Música, maestros

¿Están mejor o peor que ayer las cosas? Todo sigue revuelto: la incertidumbre política es grandísima, algunos siguen atentando a diario contra la libertad y la igualdad de todos, y se habla de una nueva recesión económica cuando aún no se ha salido de la anterior. ¿Es así? Cierto, pero nosotros a lo nuestro: Mozart, Salieri.

Este es el hecho: un joven investigador ha encontrado en una biblioteca checa la cantata que compusieron tres músicos para celebrar que a una afónica y célebre soprano de su tiempo le había vuelto la voz. Dos de esos músicos, Mozart y Salieri, protagonizaron hace años una película, Amadeus. La película fue enormemente popular y muy premiada, pese a que lo que se cuenta en ella era un disparate sin fundamento ni escrúpulos históricos. Como saben muy bien nuestros políticos, no es difícil engañarnos. Basta con que nos digan lo que queremos oír. Pero acabamos de decirlo: nosotros, a lo nuestro.

No es difícil engañarnos, basta con que nos digan lo que queremos oír

La película, basada en una obra teatral, trataba del más venenoso y triste de los pecados, ya que a nadie procura el menor placer: la envidia, la que supuestamente habría sentido un músico poderoso de la corte, Salieri, amargado por su falta de talento, hacia otro, Mozart, risueño y tan sobrado de inspiración que a todos embelesaba con ella (dejemos de lado el que en la película se presentase a Mozart como un zangolotino, ridículo siempre que no tocaba el clave o componía. Sin duda eso es lo que más agradecieron algunos: saber que no vale la pena ser un genio, porque es una manera de ser idiota. El fenómeno se conoce como “el desprecio de las masas”). ¿Y la realidad? Nadie puede asegurar que Mozart y Salieri no fueran amigos, ni lo contrario tampoco, y, ahora lo sabemos, colaboraron incluso en la composición de esta cantata. Pero con estos mimbres no se hacen películas, novelas ni naciones. A los chirriantes engranajes de la realidad hay que ahogarlos en el aceite de la ficción. Claro que el procedimiento es peligroso, así es como la realidad acaba pasándose de revoluciones, y no digamos la revolución pendiente. Pero nosotros, decíamos, a lo nuestro: Prima la musica e poi le parole, decía el título de una ópera de Salieri. Primero la música y luego las palabras. Words, words, words... ¿No estamos cansados de palabras? Un poco, sí. Sí, música, maestros. Nosotros, a lo nuestro.

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