La resistencia

A mi amigo A. le ha arruinado Hacienda. En uno de esos “cambios de criterio” que tanto le gustan últimamente a la Agencia Tributaria, A. –que es autónomo y creía haber hecho las cosas siempre bien– se ha visto obligado a devolver sus desgravaciones profesionales de los últimos cuatro años, más las multas y los intereses correspondientes. (Curioso: somos el país europeo con mayor número de leyes, pero al final, todo depende del “criterio” de quien tiene autoridad para aplicarlas). Esa cantidad, unida al declive de su trabajo, le ha convertido en uno de los nuevos pobres que pueblan nuestro país.

Sólo lograremos cambiar este país siendo honrados cada uno de nosotros

A mi amiga T. le han subido el IBI un 200% ¡con carácter retroactivo! Con su pequeño sueldo, ahora tiene que enfrentarse a un pago de varios miles de euros por los últimos cuatro años. Y M. y A., después de esperar durante tres años una licencia municipal para reformar una casa, acaban de recibirla con apremio y amenaza de embargo, a pesar de que la casa ya ni siquiera es suya.

Podría contar decenas de historias así, y cada uno de ustedes conocerá sin duda otras muchas: ciudadanos que están siendo saqueados por unas administraciones en las que previamente algunos políticos pillaron todo lo que pudieron. Hemos sido robados dos veces: primero ilegalmente, y ahora, de manera legal. Sin defensa ninguna. Las administraciones nos pasan por encima, destruyéndonos, y no hay manera de detenerlas. Son una maquinaria inhumana, movida por humanos con pocos escrúpulos, pero con la ley de su parte. No nos queda más remedio que someternos a esos abusos, pagar como podamos –si es que podemos– y, en muchos casos, resignarnos a malvivir.

Mi amigo A., al que le preocupan mucho los asuntos éticos, lleva un año reflexionando sobre este tema. La primera reacción, lógica en alguien que ha sido desvalijado, es volverse inmoral: cobrar en dinero negro, cogerse bajas médicas por nada, engañar en la medida de lo posible. Como tanta gente. Pero A. es un resistente ético: jamás se comportará así, dice, porque eso sería concederles una victoria absoluta a quienes nos avasallan. Creo que tiene razón: sólo manteniéndonos cada uno de nosotros honrados lograremos cambiar este país. De lo contrario, triunfarán la corrupción y el abuso. El esfuerzo es muy grande, pero se ha vuelto imprescindible. Tanto como echar a los desvalijadores del poder, por supuesto.

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