Un día tras otro

El próximo martes es San Valentín, el famoso día de los enamorados. No lo he celebrado nunca, no porque tenga nada en contra de ese mártir romano que fue ejecutado por haber casado en secreto a soldados profesionales después de que el emperador Claudio II les prohibiese contraer matrimonio. El motivo de esa prohibición es comprensible si tenemos en cuenta que el ejército romano no iba precisamente sobrado de soldados y que, si se casaban, no podían enviarlos a la guerra. No lo he celebrado porque nunca celebro ni he celebrado días oficiales de ningún tipo. Me irrita tener que conmemorar obligatoriamente tal fecha o tal otra porque tal o cual organismo ­–o la presión comercial– han decidido elevarlas a una categoría superior. Soy un desaborido, sí, y veo que la gente que no se anda con remilgos y lo celebra todo, absolutamente todo, son aparentemente más felices. Si en realidad es así o no, no lo sé. Quizá simplemente se muestran sonrientes y aplauden y dan saltitos de aparente alegría porque creen que toca mostrarse así, igual que en las fotos de reuniones familiares o de amigos, donde aparecer con gesto serio parece estar castigado por la ley. Cada uno tiene el ADN que ­tiene.

Amigo lector, que sepas que, estés enamorado o no, siempre hay un día para ti

De manera que si usted tiene en su ADN el gen de celebrarlo todo y, en cambio, no tiene ninguna persona especialmente querida a quien enviar un regalo de amor este próximo martes, sepa que, el día siguiente, miércoles 15, es el día de los desparejados, creado para compensar la frustración de los que el 14 no tienen nada que celebrar.

¿Y qué hace uno el día de los desparejados? He consultado una web a mayor gloria de esa fecha y da diversos consejos. Pasar por una floristería y autoenviarte un ramo de flores, que recibirás en casa con cara de sorpresa:

–¡Oh, qué detalle!

O ir al cine, o al teatro, o a un concierto. O pasarte el día en casa, en pijama, bebiendo y mirando la tele.

–¡Hay que celebrarlo!

Propuestas todas ellas que puedes perfectamente hacer cualquier otro día del año. También propone meterse en una web de esas en las que a veces ligas, a ver si conoces a alguien interesante (y el año próximo no tienes que dedicarte de forma exclusiva a rendir culto a Onán, digo yo). En fin. Mira que hay días burros a lo largo del año, pero me parece que este se lleva la palma.

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