Por un legado digno

¿No dicen que hoy en día se trata de ser emprendedor? Pues manos a la obra. Eso es lo que habrán pensado los creadores de una organización que, a la vista de que cada vez más gente se tatúa, han decidido que puede ser buena idea ofrecer un servicio para que, cuando te mueras, tus tatuajes no se pudran contigo en la tumba o ardan en el crematorio, junto con el resto del cuerpo. Se llama Napsa, asegura que sus objetivos son “la preservacion del skin art” y ofrece consejos y apoyo a los que decidan dejar en herencia sus tatuajes a sus deudos.

nada más triste que irte de este mundo sin dejar una herencia respetable

El método que seguir es interesante. Primero hay que registrarse en la web de Napsa: crear una cuenta y toda la pesca. Luego declaras si te gusta llevar tatuajes o si eres un “artista tatuador”. Luego das un nombre (no es necesario que sea el tuyo, un nick sirve), una dirección de e-mail y una contraseña. Acto seguido confirmas la contraseña. Te dan entonces un certificado de socio. Lo enseñas a tus amigos y parientes para que vean de qué palo vas y sepan que, cuando te mueras, a uno de ellos –el escogido– le habrá tocado en suerte tu tattoo. Imagine la cara de felicidad de este último.

–¿De verdad me vas a dejar tu tatuaje?

–Pues sí, para que veas lo mucho que te aprecio.

Cuando te mueres, antes de dieciocho horas, el escogido activa el proceso vía internet. Los de Napsa le envían información detallada sobre el proceso necesario para arrancarte el trozo de piel y un kit completo de productos para cortarlo y preservarlo de forma que no se descomponga. Sólo falta entonces enviarlo por correo a la empresa, que será quien acabe de aplicar los productos necesarios para su conservación. Entre tres y seis meses después, el elegido recibirá un cuadro con tu tatuaje en el centro y un marco de lo más churrigueresco. Aseguran que el método de conservación permitirá “que tu historia, tu espíritu y tu legado pervivan durante generaciones”.

Me parece una idea espléndida. Lástima que nunca me haya tatuado nada. Por eso, lo primero que haré el lunes será buscar una tattoo shop –en mi barrio hay unas cuantas– y pedirles que me tatúen a Bob Esponja sodomizando a una alcachofa, por ejemplo. Así podré legar algo digno a mis descendientes que, el día que Dios me llame a su reino, recibirán el cuadro con alegría y alborozo, lo colgarán en una pared del comedor y se dedicarán a ir mirándolo mientras cenan.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...