Miami

Este noviembre pasé un par de semanas en Miami. Andaba inmersa en la promoción de mi novela Misión Olvido en Estados Unidos y, a diferencia del resto del país, aquí trabajé sobre todo con medios en español. Y, de paso, me infiltré en las venas un curso intensivo de exilio cubano.

Cuba me seduce, por eso brindo por su tránsito ilusionante hacia el futuro

Bajo el ala del cálido y eficiente periodista Erwin Pérez, recorrí de Brickell a South Beach y de Coral Gables a la Feria del Libro en el downtown. Charlando con profesionales y manteniendo los ojos y oídos bien abiertos, absorbiendo por todas partes la esencia de aquellos que en las últimas décadas dejaron atrás su país. Entre las páginas del Nuevo Herald que un día dirigió mi hoy cómplice de proyectos literarios Carlos Verdecia, y en los micrófonos de distintas estaciones de radio. Tras las cámaras de CNN y en los estudios de las televisiones locales de Hialeah, el suburbio donde un 92% de la población habla español en casa. En los fondos de la Cuban Heritage Collection de la prestigiosa Universidad de Miami y en el programa de Rick Sánchez en Mira TV, donde compartí tertulia con un participante de aquella legendaria operación Pedro Pan que sacó de la Gran Antilla a decenas de miles de niños en los cincuenta. En el ambiente de La Carreta, el Islas Canarias, el Puerto Sagua o el mítico Versailles, los restaurantes en que a diario se sirven miles de litros de café como Dios manda y toneladas de picadillo y yuca frita. En la residencia de nuestra espléndida cónsul general, Cristina Barrios, charlando bajo las estrellas junto a la piscina con ella y con su hermano –el embajador Pablo Barrios, que durante años fue asimismo cónsul general en La Habana–. En un montón de rincones y aceras, en un montón de rostros y de voces hallé datos y emociones, historias de destierro y de superación.

Nos llega la noticia del fin del bloqueo. Y pienso en todos ellos y rememoro a la periodista Mirta Ojito y su conmovedora memoir titulada El mañana, en la que narra en primera persona su salida de la isla desde el Mariel.

Cuba me seduce y me interesa profundamente. La de dentro y la de fuera, la de ayer y la de hoy. Por eso brindo por su tránsito ilusionante hacia el futuro. Con todo mi amol.

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