Sólo sexo

“Cruising es el término inglés que define la actividad de buscar sexo en lugares públicos, como parques, playas o descampados”, define Wikipedia. Cruising cuenta con una aplicación para móvil, igual que Tinde y Gringer, al servicio de quienes buscan relaciones sexuales bajo techado, pero no menos improvisadas. Ayudados por un GPS, que favorece en primer lugar la localización de los copulantes, esa actividad se resume en lo que antiguamente se decía, de un modo tosco, “aquí te pillo, aquí te mato”, seguido de un “si te he visto no me acuerdo”.

El 'cruising' de madrid se practica en el retiro, en la casa de campo y en el metro

La publicación de La vida sexual de Catherine M. fue un gran escándalo en Francia hace quince años. Su autora, Catherine Millet, relataba sus relaciones sexuales, copiosísimas y a dos, a tres, a cinco, a quince bandas, con mujeres, con hombres, con jóvenes, con viejos, con conocidos, con desconocidos, en el parque de Boulogne, en su casa, en una iglesia, en un cementerio... El libro fue, pues, anuncio de lo que hoy está a la orden del día. El cruising de Madrid se practica en el Retiro, en la Casa de Campo y en el primer vagón de la línea 1 de metro (no puedo aclarar si es operativo en ambas direcciones o sólo en una) y Tinde y Gringer funcionan en todo el mundo.

Cuando yo era joven empezó a hablarse de la “relajación de las costumbres”. Incluía esa relajación los besos en público o que las mujeres dejaran de llevar velo en la iglesia. Los más carcas clamaban alarmados y furiosos contra las relaciones prematrimoniales: “¿Pero qué van a dejar entonces para el matrimonio?”. No sé el número de personas que buscan esos contactos fortuitos ni si se trata de algo sociológicamente significativo. Seguramente yo ahora para los partidarios de esa manera de relacionarse seré uno de aquellos viejos carpetovetónicos que nos censuraban por irnos a vivir en pecado con nuestras novias. Pero sé que si al sexo se le quita el amor (que nada tiene que ver ni con clérigos ni con jueces), se le está privando de lo mejor que tiene, por breve que sea la relación. ¿Cómo puede nadie abrazar a quien no ama, y quién querría deshacer ese abrazo, si de verdad está amando? Por eso es cuestión de tiempo que digamos: de aquellos polvos estos lodos. “El sexo, si es bueno, es sucio”, decía Allen, y tiene razón probablemente, pero también es cierto que en el sexo con amor no hay sucio ni limpio, sólo sexo.

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