Si no bebes no tuitees

Sentarse frente al ordenador y conectarse a internet con una botella al lado es peligroso. Con una botella de whisky, ron o similares, se entiende. Porque puede suceder que de repente pienses que necesitas una alfombrilla para el ratón y al cabo de unos días te llegue no sólo la alfombrilla sino también un ratón nuevo, dos minialtavoces, dos pares de bambas Converse One Star Pro (unas rojas y otras blancas), una aspiradora Rowenta y las obras completas de Marcial Lafuente Estefanía. El alcohol desinhibe y facilita tomar decisiones que la mañana siguiente no entiendes. ¿Yo pedí todo eso?

La cantante adele explica que cuando apareció twitter tuiteaba bebida

Algo parecido pasa en las redes sociales. No tengo WhatsApp –me lo desaconsejó mi informático de cabecera–, pero imagino la cantidad de resbalones que se dan en esas circunstancias. Sí tengo Twitter y debo confesar que a veces tuiteo con una botella de Tullamore DEW al lado. Cuanto más baja el nivel de whiskey en la botella más me divierto y más animaladas escribo. Estoy convencido de que un día, para mi desgracia, meteré la pata y me arrepentiré. Hace unos meses, en una entrevista en la BBC, la cantante Adele explicó que cuando apareció Twitter tuiteaba bebida, que estuvo a punto de meter la pata y que los que llevan su imagen pública le dijeron que nunca más tuitearía sin pasar un control. Es decir: escribe el tuit pero no lo cuelga sino que lo envía a dos personas que lo leen y, si lo aprueban, lo cuelgan por ella.

El resultado es que, desde entonces, su actividad en esa red se ha reducido de forma drástica. En lo que llevamos de año ha tuiteado en trece ocasiones. En todo el 2015, en veintidós. En ambos casos se trata de tuits anodinos, meramente promocionales, nada que ver con los que colgaba antes, lo que ha reducido su impacto en lo que llaman social media. Probablemente los cuelguen sus dos controladores sin que ella esté al corriente. Ya le debe de importar un pito.

Estos días se ha sabido que un grupo de científicos de la Universidad de Rochester, en el estado de Nueva York, ha desarrollado un programa –un inevitable algoritmo– que detecta a los tuiteros bebidos y los sitúa en un mapa. Evidentemente, es necesario que las cuentas estén geolocalizadas. Según los científicos, el programa permite establecer estadísticas sobre el consumo de alcohol y saber si tal persona bebe en bares o en casa, para, así, tener un mejor control sobre la salud pública. Ya sabía yo que acertaba no geolocalizando mi cuenta

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