Problemas mentales

Hace dos semanas, en el aeropuerto de Miami. El avión 909 de American Airlines con destino a Buenos Aires está a punto para volar. Está casi vacío y cuando llega la hora del despegue y no se detecta ninguno de los movimientos previos que suele haber, un pasajero de nombre Marcos Martínez pregunta a una azafata si quizás esperan a personas que tienen conexiones con otros vuelos y podrían no llegar a tiempo si no subiesen al avión. La azafata le dice que no, que por regla general nunca se espera a nadie que llegue rezagado, y que no se preocupe porque en pocos minutos iniciarán el vuelo. Pero pasa el tiempo y no despegan.

¿Es seguro viajar en un avión pilotado por mujeres? hoy Lo debatimos. ¡Vente!

A partir de ahí, la historia toma tintes berlanguianos. La leo en el diario argentino La Nación: “A la hora y media hicieron todos los rituales de rutina anteriores al despegue y nadie se había dado cuenta de lo que había sucedido previo a la salida del aeropuerto de Miami. ‘Cuando está­bamos en vuelo el co­mandante de abordo menciona en un mensaje a través del megáfono algo con relación a ‘la piloto y la copiloto’”, señala Marcos. ‘Ahí nos dimos cuenta de que eran mujeres’”. Al fin, el tal Marcos se entera, por uno de los tripulantes de cabina, que lo que sucedió es que siete pasajeros –siete–, cuando supieron que piloto y copiloto eran mujeres, dijeron que se bajaban inmediatamente. Hubo que buscar sus equipajes en la bodega, sacarlos y entregárselos. Eso fue lo que hizo que el despegue se retrasase hora y media.

Hay diversas preguntas tan obvias e inmediatas que casi da vergüenza formularlas. ¿Puede alguien abandonar un avión simplemente porque no confía en la habilidad de una mujer para pilotarlo? Si el piloto y el copiloto hubieran sido negros y se hubiesen bajado por eso, ¿no les habría caído un puro por discriminación racial? ¿Les habrían permitido bajar si el color del pelo del comandante no hubiera sido de su agrado?

–Uy, es pelirrojo. No me fío. Ya sabes lo que dicen de los pelirrojos... Yo me bajo.

¿Se lo habrían admitido? Creo que no. Pero si quien pilota es una mujer, ¡barra libre! Ya en el siglo VI a.C., Pitágoras –sí: el del teorema– dijo: “Hay un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y hay un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer”. Su adaptación actual es esa frase mil veces repetida por los que van de graciosos: “Mujer al volante, peligro constante”.

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