El ruiseñor ha vuelto

El ruiseñor ha vuelto a cantar en la Academia de la Lengua, en realidad en el diccionario que la Academia corrige y actualiza sin descanso y no siempre con tino. Porque fue precisamente la propia Academia (2001) la que sentenció a muerte el canto en la palabra “ruiseñor”, quitando de ella lo más característico de este pájaro, a saber, que canta melodiosamente. Dejaron en la definición lo demás, el color de las plumas, los centímetros y los tarsos, todo, con una minucia irrelevante, pero no lo único por lo que se conoce al ruiseñor desde tiempos de Homero: que nadie que lo haya oído cantar sólo una vez podrá olvidarlo nunca. ¿Y por qué eliminaron algo tan esencial? Porque consideraron que lo irrelevante (incluso moñas) era precisamente que cantase. Al hablar de ello con Delibes, lo confirmó: “No lo dudes, a los académicos les joden los ruiseñores”. Lo decía Unamuno: “Por terribles que sean las ortodoxias, son mucho más terribles las ortodoxias científicas”.

El diccionario de la rae incluye de nuevo el canto en la definición del ave

Durante años pidió uno desde esta misma página, y en varias ocasiones, que se dejara cantar de nuevo al ruiseñor en ese diccionario, como canta en los diccionarios de todas las latitudes, y al fin ha ocurrido. Si no estoy mal informado, ha sido por una iniciativa de Félix de Azúa, la primera suya allí, aprobada por unanimidad en la comisión de Ciencias Humanas y Agropecuarias de la Academia, donde se juzgó el caso. La decisión se ha tomado por unanimidad.

¿Importan estos primores en un momento en que todo parece estar yéndose al garete? Desde luego. Ha preguntado uno, por conocer los detalles exactos, quiénes formaban parte de esa comisión que le hizo justicia no tanto a un ave, sino a la canción, al cantar mismo y a la vida, y se nos han dado algunos nombres: amics, coneguts i saludats. Entre ellos, incluso un par al que no tiene uno mucho interés en saludar (qué se le va a hacer). Hoy ellos han anulado una sentencia que firmaron otros académicos en el 2001 (algunos, supervivientes, habrán firmado las dos, fumándose el mismo puro). Con todo, no es fácil rectificar los errores propios, y por eso este humilde y libre ruiseñor del paisaje agradece y estrecha desde aquí la mano de la solemne corporación en pleno, digna de todo... etcétera. El mundo, y ese diccionario, han vuelto hoy a ser algo mejores. Que ustedes lo oigan.

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