Poca broma

Este domingo, 18 de enero, es el aniversario de un hecho que, cuando tuvo lugar, en 1977, conmovió al mundo futbolístico europeo. El protagonista fue Luciano Re Cecconi, un centrocampista del SS Lazio de 28 años. Había nacido cerca de Milán, hijo de un albañil, y de joven trabajaba como mecánico de coches. Jugaba al fútbol como hobby, pero pronto sus cualidades hicieron que se convirtiese en profesional. Fue internacional con la selección italiana en dos ocasiones.

Sacó una pistola, apuntó a su amigo y gritó: "¡Esto es un atraco!"

La tarde de ese 18 de enero, Re Cecconi estaba en Roma con dos amigos, un compañero de equipo –Pietro Ghedin– y Giorgio Fraticcioli, que tenía que ir a la joyería de un amigo común, Bruno Tabocchini, a comprar unas cosas. Entraron en la tienda, y Re Cecconi, amigo de la broma, sacó una pistola –no sé si de verdad o falsa–, apuntó a su amigo y gritó: “¡Esto es un atraco!”. Como recientemente habían entrado dos veces en la joyería a robar, sin tiempo a reconocer al bromista, su amigo joyero sacó un revolver del calibre 7,65 y le disparó al pecho. Una ambulancia llevó a Re Cecconi al hospital, donde murió.

Es evidente que fue una muerte lamentable, pero también es evidente que hay que ser muy cortito para entrar en una joyería gritando: “¡Esto es un atraco!”, sobre todo si la han atracado dos veces en los últimos tiempos. Si eran amigos, es imposible que no lo supiese, con lo que la broma pasaba a ser pesada. Pero quizá creía que lo reconocería inmediatamente y no calculó que, obnubilado por el pánico y la visión de la pistola, apretaría el gatillo sin esperar a que el falso atracador le disparase y sería él quien acabaría con una bala en el pecho.

Últimamente tenemos a los que, sin ir en plan bromista, apuntan a la policía con pistolas. Tras lo sucedido en agosto en Ferguson, Misuri, en Navidad, muy cerca de esa población, en Berkeley, un muchacho de 18 años, Antonio Martin, encañonó con una pistola a un agente. Este disparó, y el muchacho murió. Que el muchacho fuese negro y el policía blanco hubiese provocado la condena pública del policía si no fuese porque una cámara grabó lo sucedido y se demuestra que la versión policial es cierta. A ver, si vas por el mundo apuntando con una pistola a la gente –sea policía o joyero–, pues lo más probable es que se defiendan, ¿no? Como decía el gran periodista de sucesos Enrique Rubio, “los idiotas no se acaban nunca”.

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