Nochevieja

Mientras aquí, el miércoles, a medianoche mucha gente estará dale que te pego con las doce uvas –la primera con la campanada inicial y la última con la definitiva–, en el País de Gales se dedicarán a abrir y cerrar puertas. Dicen los que saben que, allí, cuando dan las doce, a la primera campanada abren la puerta trasera de la casa para que el año viejo se vaya (y, con él, la mala suerte) y, acto seguido, corren hacia la puerta delantera para abrirla justo cuando suene la última de las doce campanadas. Por esa puerta entra entonces el año nuevo, rechoncho y feliz; y, con él, la buena suerte.

Con la llegada del nuevo año, las bellas tradiciones reviven en feliz hervor

El problema es que dudo mucho que, ni que sea en el Gales de postal que podemos llegar a imaginar, en muchas casas haya puertas delanteras y traseras. Seguro que la gente vive mayoritariamente en casas o en pisos donde hay una única puerta, y punto. No me imagino, por ejemplo en Cardiff, apartamentos con dos puertas. Es el problema de algunas tradiciones. Forjadas en siglos pretéritos a la par que lejanos, a medida que el mundo ha ido cambiando, han dejado de tener sentido y han ido desapareciendo. Me gustaría conocer a algún galés para preguntarle si, realmente, lo de las dos puertas pervive aún, aunque sea adaptado a una única puerta que serviría tanto para que se largase el año viejo como para que, once campanadas después, entrase el nuevo. Aquí, lo de las uvas se mantiene porque, para comérselas, no se necesitan añejas construcciones rurales. Puedes comértelas en casa, en un restaurante o en un camping. Por ese mismo motivo sigue en pleno vigor en Italia la costumbre de cenar lentejas por Nochevieja. E incluso esa costumbre que, explican, practican en Dinamarca y que consiste en, a medianoche, abrir la puerta y romper platos frente a la puerta de amigos y vecinos, de forma que quien más trozos de vajilla rota acumule demuestra ser más querido por sus conciudadanos. Es una costumbre que habría que verificar, pero que guarda un curioso parecido con otra que se da en el mundo entero, también durante la madrugada de Nochevieja. La protagonizan las personas o bípedos que están en un bar con una curda de cuidado o con la misma curda pero por la calle, intentando volver a casa. En un momento determinado vomitan a los pies de sus amigos, muchos de los cuales son unos ignorantes y desconocen que –igual que lo de los platos en Dinamarca– también eso significa aprecio y estimación. Feliz Año Nuevo.

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