Todo se pasa

Escribo esta columna días antes de su publicación y mientras tecleo estas letras, los medios y las redes sociales no paran de bombardearnos con términos que dentro de poco sonarán tan obsoletos como una casete de música yeyé: debate, campaña, sondeo... Para el domingo 27 de diciembre, las sonrisas de los candidatos se habrán quedado congeladas en sus añejos anuncios de propaganda electoral y tendremos ya un horizonte político definido que quizá se asemeje en algo actual o quizá acabe siendo de distinto color.

Miles de familias están poniéndose de acuerdo antes de que llegue el aluvión

Mientras doy forma a este texto, montones gigantescos de participaciones y décimos de lotería van pasando de mano en mano, de móvil en móvil, de ordenador en ordenador. En cada número hay puestos sueños y anhelos, esperanzas para sobrevivir o remontar. Para cuando en sus casas, estimados lectores, entre este ejemplar de Magazine, doña Manolita y la Bruixa d’Or ya habrán dictado sentencia, casi todos sabremos que nuestras finanzas permanecen inmóviles como estatuas, y hasta el gorro estaremos de ver en la tele a esos corros de feliz gente anónima dando saltos y gritos en cualquier barrio de cualquier ciudad.

Mientras ordeno estas frases, a través del e-mail, el watsap o el teléfono, miles de miembros de miles de familias están poniéndose de acuerdo antes de que llegue el aluvión. ¿En tu casa o en la mía?, que diría el celebérrimo Bertín. ¿Nos montará algún cuñado el numerito del año pasado, qué le regalamos al abuelo, quién se encarga del mazapán? Para la hora de la siesta en la que ustedes hojeen este suplemento arrebujados en sus sofás, las memorias de la cena de Nochebuena o de la comida del día de Navidad andarán ya arrastrando los volantes como una bata de cola, y estaremos entonces engañándonos a nosotros mismos con la falsa promesa de una Nochevieja liviana, o decidiendo a quién vamos a endosar el día de Reyes ese despropósito que nos ha regalado nuestra suegra, o contando los días que faltan para que en los centros comerciales dejen de volvernos tarumba con los villancicos de una puñetera vez.

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa... decía la grandísima Teresa de Ávila, tan recordada en su quinto centenario a lo largo de este año que ya se nos escapa de las manos. Todo se pasa, cuánta verdad.

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