'Plácido'

–Qué haces, no tires el tapón de plástico. Guárdalo en la bolsa, que es para llevar al centro social.

–Ah, me olvidaba. ¿Era para una silla de ruedas?

–Creo que es para un niño que se tiene que operar...

–Nos estoy oyendo y me parece que de repente he vuelto al pasado. ¿Recuerdas Plácido, la película de Berlanga? ¿Que sorteaban pobres por Nochebuena para que cenasen en casas de gente pudiente?

Hemos vuelto a la época de la caridad porque el Estado no protege

–Recuerdo, qué película tan graciosa y qué amarga. Ya sé a lo que te refieres. Pero qué quieres, a ese niño o quien sea le hace falta una operación. O la silla de ruedas. Ya sabes.

–Ya, pero eso lo hacía antes el Estado y ahora lo hacemos nosotros. Hemos vuelto a la época de la caridad porque el Estado no protege. ¿Te acuerdas que se recogían papeles de celofán de los paquetes de tabaco y decían que si juntabas un kilo le daban una silla de ruedas a un paralítico? A un discapacitado...

–Sí, me suena. Lo que yo recuerdo era en los cines una urna en la que se pedía que se dejase algún cigarrillo para los ancianos del asilo. ¿Te acuerdas?

–Me acuerdo. Allí estaban los pitillos amontonados en la urna, debían de pasar semanas o meses hasta que estuviese llena. Pitillos con manchas de humedad. No sé qué les haría más mal, si lo rancio y húmedo del tabaco o el tabaco en sí mismo. Porque eso de pedir pitillos para los ancianitos tiene tela…

–Ha, ha. Sería para acabar con ellos. Entonces fumar era bueno para los ancianos, qué tiempo aquel.

–Pues hemos vuelto.

–¿Fumar vuelve a ser bueno?

–No, mujer. Me refiero a lo de la caridad. Aquí estamos juntando tapones, llevando comida al comedor social...

–Son cosas que hay que hacer. A lo mejor tampoco hicimos bien todos estos años, nos desentendíamos de los demás, ya el Estado se ocuparía de todo...

–Bueno, pagamos los impuestos. Lo que pasa es que nos los robaron, vaciaron la caja. Y andan sueltos. Y hemos vuelto al pasado.

–Hombre, no. Que nuestro nieto Fernandito no tiene religión obligatoria en la escuela y no los preparan en la escuela para el servicio militar.

–Tú déjalos. Todo se andará. Qué razón tenía Berlanga...

–Venga, hombre, no seas cenizo.

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