Un bebé forajido

Bruce Springsteen ha escrito un libro. Se trata de lo que antes llamábamos un cómic y ahora llaman novela gráfica, que da más prestigio. El texto es suyo, y los dibujos, de Frank Caruso. Se titula Outlaw Pete, tiene 56 páginas, lo ha publicado Simon & Schuster y de momento sólo está disponible en inglés, y vete a saber si algún día se traducirá porque los textos se limitan a un par de frases por página, son muy simples –ideales para niños– y además forman parte del dibujo. La historia se basa en la canción de ese mismo título que Springsteen incluyó en el disco Working on a Dream, del 2009. Va de un bebé que se dedica a atracar bancos. La idea de un bebé con pañales apuntando con la pistola al cajero para que le dé la pasta es potente. El texto promocional explica que sus hazañas constituyen una profunda reflexión sobre el pecado, el destino y el libre albedrío, pero ya se sabe que a menudo hay más rollo en los textos promocionales que en el libro en sí.

El libro de Springsteen se titula Outlaw Pete y es una novela gráfica

Lógicamente, con motivo de la promoción del libro preguntan a Springsteen sobre sus preferencias literarias. En The New York Times la cosa toma forma de cuestionario. Novelistas favoritos de todos los tiempos: Chéjov, Tolstói y Dostoyevski. Novelistas favoritos actuales: Philip Roth, Cormac McCarthy y Richard Ford. Último libro que le ha hecho reír: Acción de gracias, de Richard Ford. Último libro que le ha hecho llorar: La carretera, de Cormac McCarthy... De todas las preguntas, una me ha conmovido especialmente: “¿Qué libros tiene actualmente en su mesilla de noche?”.

¿Por qué en la mesilla de noche? ¿Por qué no en el tresillo, sobre el bufé o en una mesa del despacho? Ya sé que se trata de un cliché que se repite hasta la saciedad pero ¿por qué esa obsesión con la mesilla? Las personas aficionadas a la lectura –conozco a bastantes– leen en una butaca, sentados al escritorio, en el sofá y quizás algunas en la cama, pero estas no son en absoluto mayoría. Diría que las personas que leen, tras pasarse buena parte del día con libros entre las manos, cuando se meten en la cama lo que quieren es olvidarse de ellos. Por un lado porque, si los libros son flojuchos y acaban durmiéndose, no vale la pena perder el tiempo con ellos, y por otro, porque si de verdad valen la pena, lo único que consigues es que su trama te enganche, te desvele y no haya forma de conciliar el sueño. En la mesilla, una lámpara y un despertador, y un antifaz por si al amanecer entra luz por la ventana.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...