El problema

Vimos a la presidenta del Círculo de Empresarios en televisión. Si la cara es el espejo del alma, la suya parece fría, calculadora, inflexible. También parece de las que se gustan tanto hablando, que antes de decir alguna enormidad se permiten poner en guardia a su interlocutor: “Esta es una idea que quiero soltar aquí, también políticamente incorrecta”... empezó advirtiendo. Porque se le olvidaba a uno añadir que esa mujer no dice las cosas, o las sugiere, sino que las suelta escopeteadas, como soltaba sus adjetivos Baroja, a decir de Pla: ventosidades de burro. “...Pero yo lo único que os digo es que prefiero una mujer de más de 45 o de menos de 25, porque como se quede embarazada, nos encontramos con el problema”, concluyó.

Un embarazo deseado no es un problema, y menos en este país, sino una bendición

Uno creía que el problema era exactamente el contrario en España, con una tasa de nacimientos negativa. Quien se preocupa de lo que se dice tanto como del modo de decirlo, relea esa frase dos, tres, cuatro veces, hasta quedar atrapado en ella como el masoquista del cuero, las cadenas y el azote de la estricta gobernanta. ¡Qué tono, cuánta seguridad y determinación! ¿Y qué decir del modo en que pasa del yo al nosotros, del “yo lo único que os digo” a ese “nos encontramos con un problema”?

Nunca diríamos de un embarazo deseado ni de ningún recién nacido que son un problema, y menos en este país, sino una bendición y una solución. Al contrario, el problema lo tenemos en los empresarios que ven en ello un problema. Se ha mostrado uno siempre partidario de la discriminación positiva en los asuntos relacionados con las mujeres: ya saben, entre dos personas de distinto sexo y parejos méritos, las leyes deben favorecer a la mujer. No es el momento de pormenorizar las razones en un asunto que no tiene ni mucho menos el acuerdo de todos. Se puede explicar al revés, teniendo en cuenta la tenaz afición de l*s idiotas a promocionarse, postularse y trepar: entre un memo y una mema, es preferible la mema. En general se sale ganando. Pues bien, es de suponer que a la presidenta del Círculo de Empresarios le habrá costado, como mujer, llegar adonde está mucho más que a otros varones, pero por una vez acaso hubiese sido preferible que su puesto lo hubiera ocupado un varón. Probablemente a estas alturas ni un empresario, ni siquiera de los más idiotas, y de estos hay muchos, se hubiese atrevido a tanto.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...