Tortillas en lata

Cada vez que bajo al súper veo en un estante un montón de tortillas de patata precocinadas, protegidas con film transparente. Las hay con cebolla y las hay sin cebolla, y las hay con cebolla y chorizo, e incluso con cebolla y pimientos.

Precocinadas con cebolla y sin cebolla, y con cebolla y chorizo, y con cebolla y pimientos

Nunca he comprado ninguna, ni para probar cómo son. Tampoco he visto que nadie lo hiciese pero si están ahí, año tras año, es porque tienen éxito. “Como hechas en casa. ¡Abrir, calentar y listo!”. Tres minutos en el microondas son suficientes. En la sartén, también tres minutos, pero con una cucharada de aceite para que no se pegue. Me encanta la recomendación de una etiqueta: “Si no dispones de medios o tiempo no es necesario calentarlas; puedes abrirla y consumirla directamente”. Igual soy un tiquismiquis cargado de prejuicios, pero el aspecto que ofrecen, amazacotado, no es el de las que me gustan: jugosas.

Para acabar de complicar las cosas, hay ahora en la plaza Mayor de Madrid un local que vende tortillas de patata en conserva. Van en lata, en aceite de oliva virgen. Igual que coges una lata de sardinas en conserva, la abres y te las zampas sin más prolegómenos, con la lata de tortilla de patata, lo mismo. La empresa se llama Memories of Madrid. Es evidente que la iniciativa está pensada sobre todo para turistas que pasan por ahí y les parece divertido, pero también para gente que no sabe qué regalar y considera que es una opción original. Hoy en día, la originalidad pasa por encima de cualquier consideración sensata. Para satisfacer a este grupo, también las venden online, para aquellos a los que la plaza Mayor de Madrid les queda lejos. Conscientes de todo eso, el diseño de sus latas es atractivo y cada una luce un año impreso, grandote, que va desde este 2019 hasta 1939. Si la persona a quien quieres regalársela nació antes de 1938, vas y te jodes.

Para rematar la jugada, bajo la cifra ponen hechos destacables de ese año. En español e inglés, para que los guiris sepan qué pasó. He pensado que no sería mala idea regalarme una, para acabar con mis reticencias. He buscado la correspondiente al año en el que nací (1952) y veo que pone: “Event: Se inventa el código de barras. The barcode is invented. Birth: Esperanza Aguirre y Vladímir Putin”.

Ya casi me había decidido y, mira, como que no. Seguiré bajando al bar de la esquina. Las preparan de rechupete cada mañana, para que estén a punto a las 7 y media.

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