personas es malo para todos, y de que es mejor que ellos ganen un poco menos y paguen un poco más en sus impuestos, de manera que todos podamos llevar una vida más digna. Permitid que se reconozca la experiencia de los mayores de 50 y el entusiasmo de los jóvenes, y que los desempleados vayan abandonando las colas del paro y consiguiendo trabajos que sirvan para vivir y no sólo para sobrevivir. Traednos a los que han tenido que emigrar a la fuerza. Volved atrás todo lo que se ha recortado en sanidad, en educación, en investigación, en cultura. Que los dependientes sean tratados con el respeto que merecen. Que nadie pase hambre. Ni frío, aunque les duela a las eléctricas tan adoradas por todos los gobiernos. Que los bienes básicos estén al alcance de todo el mundo. Que la gente no pierda sus casas y que, si deben hacerlo, haya viviendas públicas para ellos. Que bajen las tasas universitarias y los estudiantes reciban becas suficientes.

Que los tres poderes vuelvan a ser de verdad independientes. Y que todos los que han contribuido a hundir España, por acción u omisión, abandonen las instituciones y se retiren avergonzados –y sin pensiones de lujo–, dejando paso a gente decente. Ah, y que la gente decente no sea considerada tonta. Suena a mucho, mis queridos Reyes Magos, pero no es nada del otro mundo: tan sólo que podamos parecernos a otros países de nuestro entorno y volvamos a sentirnos orgullosos de ser españoles. Por favor.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...